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Ibarbourou,Juana_de
<XXI
Si_Todas_Las_Gaviotas_De_Esta_Orilla
Si todas las gaviotas de esta orilla quisieran unir sus alas, y formar el avión o la barca que pudiesen llevarme hasta otras playas... Bajo la noche enigmática y espesa viajaríamos rasando las aguas. Con un grito de triunfo y de arribo mis gaviotas saludarían el alba. De pie sobre la tierra desconocida yo tendería al nuevo sol las manos como si fueran dos alas recién nacidas. ¡Dos alas con las que habría de ascender hasta una nueva vida!
es
López_Velarde,Ramón
<XXI
En_Un_Jardín
Al decir que las penas son fugaces en tanto que la dicha persevera, tu cara es sugestiva y hechicera y juegan a los novios los rapaces. Al escuchar la apología que haces del mejor de los mundos, se creyera que lees a Abelardo... En voz parlera dialogas con los pájaros locuaces. De pronto, sin que tú me lo adivines, cual por un sortilegio se contrista mi alma con la visión de los jardines, mientras oigo sonar plácidamente los trinos de tu plática optimista y el irisado chorro de la fuente. Al escuchar la apología que haces del mejor de los mundos, se creyera que lees a Abelardo... En voz parlera dialogas con los pájaros locuaces. De pronto, sin que tú me lo adivines, cual por un sortilegio se contrista mi alma con la visión de los jardines, mientras oigo sonar plácidamente los trinos de tu plática optimista y el irisado chorro de la fuente. De pronto, sin que tú me lo adivines, cual por un sortilegio se contrista mi alma con la visión de los jardines, mientras oigo sonar plácidamente los trinos de tu plática optimista y el irisado chorro de la fuente. mientras oigo sonar plácidamente los trinos de tu plática optimista y el irisado chorro de la fuente.
es
Cruz,Juana_Inés_de_la
<XXI
¡Oh_Quién,_Amado_Anfriso,_Te_Ciñera
¡Oh quién, amado Anfriso, te ciñera del mundo las coronas poderosas! Que a coronar tus prendas generosas el círculo del orbe corto fuera. ¡Quién, para eternizarte, hacer supiera mágicas confecciones prodigiosas, o tuviera las yerbas milagrosas que feliz gustó Glauco en la ribera! Mas aunque no halla medio mi cuidado para que goces de inmortal la palma, otro más propio mi cariño ha hallado que el curso de tu vida tenga en calma: pues juzgo que es el más proporcionado de alargar una vida, dar un alma.
es
Diego,Gerardo
<XXI
Nada_Más
Nada más Dejar la cabeza sobre la mesilla Y dormir con el sueño de Holofernes Nada más Dejar la cabeza sobre la mesilla Y dormir con el sueño de Holofernes
es
Cadenas,Rafael
<XXI
Se_Creyó_Dueño
Se creyó dueño y ella lo obligó a la más honda encuesta, a preguntarse qué era en realidad suyo. Después lo tomó en sus manos y fue formando su rostro con el mismo material del extravío, sin desechar nada, y lo devolvió a los brazos del origen como a quien se amó sin decírselo.
es
Benedetti,Mario
<XXI
Yo_Soy_La_Secretaria
Yo soy la secretaria ideal. Mi jefe es elegante, mi jefe es tan discreto, es alto, es distinguido, es un jefe completo. Cuando viene y me ordena: «una copia textual», yo soy la secretaria ideal. Mi jefe tiene esposa, dos hijos y tres criadas. La esposa por lo menos no lo comprende nada. Cuando él viene y me dice: «somos tal para cual», yo soy la secretaria ideal Mi jefe tiene un mustang y algún departamento donde vamos a veces yo y su remordimiento. Entonces lo conformo: «es pecado venial», yo soy la secretaria ideal. Mi jefe se comporta como un tipo maduro, la panza disimula cuando viste de oscuro. Y si bosteza y dice: «hoy no, me siento mal», yo soy la secretaria ideal. Cuando se va mi jefe, mi jefe ese hombre viejo yo me desarmo y quedo sola frente al espejo. Y a mí misma me digo el cansado ritual: «Yo soy la secretaria ideal».
es
Véner,Alonso
XXI
A_Veces,_Cuando_Te_Dibujas_Al_Viento
A veces, cuando te dibujas al viento, deseo volarte como mi cometa de niño, reír contigo hasta caer dormido, esconderme en tu pelo de oficio de abejas, y hacerte mía, como rocío en mi piel de noche.
es
Fernández_Rollán,César
XXI
Haiku
Esperando primaveras en mi ventana triste, sin macetas...
es
Villamediana,Conde_de
<XXI
Amor_No_Es_Voluntad,_Sino_Destino
Amor no es voluntad, sino destino de violenta pasión y fe con ella; elección nos parece y es estrella que sólo alumbra el propio desatino. Milagro humano es símbolo divino, ley que sus mismas leyes atropella, ciega deidad, idólatra querella, que da fin y no medio a su camino. Sin esperanza, y casi sin deseo, recatado del propio pensamiento, en ansias vivas acabar me veo. Persuasión eficaz de mi tormento, que parezca locura y devaneo lo que es amor, lo que es conocimiento.
es
Morales,Rafael
<XXI
Vivir
Nadie detuvo el tiempo en su hermosura. Efímero es vivir, breve es el gozo del presuroso instante, breve la entrega del día que derrama su desnudez triunfal en nuestros ojos.
es
Rensoli,Lourdes
XXI
—¿Qué_Se_Esconde_En_Tus_Ojos,_Mi_Gacela
—¿Qué se esconde en tus ojos, mi gacela, qué secreto te niegas a contarme y marchita tus noches cuando el vino reúne a los amigos en la suntuosa cámara donde cada rincón es un espejo en el que tus miradas arrancan las más bellas canciones al laúd y la darbûka? —He confiado en mis fuerzas, demasiado, y me he paseado sola por el bosque, lejos de las seguras verjas de los jardines del palacio, buscaba a los derviches, a los sabios ascetas que apagan sus dolores y sus cuitas en un giro infinito, y un venablo me ha herido en el costado. No sé de quién partió, qué mano tensó el arco y alimentó la sierpe con mi sangre, pero mi voz, antaño fuerte y honda, se ha quebrado y mis fuerzas se apagan. —¿Qué aleyas recitar, gacela mía, para ahuyentar la muerte que te ronda? ¿Cómo llenar de nuevo tu aposento con los más dulces trinos, el color delicado de los pájaros, los reflejos del ámbar y la honda resonancia de las rosas o el incienso que invade poco a poco recuerdos y tristezas? —Nada puedes hacer, amigo fiel, para evitar el golpe traidor y ponzoñoso del destino, sin saberlo, nací para este instante. Alguna antigua culpa de mis padres debo pagar con el dolor que agota sin brindar el descanso de la muerte. —Puedo curarte con la bella música que Dios mismo ha compuesto, anotada en el libro de los árboles, los rosales y prados, en las marmóreas fuentes que ofrecen el descanso al peregrino cuando cumple su viaje. Puedo llenar de plumas la sala abandonada por cuantos acudían diariamente a beber tu belleza de una copa, a aspirar tu virtud en un arpegio. —Lo pondré todo, amigo, en las manos de Dios, el gran poeta que escribe con las risas y las lágrimas de todo el universo, porque aguardar la curación es vana esperanza de incrédulos si su voz no la otorga. Pide en mi nombre a los amigos que beben a la luz de las estrellas que derramen sus copas por amor de la llama que se apaga. —Habías nacido libre y venturosa, llena de magia y fuerza, tu canto atravesaba los ríos y desiertos y encendía la noche con luciérnagas, pero todo el saber y la ventura se doblegan humildes ante esa inmensidad que nos deslumbra casi hasta aniquilarnos. Mira, te han preparado el diván más mullido, magnolias y jazmines lo rodean, los pebeteros calman con su aroma el llanto más amargo. Duerme ahora, descansa, y olvida la traición que en tu costado anida. Yo cantaré a la luna esas canciones que una vez aprendimos de un poeta ebrio y errante, solitario y pobre. Tal vez ella lo llame y él conozca el consuelo para ti. —Me refugio en el sueño más amable, preludio del Encuentro, dí adiós a los amigos, que algún día cercano entonen mis canciones y pueda revivir, cuando sus copas se alcen hacia el Cielo. —He confiado en mis fuerzas, demasiado, y me he paseado sola por el bosque, lejos de las seguras verjas de los jardines del palacio, buscaba a los derviches, a los sabios ascetas que apagan sus dolores y sus cuitas en un giro infinito, y un venablo me ha herido en el costado. No sé de quién partió, qué mano tensó el arco y alimentó la sierpe con mi sangre, pero mi voz, antaño fuerte y honda, se ha quebrado y mis fuerzas se apagan. —¿Qué aleyas recitar, gacela mía, para ahuyentar la muerte que te ronda? ¿Cómo llenar de nuevo tu aposento con los más dulces trinos, el color delicado de los pájaros, los reflejos del ámbar y la honda resonancia de las rosas o el incienso que invade poco a poco recuerdos y tristezas? —Nada puedes hacer, amigo fiel, para evitar el golpe traidor y ponzoñoso del destino, sin saberlo, nací para este instante. Alguna antigua culpa de mis padres debo pagar con el dolor que agota sin brindar el descanso de la muerte. —Puedo curarte con la bella música que Dios mismo ha compuesto, anotada en el libro de los árboles, los rosales y prados, en las marmóreas fuentes que ofrecen el descanso al peregrino cuando cumple su viaje. Puedo llenar de plumas la sala abandonada por cuantos acudían diariamente a beber tu belleza de una copa, a aspirar tu virtud en un arpegio. —Lo pondré todo, amigo, en las manos de Dios, el gran poeta que escribe con las risas y las lágrimas de todo el universo, porque aguardar la curación es vana esperanza de incrédulos si su voz no la otorga. Pide en mi nombre a los amigos que beben a la luz de las estrellas que derramen sus copas por amor de la llama que se apaga. —Habías nacido libre y venturosa, llena de magia y fuerza, tu canto atravesaba los ríos y desiertos y encendía la noche con luciérnagas, pero todo el saber y la ventura se doblegan humildes ante esa inmensidad que nos deslumbra casi hasta aniquilarnos. Mira, te han preparado el diván más mullido, magnolias y jazmines lo rodean, los pebeteros calman con su aroma el llanto más amargo. Duerme ahora, descansa, y olvida la traición que en tu costado anida. Yo cantaré a la luna esas canciones que una vez aprendimos de un poeta ebrio y errante, solitario y pobre. Tal vez ella lo llame y él conozca el consuelo para ti. —Me refugio en el sueño más amable, preludio del Encuentro, dí adiós a los amigos, que algún día cercano entonen mis canciones y pueda revivir, cuando sus copas se alcen hacia el Cielo. No sé de quién partió, qué mano tensó el arco y alimentó la sierpe con mi sangre, pero mi voz, antaño fuerte y honda, se ha quebrado y mis fuerzas se apagan. —¿Qué aleyas recitar, gacela mía, para ahuyentar la muerte que te ronda? ¿Cómo llenar de nuevo tu aposento con los más dulces trinos, el color delicado de los pájaros, los reflejos del ámbar y la honda resonancia de las rosas o el incienso que invade poco a poco recuerdos y tristezas? —Nada puedes hacer, amigo fiel, para evitar el golpe traidor y ponzoñoso del destino, sin saberlo, nací para este instante. Alguna antigua culpa de mis padres debo pagar con el dolor que agota sin brindar el descanso de la muerte. —Puedo curarte con la bella música que Dios mismo ha compuesto, anotada en el libro de los árboles, los rosales y prados, en las marmóreas fuentes que ofrecen el descanso al peregrino cuando cumple su viaje. Puedo llenar de plumas la sala abandonada por cuantos acudían diariamente a beber tu belleza de una copa, a aspirar tu virtud en un arpegio. —Lo pondré todo, amigo, en las manos de Dios, el gran poeta que escribe con las risas y las lágrimas de todo el universo, porque aguardar la curación es vana esperanza de incrédulos si su voz no la otorga. Pide en mi nombre a los amigos que beben a la luz de las estrellas que derramen sus copas por amor de la llama que se apaga. —Habías nacido libre y venturosa, llena de magia y fuerza, tu canto atravesaba los ríos y desiertos y encendía la noche con luciérnagas, pero todo el saber y la ventura se doblegan humildes ante esa inmensidad que nos deslumbra casi hasta aniquilarnos. Mira, te han preparado el diván más mullido, magnolias y jazmines lo rodean, los pebeteros calman con su aroma el llanto más amargo. Duerme ahora, descansa, y olvida la traición que en tu costado anida. Yo cantaré a la luna esas canciones que una vez aprendimos de un poeta ebrio y errante, solitario y pobre. Tal vez ella lo llame y él conozca el consuelo para ti. —Me refugio en el sueño más amable, preludio del Encuentro, dí adiós a los amigos, que algún día cercano entonen mis canciones y pueda revivir, cuando sus copas se alcen hacia el Cielo. —¿Qué aleyas recitar, gacela mía, para ahuyentar la muerte que te ronda? ¿Cómo llenar de nuevo tu aposento con los más dulces trinos, el color delicado de los pájaros, los reflejos del ámbar y la honda resonancia de las rosas o el incienso que invade poco a poco recuerdos y tristezas? —Nada puedes hacer, amigo fiel, para evitar el golpe traidor y ponzoñoso del destino, sin saberlo, nací para este instante. Alguna antigua culpa de mis padres debo pagar con el dolor que agota sin brindar el descanso de la muerte. —Puedo curarte con la bella música que Dios mismo ha compuesto, anotada en el libro de los árboles, los rosales y prados, en las marmóreas fuentes que ofrecen el descanso al peregrino cuando cumple su viaje. Puedo llenar de plumas la sala abandonada por cuantos acudían diariamente a beber tu belleza de una copa, a aspirar tu virtud en un arpegio. —Lo pondré todo, amigo, en las manos de Dios, el gran poeta que escribe con las risas y las lágrimas de todo el universo, porque aguardar la curación es vana esperanza de incrédulos si su voz no la otorga. Pide en mi nombre a los amigos que beben a la luz de las estrellas que derramen sus copas por amor de la llama que se apaga. —Habías nacido libre y venturosa, llena de magia y fuerza, tu canto atravesaba los ríos y desiertos y encendía la noche con luciérnagas, pero todo el saber y la ventura se doblegan humildes ante esa inmensidad que nos deslumbra casi hasta aniquilarnos. Mira, te han preparado el diván más mullido, magnolias y jazmines lo rodean, los pebeteros calman con su aroma el llanto más amargo. Duerme ahora, descansa, y olvida la traición que en tu costado anida. Yo cantaré a la luna esas canciones que una vez aprendimos de un poeta ebrio y errante, solitario y pobre. Tal vez ella lo llame y él conozca el consuelo para ti. —Me refugio en el sueño más amable, preludio del Encuentro, dí adiós a los amigos, que algún día cercano entonen mis canciones y pueda revivir, cuando sus copas se alcen hacia el Cielo. —Nada puedes hacer, amigo fiel, para evitar el golpe traidor y ponzoñoso del destino, sin saberlo, nací para este instante. Alguna antigua culpa de mis padres debo pagar con el dolor que agota sin brindar el descanso de la muerte. —Puedo curarte con la bella música que Dios mismo ha compuesto, anotada en el libro de los árboles, los rosales y prados, en las marmóreas fuentes que ofrecen el descanso al peregrino cuando cumple su viaje. Puedo llenar de plumas la sala abandonada por cuantos acudían diariamente a beber tu belleza de una copa, a aspirar tu virtud en un arpegio. —Lo pondré todo, amigo, en las manos de Dios, el gran poeta que escribe con las risas y las lágrimas de todo el universo, porque aguardar la curación es vana esperanza de incrédulos si su voz no la otorga. Pide en mi nombre a los amigos que beben a la luz de las estrellas que derramen sus copas por amor de la llama que se apaga. —Habías nacido libre y venturosa, llena de magia y fuerza, tu canto atravesaba los ríos y desiertos y encendía la noche con luciérnagas, pero todo el saber y la ventura se doblegan humildes ante esa inmensidad que nos deslumbra casi hasta aniquilarnos. Mira, te han preparado el diván más mullido, magnolias y jazmines lo rodean, los pebeteros calman con su aroma el llanto más amargo. Duerme ahora, descansa, y olvida la traición que en tu costado anida. Yo cantaré a la luna esas canciones que una vez aprendimos de un poeta ebrio y errante, solitario y pobre. Tal vez ella lo llame y él conozca el consuelo para ti. —Me refugio en el sueño más amable, preludio del Encuentro, dí adiós a los amigos, que algún día cercano entonen mis canciones y pueda revivir, cuando sus copas se alcen hacia el Cielo. —Puedo curarte con la bella música que Dios mismo ha compuesto, anotada en el libro de los árboles, los rosales y prados, en las marmóreas fuentes que ofrecen el descanso al peregrino cuando cumple su viaje. Puedo llenar de plumas la sala abandonada por cuantos acudían diariamente a beber tu belleza de una copa, a aspirar tu virtud en un arpegio. —Lo pondré todo, amigo, en las manos de Dios, el gran poeta que escribe con las risas y las lágrimas de todo el universo, porque aguardar la curación es vana esperanza de incrédulos si su voz no la otorga. Pide en mi nombre a los amigos que beben a la luz de las estrellas que derramen sus copas por amor de la llama que se apaga. —Habías nacido libre y venturosa, llena de magia y fuerza, tu canto atravesaba los ríos y desiertos y encendía la noche con luciérnagas, pero todo el saber y la ventura se doblegan humildes ante esa inmensidad que nos deslumbra casi hasta aniquilarnos. Mira, te han preparado el diván más mullido, magnolias y jazmines lo rodean, los pebeteros calman con su aroma el llanto más amargo. Duerme ahora, descansa, y olvida la traición que en tu costado anida. Yo cantaré a la luna esas canciones que una vez aprendimos de un poeta ebrio y errante, solitario y pobre. Tal vez ella lo llame y él conozca el consuelo para ti. —Me refugio en el sueño más amable, preludio del Encuentro, dí adiós a los amigos, que algún día cercano entonen mis canciones y pueda revivir, cuando sus copas se alcen hacia el Cielo. Puedo llenar de plumas la sala abandonada por cuantos acudían diariamente a beber tu belleza de una copa, a aspirar tu virtud en un arpegio. —Lo pondré todo, amigo, en las manos de Dios, el gran poeta que escribe con las risas y las lágrimas de todo el universo, porque aguardar la curación es vana esperanza de incrédulos si su voz no la otorga. Pide en mi nombre a los amigos que beben a la luz de las estrellas que derramen sus copas por amor de la llama que se apaga. —Habías nacido libre y venturosa, llena de magia y fuerza, tu canto atravesaba los ríos y desiertos y encendía la noche con luciérnagas, pero todo el saber y la ventura se doblegan humildes ante esa inmensidad que nos deslumbra casi hasta aniquilarnos. Mira, te han preparado el diván más mullido, magnolias y jazmines lo rodean, los pebeteros calman con su aroma el llanto más amargo. Duerme ahora, descansa, y olvida la traición que en tu costado anida. Yo cantaré a la luna esas canciones que una vez aprendimos de un poeta ebrio y errante, solitario y pobre. Tal vez ella lo llame y él conozca el consuelo para ti. —Me refugio en el sueño más amable, preludio del Encuentro, dí adiós a los amigos, que algún día cercano entonen mis canciones y pueda revivir, cuando sus copas se alcen hacia el Cielo. —Habías nacido libre y venturosa, llena de magia y fuerza, tu canto atravesaba los ríos y desiertos y encendía la noche con luciérnagas, pero todo el saber y la ventura se doblegan humildes ante esa inmensidad que nos deslumbra casi hasta aniquilarnos. Mira, te han preparado el diván más mullido, magnolias y jazmines lo rodean, los pebeteros calman con su aroma el llanto más amargo. Duerme ahora, descansa, y olvida la traición que en tu costado anida. Yo cantaré a la luna esas canciones que una vez aprendimos de un poeta ebrio y errante, solitario y pobre. Tal vez ella lo llame y él conozca el consuelo para ti. —Me refugio en el sueño más amable, preludio del Encuentro, dí adiós a los amigos, que algún día cercano entonen mis canciones y pueda revivir, cuando sus copas se alcen hacia el Cielo. Mira, te han preparado el diván más mullido, magnolias y jazmines lo rodean, los pebeteros calman con su aroma el llanto más amargo. Duerme ahora, descansa, y olvida la traición que en tu costado anida. Yo cantaré a la luna esas canciones que una vez aprendimos de un poeta ebrio y errante, solitario y pobre. Tal vez ella lo llame y él conozca el consuelo para ti. —Me refugio en el sueño más amable, preludio del Encuentro, dí adiós a los amigos, que algún día cercano entonen mis canciones y pueda revivir, cuando sus copas se alcen hacia el Cielo. Duerme ahora, descansa, y olvida la traición que en tu costado anida. Yo cantaré a la luna esas canciones que una vez aprendimos de un poeta ebrio y errante, solitario y pobre. Tal vez ella lo llame y él conozca el consuelo para ti. —Me refugio en el sueño más amable, preludio del Encuentro, dí adiós a los amigos, que algún día cercano entonen mis canciones y pueda revivir, cuando sus copas se alcen hacia el Cielo. Yo cantaré a la luna esas canciones que una vez aprendimos de un poeta ebrio y errante, solitario y pobre. Tal vez ella lo llame y él conozca el consuelo para ti. —Me refugio en el sueño más amable, preludio del Encuentro, dí adiós a los amigos, que algún día cercano entonen mis canciones y pueda revivir, cuando sus copas se alcen hacia el Cielo. —Me refugio en el sueño más amable, preludio del Encuentro, dí adiós a los amigos, que algún día cercano entonen mis canciones y pueda revivir, cuando sus copas se alcen hacia el Cielo.
es
Bolaño,Roberto
<XXI
He_Soñado_Labios
He soñado labios (¿Solitarios y abiertos? ¿Partidos por el viento? Labios como corazón de ornitorrinco Se mueven entre las ramas Nada se escucha (¿Han quitado el sonido? ¿El sonido bajo los árboles?) Labios húmedos que sonríen al final de mi sueño Sobre un fondo de hojas El empapelado de esta pieza de hotel Dibujo tenaz Rumor del medievo
es
Pellicer,Carlos
<XXI
Retórica_Del_Paisaje
En el tiempo compacto de los dos mil trescientos metros de la altura, los paisajes están en un solo acto. El aire es siempre exacto en su tiempo tonal; sabe escultura porque un pintor en tan vastos andamios puede fraguar los delirantes cadmios y acompasar geométricas figuras. (Los claros adjetivos ecuestres en caballos sustantivos...) Porque la realidad es cosa mía, es decir, lo que usted nunca verá, en un plato le da Santa Lucía los ojos convenientes. (Cortesía de la Iglesia Romana que usted devolverá). Veamos: la flora es intocable; en cutis verde la aguja del tatuaje, defensiva punza el tacto a distancia. Chillan flores carnales sobre el nopal que sesga sus etapas rimadas en elipse. Si hundo los pedales surge en esbelto prisma el cactus órgano, cuyo bisel alfiletero agarra pequeñas nubes de heno. El cactus cuya fálica erección límite varonil marca al terreno. El maguey en hileras militares alerta el armamento y en su espera endulza al agua de su sed de guerra y emborracha al ladrón de sus panales. Cuando se rinde al tiempo alza una lanza de heroica flor. Con su sombra metálica endosela el mezquite siestas largas. Un toro y una nube y el arbusto. (Se hace el ojo al espacio, juega y carga). Así es el verde quieto, la esperanza de escultórico juego en el paisaje. En los cambios de cielo hay un celaje inmóvil, que se borra en su constancia. Sólo el árbol pirú, primo del sauce, su copa vuelca en el mantel del llano, y en ramos de coral tiende la mano junto a los lavaderos de algún cauce. El verde cae en la trampa de los grises. Cien pueblos apedrearon este valle y por eso las casas y la calle son de una sola pieza. Se reduce el lenguaje y la tristeza es sobria como sombra de detalle. El amarillo seco se encamina, ya entre la milpa vieja que el viento papelea, o en la resbaladiza llaga de la mina de arena. Si echo la cara atrás de lo que digo, la cordillera sube hasta las nieves perpetuas. Detrás de ellas el sol desnuda el cielo y cuando le abandona sus soberbios harapos, las dos enormes cumbres echan su historia al fuego. Y hay águilas que cambian huracanes por resonantes víboras, aunque hayan de cogerlas en nopales. La prodigiosa juventud del aire convida a estar desnudo. Y en un modesto orgullo de silencio ganarse loterías de momentos para costear los oros del escudo. La escenografía de las quietudes. Ya no importa el color, sino lo claro. Sola sabiduría de los grises que está bien en la huerta y en el teatro. ¿Para qué el adjetivo si las cosas todas, claras, se ven por cuatro lados? ¡Los nombres de las cosas! De este valle, es toda la retórica.
es
Mañoso,José
XXI
El_Tiempo_Comenzó_Con_El_Hambre
el tiempo comenzó con el hambre antes era la calma nutritiva luego fue el inquietante mañana y la preocupación no fue la muerte fue la necesidad de vivir
es
Reina_Palazón,José_Luis
XXI
Noche_De_Verano
La noche los sostiene sin que lo sepan. Una pareja son. Y es sólo el pensamiento lo que aún los separa quizás para siempre. Es bueno comenzar. Es bueno seguir. Los cuerpos sienten. La noche calla. La luz de la terraza es fría y eterna en su techo celeste. LA puerta está cerrada. La ventana espera con un brillo silente. La prudencia se apoya en los brazos. Su corta falda es rosa. Blancos los zapatos del joven. Más allá el campo muerto. Las miradas fijas —hacia sí misma, hacia el cuello— no se contemplan. La noche los ignora un instante.
es
Unamuno,Miguel_de
<XXI
Tú_Me_Levantas,_Tierra_De_Castilla
Tú me levantas, tierra de Castilla, en la rugosa palma de tu mano, al cielo que te enciende y te refresca, al cielo, tu amo, Tierra nervuda, enjuta, despejada, madre de corazones y de brazos, toma el presente en ti viejos colores del noble antaño. Con la pradera cóncava del cielo lindan en torno tus desnudos campos, tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro y en ti santuario. Es todo cima tu extensión redonda y en ti me siento al cielo levantado, aire de cumbre es el que se respira aquí, en tus páramos. ¡Ara gigante, tierra castellana, a ese tu aire soltaré mis cantos, si te son dignos bajarán al mundo desde lo alto! Tierra nervuda, enjuta, despejada, madre de corazones y de brazos, toma el presente en ti viejos colores del noble antaño. Con la pradera cóncava del cielo lindan en torno tus desnudos campos, tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro y en ti santuario. Es todo cima tu extensión redonda y en ti me siento al cielo levantado, aire de cumbre es el que se respira aquí, en tus páramos. ¡Ara gigante, tierra castellana, a ese tu aire soltaré mis cantos, si te son dignos bajarán al mundo desde lo alto! Con la pradera cóncava del cielo lindan en torno tus desnudos campos, tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro y en ti santuario. Es todo cima tu extensión redonda y en ti me siento al cielo levantado, aire de cumbre es el que se respira aquí, en tus páramos. ¡Ara gigante, tierra castellana, a ese tu aire soltaré mis cantos, si te son dignos bajarán al mundo desde lo alto! Es todo cima tu extensión redonda y en ti me siento al cielo levantado, aire de cumbre es el que se respira aquí, en tus páramos. ¡Ara gigante, tierra castellana, a ese tu aire soltaré mis cantos, si te son dignos bajarán al mundo desde lo alto! ¡Ara gigante, tierra castellana, a ese tu aire soltaré mis cantos, si te son dignos bajarán al mundo desde lo alto!
es
López_Meléndez,Teódulo
XXI
Las_Palmas_De_La_Espuma
El terror arranca en la mañana al mirarse al agua. Al volver sobre ella simplemente miedo. 2 Las palmas de la espuma oscurecen todo y el amor abstruso. Las palmas de la espuma oscurecen todo y el amor abstruso.
es
Buesa,José_Ángel
<XXI
Pequeña_Canción_2
Aún alegran tu calle los viejos mediodías y la sombra del álamo refresca tu portal, todo está como entonces, cuando tú me querías, pero ya no me quieres, y todo sigue igual. Sin embargo, no importa, yo sé que me quisiste más allá de aquel beso, de aquel que no te di, y sé que alguna noche te irás quedando triste al ponerte un vestido que me gustaba a mí.
es
Machado,Antonio
<XXI
Todo_Narcisismo
Todo narcisismo es un vicio feo, y ya viejo vicio.
es
Parra,Nicanor
<XXI
Juro_Que_No_Recuerdo_Ni_Su_Nombre,
Juro que no recuerdo ni su nombre, Mas moriré llamándola María, No por simple capricho de poeta: Por su aspecto de plaza de provincia. ¡Tiempos aquellos!, yo un espantapájaros, Ella una joven pálida y sombría. Al volver una tarde del Liceo Supe de la su muerte inmerecida, Nueva que me causó tal desengaño Que derramé una lágrima al oírla. Una lágrima, sí, ¡quién lo creyera! Y eso que soy persona de energía. Si he de conceder crédito a lo dicho Por la gente que trajo la noticia Debo creer, sin vacilar un punto, Que murió con mi nombre en las pupilas. Hecho que me sorprende, porque nunca Fue para mí otra cosa que una amiga. Nunca tuve con ella más que simples Relaciones de estricta cortesía, Nada más que palabras y palabras Y una que otra mención de golondrinas. La conocí en mi pueblo (de mi pueblo Sólo queda un puñado de cenizas), Pero jamás vi en ella otro destino Que el de una joven triste y pensativa Tanto fue así que hasta llegué a tratarla Con el celeste nombre de María, Circunstancia que prueba claramente La exactitud central de mi doctrina. Puede ser que una vez la haya besado, ¡Quién es el que no besa a sus amigas! Pero tened presente que lo hice Sin darme cuenta bien de lo que hacía. No negaré, eso sí, que me gustaba Su inmaterial y vaga compañía Que era como el espíritu sereno Que a las flores domésticas anima. Yo no puedo ocultar de ningún modo La importancia que tuvo su sonrisa Ni desvirtuar el favorable influjo Que hasta en las mismas piedras ejercía. Agreguemos, aún, que de la noche Fueron sus ojos fuente fidedigna. Mas, a pesar de todo, es necesario Que comprendan que yo no la quería Sino con ese vago sentimiento Con que a un pariente enfermo se designa. Sin embargo sucede, sin embargo, Lo que a esta fecha aún me maravilla, Ese inaudito y singular ejemplo De morir con mi nombre en las pupilas, Ella, múltiple rosa inmaculada, Ella que era una lámpara legítima. Tiene razón, mucha razón, la gente Que se pasa quejando noche y día De que el mundo traidor en que vivimos Vale menos que rueda detenida: Mucho más honorable es una tumba, Vale más una hoja enmohecida. Nada es verdad, aquí nada perdura, Ni el color del cristal con que se mira. Hoy es un día azul de primavera, Creo que moriré de poesía, De esa famosa joven melancólica No recuerdo ni el nombre que tenía. Sólo sé que pasó por este mundo Como una paloma fugitiva: La olvidé sin quererlo, lentamente, Como todas las cosas de la vida.
es
Lugones,Leopoldo
<XXI
En_La_Llama_Del_Verano
En la llama del verano, Que ondula con los trigales, Sus regocijos triunfales Canta el jilguerillo ufano. Canta, y al son peregrino De su garganta amarilla, Trigo nuevo de la trilla Tritura el vidrio del trino. Y con repentino vuelo Que lo arrebata, canoro, Comouna pavesa de oro Cruza la gloria del cielo.
es
Medrano,Francisco_de
<XXI
Ya_Sopla_Turbio_El_Ábrego,_Ya_Hinchado
Ya sopla turbio el ábrego, ya hinchado se encona sordo y turba el golfo Argío, ya el aquilón arrebatado y frío crece en montes las olas, ensañado. Rómpense unas con otras y erizado brama espantable el mar, lanzando impío espumas contra el cielo, y tu navío vacila entre las ondas, afanado. ¿Qué? Depón el temor, a humilde playa Dios el que admiras piélago insolente rindió, «y esta, le dijo, sea tu raya, jamás de aquí con ambicioso antojo oses pasar; aquí tu vanamente espantosa hinchazón rompe y tu enojo».
es
Flórez,Julio
<XXI
Terriblemente_Pálida,_A_Tu_Lecho
Terriblemente pálida, a tu lecho te llevé... y vi, por la hemorragia rojos tus labios mustios; tus abiertos ojos grandes y acuosos, fijos en el techo. Te entrelacé las manos sobre el pecho, y tus miembros, aún tibios flojos, palpé aturdido... y ante tus despojos, permanecí de un hálito en acecho. Fue lentamente, congelando el frío tus facciones augustas y serenas; quedó tu cuerpo rígido y... vacío; porque, bajo tu carne de azucenas, también huyó, con el sangriento río, hasta el azul del cauce de tus venas.
es
Peña_del_Bosque,Leopoldo
XXI
La_Cascadita_De_Aquel_Riachuelo_Que_Va_A_La_Ermita
La cascadita de aquel riachuelo que va a la ermita, Ermita mi alma, que tu has dejado, sola y sin ti, Y ya no emergen límpidas aguas que ahí nacían, La cruel sequía de tus ausencias ya la secó. La blanca espuma de aquellas aguas llenas de flores, Que las magnolias como suspiros hacían caer, Hasta las piedras lloran muy tristes por tus ausencias, Ya se han secado, ruedan de pena, penas de amor. Y ya no pasan inquietas aguas por las riberas, Ya solo hay polvo, polvo de olvido, de soledad, Y si volvieras como los trinos por las mañanas, Vendrían las lluvias y las magnolias a florecer. El viejo sauce de nuestra ermita no se ha secado, Tiene raíces que van ahondando en su dolor, Dolor tan triste como esta pena que me has dejado, Que duele tanto, que llora tanto, de estar sin ti. Y nuestros nombres siguen grabados en su corteza, Los corazones entrelazados siguen ahí, Y de esa herida que guarda el sauce de tu recuerdo, Brotan mis penas, lloros de olvido, penas de amor, Brotan mis penas, ríos de ausencia, de soledad...
es
García_Vargas,Antonio
XXI
Alzó_Las_Alas
Alzó las alas, se posó en mi boca; espiga de paz
es
Castañeda_Aragón,Gregorio
<XXI
La_Canción_Del_Marinero
Con la primera luz surgió la clara canción de un marinero. Un fresco canto que venía de lejos, de los montes cubiertos de verdor. Y soplaba tan recia la ancha ráfaga, que inquietando la voz áspera y ruda la hacían tornar a los nativos montes como un pájaro loco. Así tu alma salvaje, oh marinero que fuiste labrador, torna a la tierra húmeda y negra donde echaste el grano. Y los ramajes fértiles, regados con tu sangre, ahora sienten la frescura de tu canto en la brisa mañanera.
es
Madrid,Marco_Antonio
XXI
Remanso
El hombre pasa. Su palabra queda templando un instante sobre el agua, un instante, después es una lágrima. Un instante nada más, un instante sobre el agua. El hombre pasa. El sol es alto en sus pupilas y el viento robusto en su mirada. ¿No escuchas el incesante batir de unas olas en su sangre? ¿El canto transitorio de las aves surcando la memoria? ¿El reproche de unas huellas, el antiguo rencor de sus pisadas? El hombre pasa. El sol se apaga dejando un remanso de sombras en sus labios, y no hay sueños, ni mundos que pueda redimir, ni credos que lo salven. Tan sólo hay una herida que sangra en su costado, y sus palabras, lágrimas disueltas sobre el agua. Un instante nada más, un instante sobre el agua. El hombre pasa. El sol es alto en sus pupilas y el viento robusto en su mirada. ¿No escuchas el incesante batir de unas olas en su sangre? ¿El canto transitorio de las aves surcando la memoria? ¿El reproche de unas huellas, el antiguo rencor de sus pisadas? El hombre pasa. El sol se apaga dejando un remanso de sombras en sus labios, y no hay sueños, ni mundos que pueda redimir, ni credos que lo salven. Tan sólo hay una herida que sangra en su costado, y sus palabras, lágrimas disueltas sobre el agua. El hombre pasa. El sol es alto en sus pupilas y el viento robusto en su mirada. ¿No escuchas el incesante batir de unas olas en su sangre? ¿El canto transitorio de las aves surcando la memoria? ¿El reproche de unas huellas, el antiguo rencor de sus pisadas? El hombre pasa. El sol se apaga dejando un remanso de sombras en sus labios, y no hay sueños, ni mundos que pueda redimir, ni credos que lo salven. Tan sólo hay una herida que sangra en su costado, y sus palabras, lágrimas disueltas sobre el agua. El sol es alto en sus pupilas y el viento robusto en su mirada. ¿No escuchas el incesante batir de unas olas en su sangre? ¿El canto transitorio de las aves surcando la memoria? ¿El reproche de unas huellas, el antiguo rencor de sus pisadas? El hombre pasa. El sol se apaga dejando un remanso de sombras en sus labios, y no hay sueños, ni mundos que pueda redimir, ni credos que lo salven. Tan sólo hay una herida que sangra en su costado, y sus palabras, lágrimas disueltas sobre el agua. ¿No escuchas el incesante batir de unas olas en su sangre? ¿El canto transitorio de las aves surcando la memoria? ¿El reproche de unas huellas, el antiguo rencor de sus pisadas? El hombre pasa. El sol se apaga dejando un remanso de sombras en sus labios, y no hay sueños, ni mundos que pueda redimir, ni credos que lo salven. Tan sólo hay una herida que sangra en su costado, y sus palabras, lágrimas disueltas sobre el agua. El hombre pasa. El sol se apaga dejando un remanso de sombras en sus labios, y no hay sueños, ni mundos que pueda redimir, ni credos que lo salven. Tan sólo hay una herida que sangra en su costado, y sus palabras, lágrimas disueltas sobre el agua. El sol se apaga dejando un remanso de sombras en sus labios, y no hay sueños, ni mundos que pueda redimir, ni credos que lo salven. Tan sólo hay una herida que sangra en su costado, y sus palabras, lágrimas disueltas sobre el agua. Tan sólo hay una herida que sangra en su costado, y sus palabras, lágrimas disueltas sobre el agua.
es
Agustini,Delmira
<XXI
La_Luna_Es_Pálida_Y_Triste,_La_Luna_Es_Exangüe_Y_Yerta
La luna es pálida y triste, la luna es exangüe y yerta. La media luna figúraseme un suave perfil de muerta... Yo que prefiero a la insigne palidez encarecida De todas las perlas árabes, la rosa recién abierta, En un rincón del terruño con el color de la vida, Adoro esa luna pálida, adoro esa faz de muerta! Y en el altar de las noches, como una flor encendida Y ebria de extraños perfumes, mi alma la inciensa rendida. Yo sé de labios marchitos en la blasfemia y el vino, Que besan tras de la orgia sus huellas en el camino; Locos que mueren besando su imagen en lagos yertos... Porque ella es luz de inocencia, porque a esa luz misteriosa Alumbran las cosas blancas, se ponen blancas las cosas, Y hasta las almas más negras toman clarores inciertos!
es
García_Cabrera,Pedro
<XXI
No_Digáis_Que_Conocéis
No digáis que conocéis el pueblo de La Matanza si sólo la carretera bordeáis sobre la marcha. El pueblo está más arriba, más corazón de su casa, más atril del sol poniente, más pájaro de su jaula, donde le nació una muerte de tanta solera y casta que jamás nadie ha podido entrar a descabellarla. Entre vía y caserío las pendientes dan la cara y los caminos se tensan como cuerdas de guitarra. Todos te dicen adiós silos subes o los bajas y sientes como el saludo hace las cuestas más llanas. Por la carretera, en cambio, no te dirán nunca nada, que el asfalto no se ha hecho para transitar palabras. ¡Qué dos mundos tan distintos a tan mínima distancia: el de la estrella fugaz y este que medita en calma higueras de soledades y viñedos de esperanza. Y entre estos polos, la calle de una intimidad que alarga el bies del silencio a hombros de la mar y la montaña. Una calle que no evoca el calvario de una espada, la ráfaga de una onda ni la momia de una lágrima. Una calle con el aire del pasillo de una casa; el puro fiel del sosiego pesando un tiempo de brasas. El barranco de Cabrera, platillo de esta balanza, es solemne como un órgano cargado de resonancias. Aquí el peso de la muerte cortó los trinos del agua y sólo queda el recuerdo de una fuente abandonada. Mis ojos leen en ella oscuras letras cifradas, vencedoras del olvido, entre viñetas de zarzas. Sabed que un poblado guanche tengo en la cuevas del alma que la sombra de un barranco se me mete en las entrañas y que el cáliz de mi sangre se arrodilla en La Matanza.
es
Borges,Jorge_Luis
<XXI
1972
Temí que el porvenir (que ya declina) sería un profundo corredor de espejos indistintos, ociosos y menguantes, una repetición de vanidades, y en la penumbra que precede al sueño rogué a mis dioses, cuyo nombre ignoro, que enviaran algo o alguien a mis días. Lo hicieron. Es la Patria. Mis mayores la sirvieron con largas proscripciones, con penurias, con hambre, con batallas, aquí de nuevo está el hermoso riesgo. No soy aquellas sombras tutelares que honré con versos que no olvida el tiempo. Estoy ciego. He cumplido los setenta; no soy el oriental Francisco Borges que murió con dos balas en el pecho, entre las agonías de los hombres, en el hedor de un hospital de sangre, pero la Patria, hoy profanada quiere que con mi oscura pluma de gramático, docta en las nimiedades académicas y ajena a los trabajos de la espada, congregue el gran rumor de la epopeya y exija mi lugar. Lo estoy haciendo.
es
Blanco,Andrés_Eloy
<XXI
Segundo_Soneto_Del_Crepúsculo
Fue como el esqueleto de Don Quijote. Tísica, la torre en sus campanas cantaba su dolor; por los dos ojos negros le entraba el sol al alma con cada campanada se iba un rayo de sol... Negra como la torre del viejo Galileo, negra como la negra frente de Saint Germain— la que agitó en sus bronces el alma de los Médicis, el alma shakespeareana de San Bartolomé. Los ojos me miraron melancólicamente el sol en su agonía le dio un beso en la frente, sonó en la torre un Ángelus como un golpe de tos; Un vómito de sangre fue el crepúsculo rojo... Creí ver a la luna que se entraba en un ojo de la mística torre, como una extremaunción.
es
Jiménez,Juan_Ramón
<XXI
Madrugada
El viento rinde las ramas con los pájaros dormidos. —Abre tres veces el faro su ojo verde—. Calla el grillo. ¡Qué lejos, el huracán pone, uno de otro, los sitios! ¡Qué difícil es lo ficil! ¡Qué cerrados los caminos! Parece que se ha trocado todo. Pero al claror íntimo se ven arenas y flores, donde ayer tarde las vimos.
es
Pombo,Rafael
<XXI
El_Alma_Y_El_Niño
«¿Dónde está Papá Divino? Preguntó a su niño el ama; Te daré un dulce en la cama Si me respondes con tino». Y él, con sonrisa de cielo. Repúsole: «Y yo, bah! bah! Te daré un rizo de pelo Si dices dónde no está». ¿Dónde está Papá Divino? dónde no está»
es
Agustini,Delmira
<XXI
La_Ruptura
Érase una cadena fuerte como un destino, Sacra como una vida, sensible como un alma; La corté con un lirio y sigo mi camino Con la frialdad magnífica de la Muerte... Con calma Curiosidad mi espíritu se asoma a su laguna Interior, y el cristal de las aguas dormidas, Refleja un dios o un monstruo, enmascarado en una Esfinge tenebrosa suspensa de otras vidas.
es
Vadillo_Omaña,Gabriela
XXI
Volvamos_A_Encontrarnos
Volvamos a encontrarnos, por favor me haces mucha falta, y no quiero decir con esto que antes no te extrañara, es que no me atrevía a decírtelo... tu sabes por que cosa. Hubiera querido dejar de quererte en este tiempo... y sabes, es que no he podido. Ni siquiera alejarme físicamente de ti me sirvió, al contrario te hecho tanto de menos. Nadie ni nada ha logrado consolarme de no estar contigo, he buscado personas y lugares, y situaciones diferentes, y en cada lugar, algo insignificante me remonta a ti. Y apenas me acuerdo de que me dijiste que no me querías, o mas bien no quiero acordarme, y quiero volverte a ver para que creas que si me quieres, y poder besarte, como quiero besarte. Volvamos a encontrarnos, en un terreno neutral, que no este ligado a nuestro pasado, tal vez si me ames y no te acuerdes, o tal vez yo ya no te ame... y me de cuenta. Hubiera querido dejar de quererte en este tiempo... y sabes, es que no he podido. Ni siquiera alejarme físicamente de ti me sirvió, al contrario te hecho tanto de menos. Nadie ni nada ha logrado consolarme de no estar contigo, he buscado personas y lugares, y situaciones diferentes, y en cada lugar, algo insignificante me remonta a ti. Y apenas me acuerdo de que me dijiste que no me querías, o mas bien no quiero acordarme, y quiero volverte a ver para que creas que si me quieres, y poder besarte, como quiero besarte. Volvamos a encontrarnos, en un terreno neutral, que no este ligado a nuestro pasado, tal vez si me ames y no te acuerdes, o tal vez yo ya no te ame... y me de cuenta. Nadie ni nada ha logrado consolarme de no estar contigo, he buscado personas y lugares, y situaciones diferentes, y en cada lugar, algo insignificante me remonta a ti. Y apenas me acuerdo de que me dijiste que no me querías, o mas bien no quiero acordarme, y quiero volverte a ver para que creas que si me quieres, y poder besarte, como quiero besarte. Volvamos a encontrarnos, en un terreno neutral, que no este ligado a nuestro pasado, tal vez si me ames y no te acuerdes, o tal vez yo ya no te ame... y me de cuenta. Y apenas me acuerdo de que me dijiste que no me querías, o mas bien no quiero acordarme, y quiero volverte a ver para que creas que si me quieres, y poder besarte, como quiero besarte. Volvamos a encontrarnos, en un terreno neutral, que no este ligado a nuestro pasado, tal vez si me ames y no te acuerdes, o tal vez yo ya no te ame... y me de cuenta. Volvamos a encontrarnos, en un terreno neutral, que no este ligado a nuestro pasado, tal vez si me ames y no te acuerdes, o tal vez yo ya no te ame... y me de cuenta.
es
Buesa,José_Ángel
<XXI
Canción_Al_Olvido
Aquel amor que se nos fuera no lo debemos recordar: Árbol que muere en primavera ya nunca vuelve a retoñar. Perla que en el humo se disuelve, peregrina de la emoción, la ilusión que se va, no vuelve jamás a nuestro corazón. Vanamente, pretenderemos dar a una rosa mustia color. Así tampoco logramos dar nueva vida a un muerto amor. Aquel amor que se nos fuera no lo debemos recordar: Árbol que muere en primavera ya nunca vuelve a retoñar. Cuando el amor se siente extraño en el pecho, ya no es amor, y retenerlo es un engaño que tortura al engañador... Déjalo ir... deja vacío ese hueco en tu corazón, en las cenizas de tu hastío pon la brasa de otra ilusión... Aquel amor que se nos fuera no lo debemos recordar: Árbol que muere en primavera ya nunca vuelve a retoñar... Muerto está el amor al que envuelve en llamas la imaginación: La ilusión que se va, no vuelve jamás a nuestro corazón. Es ley amarga de la vida de todo sueño despertar: Sobre las huellas de una huida es inútil querer soñar... Así, triste, pero sumisa, aceptando el dolor, mujer, di adiós con tu mejor sonrisa a lo que nunca ha de volver... Enigma que si se resuelve nos desencanta, es la pasión: La ilusión que se va, no vuelve jamás a nuestro corazón... Juntemos, pues, las manos frías, y digamos una oración por las pasadas alegrías y por la actual desilusión. Y con humilde voz, pidamos pronto consuelo a este dolor, por lo mucho que nos amamos en lo breve de nuestro amor... Como la mar, no vuelve al río su agua, la ilusión, una vez que se va, no vuelve jamás a nuestro corazón. Aquel amor que se nos fuera no lo debemos recordar: Árbol que muere en primavera ya nunca vuelve a retoñar!... Hay que vivir, hay que olvidar...
es
García_Cabrera,Pedro
<XXI
Y_Amaneció_La_Posguerra
Y amaneció la posguerra descabellando luceros. Nadie la creyó cautiva de un crepúsculo de gestos ni quiso saberla nadie empuñadura de acero. La frente pensó del agua que llegaría batiendo con palomas mensajeras el ala libre del cielo. Pensamos el agua y yo: dos palpitantes espejos en cuyos fondos temblaban los olivos del silencio. Los ayer toros de lidia, los toros bravos del fuego, mugiendo por los caminos y liberando los pueblos, fueron del alba desnuda los desmandados cabestros que rumiaban de esperanza dianas floridas de almendros. Pero cruzaron los días con un áspid en los senos, un llanto de calabozos y un acerico de trenos. Las valvas de la ternura cerradas permanecieron. ¿Dónde, dónde los refugios de cálidos terciopelos? Sin retoñar.hojas verdes los horizontes siguieron. De tu ilusión, larga cola de un bizarro romancero, sólo te restan las huellas de un epitafio de sueños embalsado en la mejilla transparente del recuerdo. A mí también me sollozas coronas de crisantemos. Y me miras y te miro, lágrimas de un mismo duelo, salmos de hiel y vinagre, panales de un avispero. Las antiguas golondrinas las picotean los cuervos. En las venas se me ahondan los cristales del encierro y volutas de corales sostienen mi cautiverio. El entredós de las horas bordaremos con denuedo aunque la sombra anochezca en la gruta de mi cuerpo.
es
Montobbio,Santiago
<XXI
Para_Una_Teología_Del_Insomnio
Minuciosamente sueño a Dios durante el día para por la noche poder creer que me perdona. Desde la culpa de no ser feliz, de no haberlo sido, desencuaderno mis ojos huecos y de sobras sé que no dormir es un rastro del infierno. Desde la culpa de no ser feliz, de no haberlo sido, desencuaderno mis ojos huecos y de sobras sé que no dormir es un rastro del infierno.
es
Machado,Antonio
<XXI
¡Torreperogil!
¡Torreperogil! ¡Quién fuera una torre, torre del campo del Guadalquivir! Sol en los montes de Baza. Mágina y su nube negra. En el Aznaitín afila su cuchillo la tormenta. En Garciez hay más sed que agua; en Jimena, más agua que sed ¡Qué bien los nombres ponía quien Puso Sierra Morena a esta serranía! En Alicún se cantaba: «Si la luna sale, mejor entre los olivos que en los espartales». Y en la Sierra de Quesada; «Vivo en pecado mortal: no te debiera querer; por eso te quiero más». Tiene una boca de fuego y una cintura de azogue. Nadie la bese. Nadie la toque. Cuando el látigo del viento suena en el campo: ¡amapola! (como llama que se apaga o beso que no se logra) su nombre pasa y se olvida. Por eso nadie la nombra. Lejos, por los espartales, más allá de los olivos, hacia las adelfas Y los tarayes del río, con esta luna de la madrugada, ¡amazona gentil del campo frío!...
es
Diego,Eliseo
<XXI
La_Eternidad_Por_Fin_Comienza_Un_Lunes
La eternidad por fin comienza un lunes y el día siguiente apenas tiene nombre y el otro es el oscuro, al abolido. Y en él se apagan todos los murmullos y aquel rostro que amábamos se esfuma y en vano es ya la espera, nadie viene. La eternidad ignora las costumbres, le da lo mismo rojo que azul tierno, se inclina al gris, al humo, a la ceniza. Nombre y fecha tú grabas en un mármol, los roza displicente con el hombro, ni un montoncillo de amargura deja. Y sin embargo, ves, me aferro al lunes y al día siguiente doy el nombre tuyo y con la punta del cigarro escribo en plena oscuridad: aquí he vivido.
es
García_Fernández,José_Ángel
XXI
Un_Momento_De_Aire
Suave llegas a mi lado, mariposa en la siesta, siembras en mi costado todas tus dudas. Metáfora de mí, hablas de mis cosas mejor que yo mismo, desde la experiencia de mi agua y de mi tierra. Suave llegas y te quedas, mariposa en la tarde, habitas mi silencio desamueblado. Extranjera de mí, desarraigada, buscas el billete que te aleje del desorden del destino. Suave llegas a mi lado, mariposa, tan breve, y sé que amo tu errático vuelo. Extensión de mi voz, te desvaneces en un momento de aire, después otro... y te pierdo de nuevo.
es
Hahn,Óscar
<XXI
Emergió_De_Aguas_Tibias
Emergió de aguas tibias y maternales para viajar a heladas aguas finales. A las aguas finales de oscuros puertos donde otra vez son niños todos los muertos.
es
Fuertes,Gloria
<XXI
No_Sé_Escupir
No sé escupir, pero voy a aprender para escupir sobre las tumbas de todos los culpables de las guerras. No tengo uñas, pero quisiera tener garras para atrapar desde mi altura a los hombres reptiles. No tengo poder, pero tengo la fuerza de los pueblos que sufren. No tengo cultura, pero tengo el corazón sabio de estar con los que no tienen nada.
es
Cárdenas_Saldivia,José_Luis
XXI
Sombras
Rostro maligno oculto entre apariencias, recorres largas distancias llevando contigo inesperada verdad; Desapareces de las visiones comunes, alquilando un cuarto en el rincón de las tres añoranzas; Sobre el papel te ensucias a diario, revolcándote en desprecio sobre los que de mano en mano lo ven pasar; Sobre el cuerpo engañas a tu antojo, cubriendo las realidades con reflejos y exiguos movimientos; Lastimas de verdad maldita apariencia; en la formación espiritual... En la difícil aceptación de la mutua confianza, En el reconocimiento del buen sentido y los anhelos reservados, En ese tramo martirizas, desilusionas, oprimes y apartas grandes ilusiones; En ese plano revives tu alma enterrada... ciegamente lejana. ...¿Qué ignorante la vida que no acepta tu corta paciencia?; ...¿Qué trágico arrepentimiento preservan quienes sustentan a diario el reconocimiento absoluto de esta verdad?... ...Ciertamente, estarás respirando cerca, caminando cerca, observando quietamente la vergüenza, tu leal compañera; Cuando atentas su avaro apetito, te libra de encierro y sombra plena, Te abre el camino y te muestra la luz, Permaneces entonces, bajo nuestro cuidado... hasta donde resista... La arrinconada y desprevenida conciencia.
es
Lugones,Leopoldo
<XXI
Mapamundi
Como delgado alambre, un aura fría Por el aire de vidrio cruza a ratos. La luna hunde entre escombros insensatos, Tras los mares de mármol su agonía. En constricción de enormes pugilatos, Raya los lurtes acerada estría, Cuajando largas venas de agua umbría Inyectadas de lividos sulfatos. Un gran reno lapón, hacia el aprisco Vuelve sus belfos húmedos y tiernos; Y erizado de amor su pelo arisco, Brama en el corazón de los inviernos A la luna glacial en cuyo disco Inscribe el tosco ramo de sus cuernos.
es
Alberti,Rafael
<XXI
Rubios,_Pulidos_Senos_De_Amaranta,
Rubios, pulidos senos de Amaranta, por una lengua de lebrel limados. Pórticos de limones, desviados por el canal que asciende a tu garganta. Rojo, un puente de rizos se adelanta e incendia tus marfiles ondulados. Muerde, heridor, tus dientes desangrados, y corvo, en vilo, al viento te levanta. La soledad, dormida en la espesura, calza su pie de céfiro y desciende del olmo alto al mar de la llanura. Su cuerpo en sombra, oscuro, se le enciende, y gladiadora, como un ascua impura, entre Amaranta y su amador se tiende.
es
Feijoo,Marcos
XXI
Tengo_Entre_Mis_Labios
Tengo entre mis labios tus labios, entre mis manos tus manos y entre mis piernas tus piernas. Te tengo a ti entre mi cuerpo y el cielo entre la Tierra y el universo.
es
Maury,Juan_María
<XXI
La_Timidez
A las márgenes alegres Que el Guadalquivir fecunda, donde ostenta pomposo El orgullo de su cuna, Vino Rosalba, sirena De los mares que tributan A España, entre perlas y oro, Peregrinas hermosuras. Más festiva que las auras, Más ligera que la espuma, Hermosa como los cielos, Gallarda como ninguna, Con el hechicero adorno De tantas bellezas juntas, No hay corazón que no robe, Ni quietud que no destruya. Así Rosalba se goza, Mas la que tanto procura Avasallar libertades, Al cabo empeña la suya. Lisardo, joven amable, Sobresale entre la turba De esclavos que por Rosalba Sufren de amor la coyunda. Tal vez sus floridos años No bien de la edad adulta Acaban de ver cumplida La primavera segunda. Aventajado en ingenio, Rico en bienes de fortuna, Dichoso, en fin, si supiera Que audacias amor indulta, Idólatra más que amante, Con adoración profunda, A Rosalba reverencia, Y deidad se la figura. Un día alcanza a otro día Sin que su amor le descubra; El respeto le encadena Y ella su respeto culpa. Bien a Lisardo sus ojos Dijeran que más presuma; Pero él, comedido amante, O los huye o no los busca. Perdido y desconsolado, Una noche en que natura A meditación convida Con su pompa taciturna, Mientras el disco mudable, En que ceñirse acostumbra, Entre celajes de nácar Esconde tímida luna; Al margen del sacro río La inocente suerte acusa, Y así fatiga los aires Con endechas importunas: «Baja tu velo Amor altivo, Mira que al cielo Osado va; Buscas en vano Correspondencia; Amor insano, Déjame ya. »Déjame el alma Que otra vez libre Plácida calma Vuelva a tener: ¡Qué digo, necio! El cielo sabe Si más aprecio Mi padecer. »Gima y padezca, Una esperanza Sin que merezca A mi deidad; Sin que le pida Jamás el premio De mi perdida Felicidad. »Tímida boca, Nunca le digas La pasión loca Del corazón, Adonde oculto Está su templo, Y ofrenda y culto Lágrimas son». Más dijera, pero el llanto, En que sus ojos abundan, Le interrumpe, y las palabras En la garganta se anudan. Cuando junto a la ribera, En un valle donde muchas Del árbol grato a Minerva Opimas ramas se cruzan, Süave cuanto sonora, Lisardo otra voz escucha, Que, enamorando los ecos Tales acentos modula: «Prepara el ensayo De más atractivos La rosa en los vivos Albores de Mayo: »Si al férvido rayo Su cáliz expone, Que el sol la corone En premio ha logrado, Y es reina del prado Y amor de Dïone. »¡Oh fuente! En eterno Olvido quedaras Si no te lanzaras Del seno materno; »Tal vez el invierno Tu curso demora, Mas tú, vencedora, Burlando las nieves, A tu ímpetu debes Los besos de Flora. »Y tú, que en dolores Consumes los años, Autor de tus daños Por vanos temores, »En pago de amores No temas enojos, Enjuga los ojos; Que el dios que te hiere Más culto no quiere Que audacias y arrojos». Rayo son estas palabras Que al ciego joven alumbran, Quien su engallo reconoce Y la voz que las pronuncia. Y al valle se arroja, adonde Testigos de su ventura Fueron las amigas sombras De la noche y selva muda; Mas muda la selva en vano Y en vano la sombra oscura: No sufre orgullosa Venus Que sus victorias se encubran. Lo que celaron los ramos Las cortezas lo divulgan, Que en ellas dulces memorias Con emblemas perpetúan. Las Náyades en los troncos La fe y amor que se juran Leyeron, y ruborosas Se volvieron a sus urnas.
es
Bañuelos,Juan
<XXI
Oboe_Nocturno
Nos lo dijo la noche reclinada como una mujer vieja En aquella colina: Partimos la soledad como el pan más amargo. Y aun así hemos seguido viviendo. Callamos puertas, deshojamos muros, Nadie nos vio correr tras el último tranvía de la noche. Repasé caminando las palabras de arena Que les dije en el bar a los amigos, Y era mi boca la boca del silencio Mordiendo aquellas cosas. (Me custodia la ira con su puño de rejas, Con el sonido extinto de la sombra. Después, Mi tardo andar imita la dirección de un río O el camino de hormigas alrededor de un árbol). Leo un anuncio de neón Que besa obscenamente la espalda de una estatua, Alguien hace el amor Y el mundo es más hermoso, Y es cierto que el sereno ronda su última vuelta Porque yo empiezo a ser testigo de los sueños. A estas horas hay muchos hombres que van y vienen Alegres, preocupados, en el medio de la calle O avanzando contra un muro. Es la hora en que la fiebre sube a los enfermos Como una hiedra sonámbula y flotante. Con los ojos fijos la música de un viejo cabaret Madura lentamente el deseo, La quemadura busca querencia en la ceniza, Y recuerdo que es jueves Sólo por darle un nombre al tiempo. Los silbatos de las fábricas cercanas Me traen preocupación y frío, Y me duele la noche y el auto que frena de repente Y el llanto del recién nacido. Lo ordena el viento oscuro Para que tú recibas las balas Del guerrillero fusilado, Para que ames Aun desangrando en luto. Y grita. Grita con toda tu piel como si fuera La lengua del mar mezclada con la noche. O aún mejor: ponla tensa como un tambor que suene Y despierte a los hombres.
es
Cetina,Gutierre_de
<XXI
Contra_El_Influjo_Del_Contrario_Cielo
Contra el influjo del contrario cielo que a nuestra voluntad cegar porfía, ha andado trabajando el alma mía por defenderla de amoroso velo. Y no bastando aquel divino celo con que me ha desviado y me desvía, pudo en el cuerpo más su fantasía, como en cosa compuesta acá en el suelo. No debe el alma ser reprehendida, pues libre sin lesión ninguna queda y sola la mortal parte ofendida. Ni basta aquella que nos vuelve en rueda, por ser elementada nuestra vida, que contra el cielo defenderla pueda.
es
Castañeda_Aragón,Gregorio
<XXI
Mar_De_Vidrio
Mar de vidrio, mar de vidrios rotos, este mar de esta costa. Las gaviotas se rompen las alas en las botellas verdes, rotas, de la taberna del mar. Vidrios del Cantábrico, vidrios del golfo de México. Catástrofe de bar.
es
Carriego,Evaristo
<XXI
Tu_Risa
Cuando escucho el rojo violín de tu risa, en el que olvidados acordes evocas, un cálido vino licor de bohemia me llena el cerebro de músicas locas. Un vino que moja tu noble garganta una húmeda jaula de finos cristales, cuyas orquestales invisibles rejas, aprisionan raros divinos zorzales. Y cuando lo escancias, cordiales de un ritmo que roba caricias a los terciopelos, caen en mi ropa, de espumas amargas, cual lluvia de estrellas de líricos cielos. ¡Tu risa! Me encanta, me obsede el oído, como un intangible sonoro teclado sobre el que han volcado los duendes amables un rico y bullente champaña dorado. No sé por qué a veces, si en rápida fuga tus polifonías se van diluyendo, por mi éxtasis pasan tristes y jocosos pierrots que muriesen llorando y riendo No sé por qué a veces me quedo pensando en óperas breves, donde colombinas hermosas y rubias, fingiesen collares de luz en las danzas de las serpentinas. O, muy vagamente, bajo mecedores gentiles ensueños de cosas francesas, me creo en florido jardín de Versalles, acechando un coro de lindas marquesas. Si acaso disipa mis hondos mutismos, con su leve magia de dulces misterios, en la quietud vibra, como una sonata de alegres clarines en un cementerio. Cuando en el silencio, custodiando el Odio, llegan del hastío las rondas crueles, sobre esas heridas: flores de la sombra, ella agita y vuelca su taza de mieles Cuando en mis severas Misas taciturnas se oye tu fanfarria, de sones ligeros, el Genio, vencido por tu musa loca suaviza del rito los bronces austeros. Tus líricas flautas y tus ocarinas anuncian la fiesta de las harmonías, y mariposean por toda la gama donde baila siempre, cautiva parlera. Por eso, semeja tu boca un mineático salón, decorado con frescos de notas, donde baila siempre, cautiva parlera, una roja dama, galantes gavotas. Por eso, te ofrecen mis cisnes altivos, que tus adorables alondras desdeñan, la dulce agonía del último canto y doblan el cuello y escuchan y sueñan. Por eso, si bebo tu risa bohemia, armónico vaso de néctares suaves ¡Mi pobre cabeza se llena de luna y claudican todos sus órganos graves!
es
Basso,Cristián
XXI
Suben_Los_Días_A_Un_Dolor_Sin_Ramas
Suben los días a un dolor sin ramas; le grita a los de enfrente: —¡No miren al suelo!— Ya pasaste por aquí y no miró nadie ni vinieron a estrecharte otra vez. Oliste la trizadura del cielo y sus vidrios zanjaron tus mejillas. Ni el viento esperó. Amoratado el cuerpo sin respiro. Una salvedad: Yo te caía a pedradas.
es
Gelman,Juan
<XXI
Había_Tomado_Como_Un_Beduino
había tomado como un beduino conservaba no obstante el acento en la esdrújula y su voz era como un desierto infinito donde los animales más extraños se amaban sus manos ascendían brevemente a subrayar el gesto de amor de una esmerángula o la danza nupcial de los promecos el beduino se alzaba de sí mismo y sacaba del fondo de su voz bellos casos de amor entre las bestias un gran ejemplo jemplo como un caramineco que a su caramineca prometió serle fiel y lo fue por kilómetros hasta que castigado por la sed del desierto y el hambre rechazó pan y agua de la otra y murió musitando “caramineca mía” y ella enterada del fin del caramineco desesperada loca de amor y de distancia besó el retrato de él y se cortó las venas y aún otros casos hubo en la voz del beduino nosotros escuchábamos debajo de la tienda tan sólo interrumpidos por piafar de caballos y estrépitos de estrellas cayendo sobre el mundo y un viento malhadado nos llenaba los ojos de arenas como viejos olvidos nunca disueltos siempre quedando un poco al fondo de botellas nacidas ya después de todo pero sabias ah las conocedoras abrigadoras guardan tu boca como alcol y el beduino tenía los ojos amarillos como el pañuelo verde que te compré una tarde sus ojos saludaban adiós todas las cosas dicen adiós de un tiempo a esta parte ¿notaste? los relojes el puerto los bodegones vos
es
Castillo,Eduardo
<XXI
Bajo_Esta_Noche_Azul,_Todas_Las_Cosas
Bajo esta noche azul, todas las cosas Que ven mis ojos: la dormida fuente, Los árboles amigos, y las rosas, Y el hechizo lunar, —todas las cosas Que ven mis ojos, me hablan de la ausente. ¿En dónde están su gracia taciturna Y sus manos traslúcidas? ¿En dónde Su cabellera fértil y nocturna Y su voz musical? Nadie responde Con mimo fraternal a mis acentos, Y hay en mi corazón aletargado La tristeza de aquellos aposentos Donde se nos ha muerto un ser amado.
es
D'Urgell_y_Rubió,Jaume
XXI
El_Mendigo
¡Atrás quedaron tantas cosas! Atrás, con mis errores, mi familia que no es mía y esas imágenes sin gobierno. Atrás, junto a los sueños, atrás, con la niñez, junto al pupitre y mis amigos, y los embates de la mentira. Atrás quedó la inocencia, atrás quedaron tantos sueños, atrás, con los proyectos, el deseo y la ilusión. Atrás, junto al olvido, atrás, como yo mismo, atrás quedamos los errados, incrédulos del mal. Atrás, con los recuerdos, las apariencias, el sexo, la vida, el tiempo, Dios, dinero, amor, ternura y fe. Tiempo ha fui un bebé: lloré y crecí como tú, estudié, luché y amé, pensé, aposté y perdí. A veces anhelo tu vida, como tú odias que yo exista, como yo exijo mi justicia, que tú pretendes poseer.
es
Neruda,Pablo
<XXI
Un_Perro_Ha_Muerto
Mi perro ha muerto. Lo enterré en el jardín junto a una vieja máquina oxidada. Allí, no más abajo, ni más arriba, se juntará conmigo alguna vez. Ahora él ya se fue con su pelaje, su mala educación, su nariz iría. Y yo, materialista que no cree en el celeste cielo prometido para ningún humano, para este perro o para todo perro creo en el cielo, sí, creo en un cielo donde yo no entraré, pero él me espera ondulando su cola de abanico para que yo al llegar tenga amistades. Ay no diré la tristeza en la tierra de no tenerlo más por compañero, que para mí jamás fue un servidor. Tuvo hacia mí la amistad de un erizo que conservaba su soberanía, la amistad de una estrella independienre sin más intimidad que la precisa, sin exageraciones: no se trepaba sobre mi vestuario llenándome de pelos o de sarna, no se frotaba contra mi rodilla como otros perros obsesos sexuales. No, mi perro me miraba dándome la atención que necesito, la atención necesaria para hacer comprender a un vanidoso que siendo perro él, con esos ojos, más puros que los míos, perdía el tiempo, pero me miraba con la mirada que me reservó toda su dulce, su peluda vida, su silenciosa vida, cerca de mí, sin molestarme nunca, y sin pedirme nada. Ay cuántas veces quise tener cola andando junto a él por las orillas del mar, en el invierno de Isla Negra, en la gran soledad: arriba el aire traspasado de pájaros glaciales, y mi perro brincando, hirsuto, lleno de voltaje marino en movimiento: mi perro vagabundo y olfatorio enarbolando su cola dorada frente a frente al Océano y su espuma. Alegre, alegre, alegre como los perros saben ser felices, sin nada más, con el absolutismo de la naturaleza descarada. No hay adiós a mi perro que se ha muerco. Y no hay ni hubo mentira entre nosotros. Ya se fue y lo enterré, y eso era todo.
es
Arciniegas,Ismael_Enrique
<XXI
La_Calle_Sola,_Plácido_El_Ambiente...
La calle sola, plácido el ambiente... Un piano suena, y vibra con tristeza; Y al compás de la música doliente Mi pensamiento a divagar empieza. ¿Quién arranca esos ritmos que así gimen? ¿Qué alma en el mundo sin amor perdida Vierte esas notas trémulas que exprimen El dolor y el cansancio de la vida? Y sigue divagando el pensamiento... Y de la luna al moribundo brillo, En alta roca donde silba el viento, Miro las torres de ojival castillo. Temblando llego al levadizo puente; Dormitan en la sombra los arqueros, Y del cielo en la bóveda luciente Parpadean los pálidos luceros. ¡Oh edad lejana que en mis sueños lloro, ¿En dónde está mi negro ferreruelo, Mi alto calzón y mis espuelas de oro, Y mi jubón de suave terciopelo? ¿En dónde está la hermosa castellana? ¿En dónde está la soñadora rubia, Que la escala no prende en la ventana, Como en las noches de tristeza y lluvia? Tiempo hace ya que tu presencia aguardo Y la angustia en mi pecho se dilata; Despierta ya que mi laúd de bardo Quiere entonar la alegre serenata. La última nota lánguida fenece, Y de la luna al moribundo brillo, En el lejano azul se desvanece La sombría silueta del castillo.
es
Berro,Adolfo
<XXI
La_Cárcel_Y_Los_Detenidos
La cárcel ne debe acarrear sufri- miento alguno ni privación que no sea indispensable, ni mucho menos influir morarmente. Allí en la ancha plaza do encumbra su frente, Velado entre sombras, el templo inmortal, Allí la morada se eleva, al Oriente, Del hombre que sigue la senda del mal. Pavor pone el verla de noche pasando Al trémulo rayo de pálida luz; Parece en el techo fantasma posando Mirar con escarnio de Cristo la cruz. Arrojan continuo palabras atroces Sus labios malditos con risa febril; Y se oyen al punto las lúgubres voces Que exhalan los reos sujetos allí. Con lívida mano la copa derrama Que tiene en sus bordes escrito «dolor». Y brillan sus ojos con súbita llama Y arrojan destellos que arranca el furor. Sin duda es la imagen del mismo demonio Que en esa morada se viene a gozar; En tanto que el Pueblo, de Dios patrimonio, En danzas y orgías procura solaz. Ríe ¡oh pueblo! tus placeres No perturban esos seres Que el delito avasalló: Si entre muros y prisiones Los sujetas a montones Qué te importa su rencor? Ríe, ríe, mientras lloran Y piedad en vano imploran Por el Santo Redentor; O tal vez, en ira ardiendo, Le blasfeman, maldiciendo De la entera creación. Tú en el cieno sumergidos, Ahí los tienes abatidos, Apurando amarga hiel: Y cual fieras los domeñas; Que eres fuerte y te desdeñas De mostrarles do está el bien. Tus verdugos les arrojan Vil sustento, que no mojan Con su llanto, ni una vez; Pues de bronce fueron hechos De esos bárbaros los pechos, Solo abiertos al placer. Tuyas son esas moradas Por el arte engalanadas, Con fragancia de azahar, Donde ostentas tu riqueza Y das culto a la belleza Y al deleite mundanal. De los seres que encadenas Las moradas solo llenas De miseria eterna están, Donde el único alimento Que se ofrece al pensamiento Un veneno es infernal. De tu seno los alejas ¡Miserables! y ahí los dejas Sin que busques su salud. Y querrás en tus locuras Que sus almas salgan puras Y sedientas de virtud! ¡Ay! de aquél que se levanta Indignado a injuria tanta Y da campo a su furor! Que no tiemblas, inhumano, Cuando pones en la mano Del verdugo el hacha atroz. Necio aquél que a la esperanza Da lugar, — de tu venganza ¿Quién se libra, pueblo, quién? Tú dominas en la tierra, Y a los mismos haces guerra Que al delito echas tal vez. Tú, si sangre han derramado, Les demandas indignado Cuenta en nombre de la grey; Y tú propio la derramas, Y gozoso al punto exclamas: «Satisfecha está mi ley». Ríe: oh pueblo encrudecido! De placer cada latido Que te agita el corazón, Llena el alma del culpable De esa rabia inexplicable Que sofoca a la razón. Ríe, goza: en tus delirios No recuerdes los martirios Infecundos ¡ay! que das: Si un cadalso se levanta, Lleva allí tu torpe planta, Leda, muestra allí tu faz.
es
Darío,Rubén
<XXI
Yo_Sé_Que_Hay_Quienes_Dicen:_¿Por_Qué_No_Canta_Ahora
Yo sé que hay quienes dicen: ¿por qué no canta ahora con aquella locura armoniosa de antaño? Ésos no ven la obra profunda de la hora, la labor del minuto y el prodigio del año. Yo, pobre árbol, produje, al amor de la brisa, cuando empecé a crecer, un vago y dulce son. Pasó ya el tiempo de la juvenil sonrisa: ¡dejad al huracán mover mi corazón!
es
Machado,Antonio
<XXI
Coplas_Mundanas
Poeta ayer, hoy triste y pobre filósofo trasnochado, tengo en monedas de cobre el oro de ayer cambiado. Sin placer y sin fortuna, pasó como una quimera mi juventud, la primera... la sola, no hay más que una: la de dentro es la de fuera. Pasó como un torbellino, bohemia y aborrascada, harta de coplas y vino, mi juventud bien amada. Y hoy miro a las galerías del recuerdo, para hacer aleluyas de elegías desconsoladas de ayer. ¡Adiós, lágrimas cantoras, lágrimas que alegremente brotabais, como en la fuente las limpias aguas sonoras! ¡Buenas lágrimas vertidas por un amor juvenil, cual frescas lluvias caídas sobre los campos de abril! No canta ya el ruiseñor de cierta noche serena; sanamos del mal de amor que sabe llorar sin pena. Poeta ayer, hoy triste y pobre filósofo trasnochado, tengo en monedas de cobre el oro de ayer cambiado. Sin placer y sin fortuna, pasó como una quimera mi juventud, la primera... la sola, no hay más que una: la de dentro es la de fuera. Pasó como un torbellino, bohemia y aborrascada, harta de coplas y vino, mi juventud bien amada. Y hoy miro a las galerías del recuerdo, para hacer aleluyas de elegías desconsoladas de ayer. ¡Adiós, lágrimas cantoras, lágrimas que alegremente brotabais, como en la fuente las limpias aguas sonoras! ¡Buenas lágrimas vertidas por un amor juvenil, cual frescas lluvias caídas sobre los campos de abril! No canta ya el ruiseñor de cierta noche serena; sanamos del mal de amor que sabe llorar sin pena. Poeta ayer, hoy triste y pobre filósofo trasnochado, tengo en monedas de cobre el oro de ayer cambiado. Pasó como un torbellino, bohemia y aborrascada, harta de coplas y vino, mi juventud bien amada. Y hoy miro a las galerías del recuerdo, para hacer aleluyas de elegías desconsoladas de ayer. ¡Adiós, lágrimas cantoras, lágrimas que alegremente brotabais, como en la fuente las limpias aguas sonoras! ¡Buenas lágrimas vertidas por un amor juvenil, cual frescas lluvias caídas sobre los campos de abril! No canta ya el ruiseñor de cierta noche serena; sanamos del mal de amor que sabe llorar sin pena. Poeta ayer, hoy triste y pobre filósofo trasnochado, tengo en monedas de cobre el oro de ayer cambiado. Y hoy miro a las galerías del recuerdo, para hacer aleluyas de elegías desconsoladas de ayer. ¡Adiós, lágrimas cantoras, lágrimas que alegremente brotabais, como en la fuente las limpias aguas sonoras! ¡Buenas lágrimas vertidas por un amor juvenil, cual frescas lluvias caídas sobre los campos de abril! No canta ya el ruiseñor de cierta noche serena; sanamos del mal de amor que sabe llorar sin pena. Poeta ayer, hoy triste y pobre filósofo trasnochado, tengo en monedas de cobre el oro de ayer cambiado. ¡Adiós, lágrimas cantoras, lágrimas que alegremente brotabais, como en la fuente las limpias aguas sonoras! ¡Buenas lágrimas vertidas por un amor juvenil, cual frescas lluvias caídas sobre los campos de abril! No canta ya el ruiseñor de cierta noche serena; sanamos del mal de amor que sabe llorar sin pena. Poeta ayer, hoy triste y pobre filósofo trasnochado, tengo en monedas de cobre el oro de ayer cambiado. ¡Buenas lágrimas vertidas por un amor juvenil, cual frescas lluvias caídas sobre los campos de abril! No canta ya el ruiseñor de cierta noche serena; sanamos del mal de amor que sabe llorar sin pena. Poeta ayer, hoy triste y pobre filósofo trasnochado, tengo en monedas de cobre el oro de ayer cambiado. No canta ya el ruiseñor de cierta noche serena; sanamos del mal de amor que sabe llorar sin pena. Poeta ayer, hoy triste y pobre filósofo trasnochado, tengo en monedas de cobre el oro de ayer cambiado. Poeta ayer, hoy triste y pobre filósofo trasnochado, tengo en monedas de cobre el oro de ayer cambiado.
es
Peinador,Miguel_Ángel
XXI
Xxiii
Se presentará sin llamar sin prolegómenos ni anuncios dejará la piel morada como el hábito de nazareno vendrán cuatro médicos con cuatro maletines y te llevará con ella con luces y con sirenas abriendo paso en el atasco para llegar donde ya no hay prisa donde ya no hay vuelta qué triste quedó la tarde el cielo te está llorando qué triste a veces la vida ¡qué solo el cielo te llora! qué triste que ahí se queda tu sangre sobre la arena y a nadie le importe verla.
es
Rugeles,Manuel_Felipe
<XXI
¡Oh!_Ciudad_De_La_Sangre
¡Oh! ciudad de la sangre, con mariposas negras y pájaros de incendio en el crepúsculo. ¡Oh! ciudad de la sangre, con hormigas rojas que lavan su hartazgo de muertos en los pozos de lluvia. ¡Oh! ciudad de la sangre, con voces rotas de clarines y banderas desgarradas. Escuchad este grito de alerta entre las llamas: Él hablaba de paz y amor en sus parábolas. Buscad su voz perdida entre las rutas altas de la montaña.
es
Gómez_Avellaneda,Gertrudis
<XXI
Pobre_Y_Humilde_Violeta
Pobre y humilde violeta, Que deshojada y perdida Por el viento compelida Sigues su impulso fatal; Ayer entre verdes hojas Pudorosa te ocultabas, Y la imagen presentabas De modestia virginal: Te acariciaban las auras En tu apacible retiro: Secreto como el suspiro De enamorada beldad. Hoy de tu tallo arrancada Vagas ¡ayl con rumbo incierto Por el camino desierto Do te impele el huracán: Y sumisa te abandonas Al poder que te arrebata, Ya te eleve, ya te abata Su caprichosa crueldad. Mas no ¡cuitada! lamentes De tu suerte los rigores, Que la reina de las flores La sufre, violeta, igual. Hasta la soberbia palma Cede humilde a tal destino, Y en inquieto remolino Contigo sus hojas van: Que el huracán inclemente Beldad ni orgullo respeta, Y a rosa, palma, y violeta, Un mismo sepulcro da.
es
Valencia,Guillermo
<XXI
El_Triunfo_De_Nerón
Al jonio carro uncidos con áspera cadena los férvidos corceles presienten la fatiga, y el ojo atento al brazo del coronado auriga, escarban el estadio, sacuden la melena. De las broncíneas trompas por la candente arena la voz el viento expande, que la inquietud mitiga; y con los ojos fijos en la imperial cuadriga, el pueblo de la Loba los ámbitos atruena. Sobre el marfil luciente de la carroza erguido, Nerón la gloria ostenta de su oriental vestido. Alzando el haz de bridas, con indignada mano vibra la fusta. El grito de la victoria sube... y entre el dorado cerco de polvorosa nube se borra el grupo móvil en el confín lejano...
es
Flórez,Julio
<XXI
Pasa_Ya
Errante nube que pasas por el cielo, ¿a dónde vas? —¡Al sur!— Si a mi patria llegas, y ves a mi amada, dile que no la olvido jamás. Desátate en densa lluvia sobre su jardín, y ve si están mustias por mi ausencia, si sus flores están tristes, y diles que volveré!... Errante nube que pasas, —¿de dónde vienes?—De allá— —Viste a mi amada— ¡con otro!— —¿Viste sus flores? —¡Alegres! ¡Nube negra! ¡Pasa ya!
es
Pombo,Rafael
<XXI
Mirringa_Mirronga
Mirringa Mirronga, la gata candonga Va a dar un convite jugando escondite, Y quiere que todos los gatos y gatas No almuercen ratones ni cenen con ratas. «A ver mis anteojos, y pluma y tintero, Y vamos poniendo las cartas primero. Que vengan las Fuñas y las Fanfarriñas, Y Ñoño y Marroño y Tompo y sus niñas. »Ahora veamos qué tal la alacena. Hay pollo y pescado, ¡la cosa está buena! Y hay tortas y pollos y carnes sin grasa. ¡Qué amable señora la dueña de casa! »Venid mis michitos Mirrín y Mirrón. Id volando al cuarto de mamá Fogón Por ocho escudillas y cuatro bandejas Que no estén rajadas, ni rotas ni viejas. »Venid mis michitos Mirrón y Mirrín, Traed la canasta y el dindirindín, ¡Y zape, al mercado! que faltan lechugas Y nabos y coles y arroz y tortuga. »Decid a mi amita que tengo visita, Que no venga a verme, no sea que enferme, Que mañana mismo devuelvo sus platos, Que agradezco mucho y están muy baratos. »¡Cuidado, patitas, si el suelo me embarran ¡Que quiten el polvo, que frieguen, que barran ¡Las flores, la mesa, la sopa!... ¡Tilín! Ya llega la gente. ¡Jesús, qué trajín!». Llegaron en coche ya entrada la noche Señores y damas, con muchas zalemas, En grande uniforme, de cola y de guante, Con cuellos muy tiesos y frac elegante. Al cerrar la puerta Mirriña la tuerta En una cabriola se mordió la cola, Mas olió el tocino y dijo «¡Miaao! ¡Este es un banquete de pipiripao!» Con muy buenos modos sentáronse todos, Tomaron la sopa y alzaron la copa; El pescado frito estaba exquisito Y el pavo sin hueso era un embeleso. De todo les brinda Mirringa Mirronga: —«¿Le sirvo pechuga?» —«Como usted disponga, Y yo a usted pescado, que está delicado». —«Pues tanto le peta, no gaste etiqueta: »Repita sin miedo». Y él dice: —«Concedo». Mas ¡ay! que una espina se le atasca indina, Y Ñoña la hermosa que es habilidosa Metiéndole el fuelle le dice: «¡Resuelle!» Mirriña a Cuca le golpeó en la nuca Y pasó al instante la espina del diantre, Sirvieron los postres y luego el café, Y empezó la danza bailando un minué. Hubo vals, lanceros y polka y mazurca, Y Tompo que estaba con máxima turca, Enreda en las uñas el traje de Ñoña Y ambos van al suelo y ella se desmoña. Maullaron de risa todos los danzantes Y siguió el jaleo más alegre que antes, Y gritó Mirringa: «¡Ya cerré la puerta! ¡Mientras no amanezca, ninguno deserta!» Pero ¡qué desgracia! entró doña Engracia Y armó un gatuperio un poquito serio Dándoles chorizo de tío Pegadizo Para que hagan cenas con tortas ajenas.
es
Jiménez,Juan_Ramón
<XXI
Perdida_En_La_Noche_Inmensa
Perdida en la noche inmensa. ¿Quien la encontrara? El que muere, cada noche mas lejos se va. Lejos, a la no esperanza. Para quien se fue, aunque el que se queda implore, no vale la fe. Y morirnos tras la muerte, no nos quita cruz, que cada muerto camina por destinta luz.
es
Buesa,José_Ángel
<XXI
Los_Navegantes_Se_Bambolean_Sobre_Las_Rutas
Los navegantes se bambolean sobre las rutas que en los inéditos mares rubrican las carabelas. Las cuerdas vibran ante las ráfagas que hinchan las velas, y el agua ruge cuando entreabre sus hondas grutas. Gajos que muestran púrpuras y otros de extrañas frutas prometen costas donde el inicio de sus estelas. Cual roncos órganos, truenan las olas sus cantinelas, peinando en tanto sus cabelleras verdes e hirsutas. De su invisible coro de liras y de violines la brisa aclara las voces tímidas en los confines donde la niebla teje su espesa malla inquietante. Las naves pasan, como un desfile de solitarios que aún exorcizan los espectros de los corsarios sobre la ruta que trazó a siglos el Almirante!...
es
Coronado,Carolina
<XXI
Qué_Hermoso_Es_Dios,_Qué_Hermosa_Su_Cabeza!
¡Qué hermoso es Dios, qué hermosa su cabeza! ¡Qué gallardo su andar, su voz qué suave! Rasgos los cielos son de su belleza, pasos los siglos de su marcha grave; la voz de la inmortal naturaleza de sus conciertos la sonora clave, su acento arroba, su mirar abrasa, tiembla el mundo a sus huellas cuando pasa. Yo me enamoro dél: pobre doncella a la ardiente pasión esclavizada, la sangre a mi cerebro se atropella a su paso, a su canto, a su mirada; medito y me consumo con la estrella, por el trueno me siento subyugada, y al ver al tiempo transcurrir ligero sufro, lo lloro, clamo, desespero. Seres tranquilos vi sobre la tierra que esta ansiedad febril nunca padecen, ni están con los espíritus en guerra, ni en éxtasis de amor se desvanecen: cuatro páginas ¡ay!, su libro encierra; nacen, medran, se nutren, envejecen, y como nada amaron ni sintieron, nunca se mueren porque no vivieron. Repose en paz el corazón helado, yo quiero ver lucir tu sol ardiente, vagar tras de tu voz por el collado, beber tu aspiración en el ambiente: ¡quiero mirar tu ceño en el nublado, tu sonrisa en la luna transparente, en las corrientes aguas tu armonía y tus halagos en el alma mía! Ése es el solo bien del sentimiento, la sola dicha de la triste alma, la sola gloria del mayor talento, del martirio mayor la sola palma; llevar por adorarte el sufrimiento, por comprenderte renunciar la calma, de la pasión en el delirio ciego ser desgraciada por sentir su fuego. Sé que al cantarte en mi ilusión suspensa la trova que mi boca te improvisa, de los pueblos tendrá por recompensa desdeñosa y sarcástica sonrisa: su atmósfera pesada, oscura y densa no dejará volar tan dulce brisa, pero en el valle puro en que la exhalo sirve a las soledades de regalo.
es
Pérez_Asensio,Miguel_Ángel
XXI
Mañana_Estaré_Cerrado_Por_Hastío
Mañana estaré cerrado por hastío pero hoy tengo de par en par abiertos mis abrazos, mis besos, mis caricias, por si te quieres resguardar de esta tormenta que está lloviendo soledad, tristeza, abatimiento, y te has dejado en casa el parapenas
es
Lugones,Leopoldo
<XXI
El_Oriente
Con irritados cobres se colora La extensión de los densos arenales, Y un humo de oro, en rizos irreales, Flota sobre la brasa de la aurora. En acerbos azules se evapora El día. La palmera en los eriales, Desgreña sobre ciegos manantiales Lóbregas crenchas de mujer que llora. Padece el dromedario macilento La resolana cruel como una llaga. Febril empieza a delirar el viento. Pesa en los hombros una angustia aciaga. Y en lento ascenso el sol, como un sangriento Bostezo de león, las sombras traga.
es
Mutis,Álvaro
<XXI
Tendido_En_Un_Jergón_De_La_Humilde_Morada
Tendido en un jergón de la humilde morada del escriba Fakhr-el-Din, Luis de Francia, noveno de su nombre, ausculta la noche del delta. Los pies descalzos de los centinelas pisan el polvo del desierto que llega con el viento. Insomne, el prisionero ha vigilado paso a paso la invasión de las sombras. Los más leves susurros se han ido apagando hasta dejarlo inmerso en el ámbito de tinieblas que palpitan en un aleteo de lienzos sin límites. Reza el Rey y pide a Dios que tenga clemencia de su gente ahora que todo ha terminado. Un sordo dolor corroe su vigilia. Por virtud de la encendida palabra del Rey Santo, caballeros y siervos burgueses y campesinos, gentes de a pie y de a caballo, acudieron de todos los rincones de Francia. Ahora quedan en el campo, ración para los buitres, o gimen en las galeras del infiel. Sólo algunos grupos en derrota consiguieron embarcar rumbo a Malta y a Chipre. Tal fue la batalla a orillas de Bar-al-Seghir. Un servidor de la escritura, Dios lo bendiga, ha dado asilo al más grande Rey de Occidente. Prisionero del Sultán de Egipto, yace en un mísero lecho al amparo de la morada de Fakhr-el-Din en un oscuro arrabal de Al-Mansurâh. El prisionero supo acoger la hospitalidad del escriba con la clara sonrisa de los bienaventuradas y la austera gentileza del abuelo de Borbones y Trastámaras. La brega de varios días de incesante batallar lo ha dejado sin más fuerzas que la de su alma señalada por la mano del Altísimo. La noche va borrando las heridas de su conciencia, va disolviendo la desfallecida miseria de su desaliento. Un centinela se asoma por la ventana pero retira presuroso la mirada al ver que Luis se ha vuelto hacia él. De ese cuerpo desmayado y sin fuerzas se desprende la inefable energía de los santos: sin armas, con las ropas desgarradas, sucias de lodo y sangre, es más sobrecogedora aún y más patente la augusta majestad de su presencia. Ningún trono podría realzar mejor le especial condición de sus virtudes que este desastrado jergón cedido por Fakhr-el Din modesto escriba en Al-Mansurâh. Reza el Rey y pide por su gente, por el orden de su reino, porque se cumpla en él la promesa del Sermón de la Montaña. El agua desciende por el delta en un silencio de aceites funerales. Se dijera que la noche ha confundido el curso del tiempo en la red de sus tinieblas incansables. Luis de Francia, noveno de su nombre, mueve apenas los labios en callada plegaria y se entrega en manos del que todo lo dispone en la vasta misericordia de sus designios. Su pecho se alza en un hondo suspiro y comienza a entrar mansamente en el sueño de los elegidos.
es
Guillén,Nicolás
<XXI
Tres_Canciones_Chilenas_-_I._Chile
Chile una rosa de hierro, fija y ardiente en el pecho de una mujer de ojos negros. —Tu rosa quiero. (De Antofagasta vengo, voy para Iquique; tan sólo una mirada me ha puesto triste). Chile: el salitral violento. La pampa de puño seco. Una bandera de fuego. —Tu pampa quiero. (Anduve caminando sobre el salitre; la Muerte me miraba, yo estaba triste). Chile: tu verde silencio Tu pie sur en un estrecho zapato de espuma y viento. —Tu viento quiero. (El ovejero ladra, la tropa sigue; la oveja mira al perro con ojos tristes). Chile: tu blanco lucero. Tu largo grito de hielo. Tu cueca de polvo pueblo. —Tu pueblo quiero. (En la cresta de un monte la luna gime; agua y nieve le lavan la frente triste). (De Antofagasta vengo, voy para Iquique; tan sólo una mirada me ha puesto triste). (Anduve caminando sobre el salitre; la Muerte me miraba, yo estaba triste). (El ovejero ladra, la tropa sigue; la oveja mira al perro con ojos tristes). (En la cresta de un monte la luna gime; agua y nieve le lavan la frente triste).
es
Góngora,Luis_de
<XXI
Pasos_De_Un_Peregrino_Son_Errante
Pasos de un peregrino son, errante, Cuantos me dictó versos dulce Musa En soledad confusa, Perdidos unos, otros inspirados. ¡O tú que de venablos impedido —Muros de abeto, almenas de diamante—, Bates los montes que de nieve armados Gigantes de cristal los teme el cielo, Donde el cuerno, del eco repetido, Fieras te expone, que — al teñido suelo, Muertas, pidiendo términos disformes— Espumoso coral le dan al Tormes!: Arrima a un frexno el frexno, cuyo acero, Sangre sudando, en tiempo hará breve Purpurear la nieve; Y, en cuanto da el solícito montero, Al duro robre, al pino levantado —Émulos vividores de las peñas— Las formidables señas Del oso que aun besaba, atravesado, La asta de tu luciente jabalina, —O lo sagrado supla de la encina Lo Augusto del dosel, o de la fuente La alta cenefa, lo majestuoso Del sitïal a tu Deidad debido—, ¡O Duque esclarecido! Templa en sus ondas tu fatiga ardiente, Y, entregados tus miembros al reposo Sobre el de grama césped, no desnudo, Déjate un rato hallar del pie acertado Que sus errantes pasos ha votado A la real cadena de tu escudo. Honre suave, generoso nudo, Libertad, de Fortuna perseguida; Que, a tu piedad Euterpe agradecida, Su canoro dará dulce instrumento, Cuando la Fama no su trompa al viento. ¡O tú que de venablos impedido —Muros de abeto, almenas de diamante—, Bates los montes que de nieve armados Gigantes de cristal los teme el cielo, Donde el cuerno, del eco repetido, Fieras te expone, que — al teñido suelo, Muertas, pidiendo términos disformes— Espumoso coral le dan al Tormes!: Arrima a un frexno el frexno, cuyo acero, Sangre sudando, en tiempo hará breve Purpurear la nieve; Y, en cuanto da el solícito montero, Al duro robre, al pino levantado —Émulos vividores de las peñas— Las formidables señas Del oso que aun besaba, atravesado, La asta de tu luciente jabalina, —O lo sagrado supla de la encina Lo Augusto del dosel, o de la fuente La alta cenefa, lo majestuoso Del sitïal a tu Deidad debido—, ¡O Duque esclarecido! Templa en sus ondas tu fatiga ardiente, Y, entregados tus miembros al reposo Sobre el de grama césped, no desnudo, Déjate un rato hallar del pie acertado Que sus errantes pasos ha votado A la real cadena de tu escudo. Honre suave, generoso nudo, Libertad, de Fortuna perseguida; Que, a tu piedad Euterpe agradecida, Su canoro dará dulce instrumento, Cuando la Fama no su trompa al viento. Arrima a un frexno el frexno, cuyo acero, Sangre sudando, en tiempo hará breve Purpurear la nieve; Y, en cuanto da el solícito montero, Al duro robre, al pino levantado —Émulos vividores de las peñas— Las formidables señas Del oso que aun besaba, atravesado, La asta de tu luciente jabalina, —O lo sagrado supla de la encina Lo Augusto del dosel, o de la fuente La alta cenefa, lo majestuoso Del sitïal a tu Deidad debido—, ¡O Duque esclarecido! Templa en sus ondas tu fatiga ardiente, Y, entregados tus miembros al reposo Sobre el de grama césped, no desnudo, Déjate un rato hallar del pie acertado Que sus errantes pasos ha votado A la real cadena de tu escudo. Honre suave, generoso nudo, Libertad, de Fortuna perseguida; Que, a tu piedad Euterpe agradecida, Su canoro dará dulce instrumento, Cuando la Fama no su trompa al viento. Honre suave, generoso nudo, Libertad, de Fortuna perseguida; Que, a tu piedad Euterpe agradecida, Su canoro dará dulce instrumento, Cuando la Fama no su trompa al viento.
es
Guillén,Nicolás
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Tus_Guantes
Tus guantes puestos en la punta de tu cuerpo de ardilla, y el punch de tu sonrisa. El Norte es fiero y rudo, boxeador. Ese mismo Broadway, que en actitud de vena se desangra para chillar junto a los rings en que tú saltas como un moderno mono elástico, sin el resorte de las sogas, ni los almohadones del clinch; ese mismo Broadway que unta de asombro su boca de melón ante tus puños explosivos y tus actuales zapatos de charol; ese mismo Broadway, es el que estira su hocico con una enorme lengua húmeda, para lamer glotonamente toda la sangre de nuestro cañaveral. De seguro que tú no vivirás al tanto de ciertas cosas nuestras, ni de ciertas cosas de allá, porque el training es duro y el músculo traidor, y hay que estar hecho un toro, como dices alegremente, para que el golpe duela más. Tu inglés, un poco más precario que tu endeble español, sólo te ha de servir para entender sobre la lona cuánto en su verde slang mascan las mandlbulas de los que tú derrumbas jab a jab. En realidad acaso no necesitas otra cosa, porque como seguramente pensarás, ya tienes tu lugar. Es bueno, al fin y al cabo, hallar un punching bag, eliminar la grasa bajo el sol, saltar, sudar, nadar, y de la suiza al shadow boxing, de la ducha al comedor, salir pulido, fino, fuerte como un bastón recién labrado con agresividades de black jack. Y ahora que Europa se desnuda para tostar su came al sol y busca en Harlem y en La Habana jazz y son, lucirse negro mientras aplaude el bulevar, y frente a la envidia de los blancos hablar en negro de verdad.
es
Unamuno,Miguel_de
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Puerta
Eres la blanca puerta del empíreo, Juan X, 9. siempre abierta al que llama, y donde se abre Hebreos I, 3. de las tinieblas—divinas entrañas— el resplandor. De par en par sus hojas —a la diestra justicia y a la izquierda misericordia—ábrensenos propicias, sobre los goznes del rosario al leño de la cruz—rodrigón—envencijado. ¡El umbral de tu cruz de Adán la tumba, y en su dintel se apoya cejijunto Luzbel, a las tinieblas acechando! ¡Pobre Luzbel, estrella de la tarde, en sombra de tinieblas convertido, caído desde el cielo como un rayo! ¡Dale, Señor, tu mano, y se derrita su sombra en las tinieblas de tu Padre, y vuelva a ser lucero matutino! ¡Desgarrón de los cielos, abertura Tú eres de Dios, y quien por Ti le mira muere de verle, al fin, de amor se muere, y muriendo de amor vida recobra, vida que nunca muere. Y es el puente, cimentado con lágrimas y sangre, tu cruz que a Ti, que eres la blanca puerta de la mansion de Dios, nos encamina por sobre el foso de este bajo mundo ¡ceñidor del Castillo celestial!
es
Arciniegas,Ismael_Enrique
<XXI
Junto_Al_Rhin,_El_Viejo_Río
Junto al Rhin, el viejo río, El río de las leyendas, Un castillo silencioso Alza sus torres de piedra, Del señor de la comarca La sombría fortaleza. La niña de ojos azules Y rizada cabellera, De tez de nieve y de grana, Casto ideal de poeta; La que mis sueños tranquilos Cruza vaporosa, aérea, Cual Holda cruza el espacio En noches de primavera, La adorada de mi vida Que me ha jurado fe eterna, Allí vive, para el mundo Escondida su belleza. Cuando las luces se apagan En las sombrías almenas, Y el castillo está embozado En su manto de tinieblas, Llego vestido de paje A la marmórea escalera Donde me aguarda mi amada, La niña de rizas trenzas, La de los ojos azules Que me ha jurado fe eterna; Y el paseo comenzamos De brazo por la alameda; Y ella al oído me dice, Con voz apagada y trémula, —En mi hombro, pensativa, Reclinada la cabeza,— Lo que ha soñado en sus noches, Sus imposibles quimeras, Las ternuras de su alma, Sus recónditas tristezas; Y yo, soñador, le narro Cuentos de hermosas princesas Enamoradas de pajes Que han muerto de amor por ellas; Y al decirle mis dolores, Mis sueños y mis tristezas, Melancólica me mira, Llora, y las manos me estrecha. Y cuando en el cielo pálido Muriendo van las estrellas, La dejo en la escalinata Y repaso la alameda, Cabizbajo, recordando Lo que olvidé junto a ella, Lo que pensaba decirle: Más sueños y más promesas. Y cruzo el Rhin en mi barca... Y en tanto en las ondas crespas Juegan con la blanca espuma Las hadas de las leyendas.
es
González,Ángel
<XXI
Viejo_Tapiz
Todo el mundo era pobre en aquel tiempo, todos entretejían sin saberlo —a veces sonreían— los hilos de tristeza que formaba la trama de la vida (inconsistente tela, pero qué estambre terco, la esperanza). Unas hebras de amor doraban un extremo de aquel tapiz sombrío en el que yo era un niño que corría no sé de qué o hacia dónde, tal vez hacia el espacio luminoso que urdían incansables las obstinadas manos amorosas. Nunca llegué a esa luz. Cuando iba a alcanzarla, el tiempo, más veloz, ya la había apagado con su pátina.
es
Jaimes_Freyre,Ricardo
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El_Camino_De_Los_Cisnes
«Crespas olas adheridas a las crines de los ásperos corceles de los vientos; alumbradas por rojizos resplandores cuando en yunque de montañas su martillo bate el trueno. »Crespas olas que las nubes oscurecen con sus cuerpos desgarrados y sangrientos, que se esfuman lentamente en los crepúsculos. Turbios ojos de la noche, circundados de misterio. »Crespas olas que cobijan los amores de los monstruos espantables en su seno, cuando entona la gran voz de las borrascas su salvaje epitalamio como un himno gigantesco. »Crespas olas que se arrojan a las playas coronadas por enormes ventisqueros, donde turban con sollozos convulsivos el silencio indiferente de la noche de los hielos. »Crespas olas que la quilla despedaza bajo el rayo de los ojos del guerrero, que ilumina las entrañas palpitantes del Camino de los Cisnes para el Rey del Mar abierto»
es
Ruiz,Felipe
XXI
Un_Poema._Una_Canción
sube a nacer conmigo hermano... es un poema. es una canción. es un poema es una canción poema! canción! me repetía la hippie mientras tarareaba: no volverás desde... una canción de Los Jaivas —decía— del disco chileno más aplaudido en el mundo un poema —decía yo— del poeta aplaudido en el mundo yo vengo a hablar... —un pobre huérfano —pero lleno de mujeres otro pobre huérfano que andaba buscando a su mami en sus amantes como yo? si, como tú como yo en ti? como tú en mí? dejamos que el gato muerto maullara a través de la cinta magnética como los ojos de la hippie como las piernas de la hippie como los porros de la hippie y nos quedamos pegados mírame desde el fondo de las sombras... qué busco entre esas piernas de hippie india? una más para hacerme la América un pacha mama?
es
Altolaguirre,Manuel
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El_Vivero
Árboles sin infancia que ignoraron la secreta niñez de la semilla, como Eva, que nació de una costilla, a ellos de troncos mil los arrancaron. Para darles el ser nunca se amaron las flores, ni entregaron a la arcilla la semilla fecunda, fue una astilla lo que en la tierra sin piedad clavaron. Ya están crecidos pero, si una herida y no el amor tuvieron como cuna, ¿qué nos puede extrañar que sea el vivero tan triste, si sus plantas sin fortuna al hacha deben el gozar de vida, segunda vida sin nacer primero?
es
Loynaz,Dulce_María
<XXI
Que_La_Vida_No_Vaya_Más_Allá_De_Tus_Brazos
Que la vida no vaya más allá de tus brazos. Que yo pueda caber con mi verso en tus brazos, que tus brazos me ciñan entera y temblorosa sin que afuera se queden ni mi sol ni mi sombra. Que me sean tus brazos horizonte y camino, camino breve, y único horizonte de carne; que la vida no vaya más allá... ¡Que la muerte se parezca a esta muerte caliente de tus brazos!...
es
Góngora,Luis_de
<XXI
Suspiros_Tristes,_Lágrimas_Cansadas,
Suspiros tristes, lágrimas cansadas, Que lanza el corazón, los ojos llueven, Los troncos bañan y las ramas mueven De estas plantas, a Alcides consagradas; Mas del viento las fuerzas conjuradas Los suspiros desatan y remueven, Y los troncos las lágrimas se beben, Mal ellos y peor ellas derramadas. Hasta en mi tierno rostro aquel tributo Que dan mis ojos, invisible mano De sombra o de aire me le deja enjuto, Porque aquel ángel fieramente humano No crea mi dolor, y así es mi fruto Llorar sin premio y suspirar en vano. Mas del viento las fuerzas conjuradas Los suspiros desatan y remueven, Y los troncos las lágrimas se beben, Mal ellos y peor ellas derramadas. Hasta en mi tierno rostro aquel tributo Que dan mis ojos, invisible mano De sombra o de aire me le deja enjuto, Porque aquel ángel fieramente humano No crea mi dolor, y así es mi fruto Llorar sin premio y suspirar en vano. Hasta en mi tierno rostro aquel tributo Que dan mis ojos, invisible mano De sombra o de aire me le deja enjuto, Porque aquel ángel fieramente humano No crea mi dolor, y así es mi fruto Llorar sin premio y suspirar en vano. Porque aquel ángel fieramente humano No crea mi dolor, y así es mi fruto Llorar sin premio y suspirar en vano.
es
Bañuelos,Juan
<XXI
Recién_Despierto
recién despierto el hombre inclinado como un pobre sastre que hilvana una prenda rasguea su guitarra. los sonidos que pasan abren la escena iv que contiene la mente de cuerpo entero en diálogo con las mujeres del tiempo/ las escenas i ii y iii pertenecen al mostruo y al espacio. el final es el hallazgo del pensamiento real inmóvil en el frío de las variaciones. ellas sólo dijeron: «tu guitarra es azul mas no tocas las cosas como son». el ojo despejado/ un puro ver sin reflexión el hombre dijo: «las cosas como son en mi guitarra son/ de otra manera: umbilical el yermo es una farsa de la lluvia/ en mi guitarra la montaña camina y la noche es de piedra». una de las mujeres suplicó: «toca un aire que nos trascienda y separe la palabra de las cosas». el guitarrista se consagra a pulsar sus sentidos y las cuerdas desfloran el resplandor del alba/ doma al monstruo indecible (que nos atañe por dentro) y despliega su fuerza hacia un cielo que piensa/ en el instante en que al final del parecer el vaso con la flor el cuadro rojo el hombre peinándose a dos espejos el escritorio y la ventana son en la guitarra como antes fueron capturados en la piedra. los sonidos transfiguran la mente entera como un periódico arrastrado por el viento cambia las noticias/ así los muros levantados son la perfección del pensamiento/ y la quietud parte de la página sin ser observada. el hombre vuelve a inclinarse —como el sastre que cose— sobre su instrumento/ y es un hombre en el cuerpo de una bestia furiosa sentado en una silla al sol/ y es una guitarra monstruosamente azul/ mientras en la pieza contigua la soprano coloratura canta el aria de la realidad que es un pájaro que nunca se posa y deja fluir sus alas como un río sin cauce. esa profunda alondra jamás calumniará a la muerte. Pervesidad de la separación desautorizo mi ternura/ vuélvanse mis ojos turbulencia/ pido castigo ejemplar a mis palabras. al alba quito la escalera para que ninguna luz suba a las ventanas/ que sea irreflexiva como un perro mi bondad que en los charcos sean glorificados mis instintos que la vida tropiece y su pie herido sea mutilado. desautorizo a mi sangre y a mi sexo/ y para mis oídos toda mi voz/ toda vez toda sombra todo siglo sea mi espalda una sábana árida. la ausencia es una unión definitiva. todo tengo prohibido: incluso la amargura. Poema interrumpido por un allanamiento Aquí la sangre, aquí tal si saliera de una enorme bestia destazada. La humareda de los siglos ahogándome. Golpeando atrás del alma, golpeado en nombre de la puerta custodiada: «Ten coraje, Bañuelos. Valor, viejo». Será en la cacería siguiente cuando mi íngrimo horizonte caiga bajo la zarpa estrujamiedo. Será. Será. Los nervios con sus patas de diarrea. Será el ciempiés errante de las fosas abiertas en los rostros. Y hallándome acosado parpadeó el espejo detrás de mi memoria. Jugué a tener memoria. Ascendí ensacerdotado de juncia y de cafetos. Corrí por los llanos de Colón. Fuí huésped a los quince de aquella cárcel municipal, y luego él «considera que es tu hijo» y «o das tu cuota o friegas los excusados» y ese olor natal de Tuxtla y sus alrededores cuando, leyendo bajo el puente, el agua era una ave larga que volaba boca arriba. Y ahora aquí, entre la producción y el miedo, «bendito seas entre todos, bendito», «no te eches a perder», «visita a tus tíos»... Avergonzado de gastar todos estos años en imágenes de aserrín, con los puños cerrados, como el lagarto al acecho del mosco en la ribera. Necio. El polvo de la persiana cae en mis hombros. Qué quiere usted. Salmuera en mi ojo izquierdo que rodea desgarrado el farallón de lo que he podido soñar, de lo que tú no soñarás: «la vida práctica es astucia, mi amigo. Jode, come y bebe. Entra al PRI»... Y todavía habrá personas que se asombren cuando cuentes que las hormigas rezan su hastío, que el odio nunca está solo, y que la sombra del durazno huele lo mismo que su flor. (Ay pequeño Sabinal de lavanderas chorreando sol bajo las miradas de las comadrejas y de la hierba asustada). Y hallándome acosado, en tanto aplaco mis nervios con sus patas de diarrea, mientras enloquezco, mientras muerdo estas paredes, acuso a la luz de que al abrir una granada se despeñó hacia adentro haciendo saltar su espuma roja idéntica a la que expulsa el azteca desollado.
es
Novo,Salvador
<XXI
Llama_El_Invierno,_Tímido_Si_Puro
Llama el Invierno, tímido si puro, muda voz de cristal, lágrima dura, y hace temblar la llama que perdura visible apenas en el monte oscuro. Abrámosle la puerta. Halle el seguro tibio recinto, dulce en la ventura de la mano tendida en que madura la semilla del Tiempo su conjuro. Llegue a nosotros tímido y discreto. Hablen sus nieves el lenguaje mudo con que viene a confiarnos su secreto. Ya nace un año más —niño desnudo—. Que los catorce versos del soneto vistan su cuerpo y sírvanle de escudo.
es
Loynaz,Dulce_María
<XXI
Poema_Liii
Amado mío, dame la rosa de ayer o la de mañana... ¡Y guarda el resto de la primavera!
es
Gómez_García,Elías_F.
XXI
En_La_Cafetería
En la cafetería miro tu marfileña mano mínima con su delicadísima osatura: con sus uñas pintadas sin anillos y la imagino en torno de mi tronco apretando ese tronco susceptible que nos hace distintos: tú charlas y te ríes y das un sorbo a una bebida nácar pero me miras y yo sé que tú sabes lo que pienso: no sé por qué algo me dice que sabes lo que pienso: lástima de las cosas imposibles...
es
Aleixandre,Vicente
<XXI
Un_Día_Para_Los_Hombres_Llegaste
Un día para los hombres llegaste. Eras, quizá, la salida del sol. Pero eras más el mar, el duro, el terso, el transparente, amenazante mar que busca orillas, que escupe luces, que deja atrás sus peces sin espinas y que rueda por los pies de unos seres humanos, ajeno al dolor o a la alegría de un cielo. Llegaste con espuma, furioso, dulce, tibio, heladamente ardiente bajo los duros besos de un sol constante sobre la piel quemada. El bosque huyó, los árboles volaron. Una sombra de pájaros oscureció un azul intangible. Las rocas se cubrieron con un musgo de fábula. Y allá remotamente, invisibles, los leones durmieron. Delicado, tranquilo, con unos ojos donde la luz nunca todavía brilló, ojos continuos para el vivir de siempre, llegaste tú sin sombra, sin vestidos, sin odio, suave como la brisa ligada al mediodía, violento como palomas que se aman, arrullador como esas fieras que un ocaso no extingue, brillador en el día bajo un sol casi negro. No, no eras el río, la fuga, la presentida fuga de unos potros camino del oriente. Ni eras la hermosura terrible de los bosques. Yo no podía cofundirte con el rumor del viento sobre el césped, donde el rostro de un hombre oye a la dulce tierra. Lejos las ciudades extendían sus tentaculares raíces, monstruos de Nínive, megaterios sin sombra, pesadas construcciones de una divinidad derribada entre azufres, que se quema convulva mientras los suelos crujen. Pero tú llegaste imitando la sencilla quietud de la montaña. Llegaste como la tibia pluma cae de un cielo estremecido. Como la rosa crece entre unas manos ciegas. Como un ave surte de una boca adorada. Lo mismo que un corazón contra otro pecho palpita. El mundo, nadie sabe donde está nadie puede decidir sobre la verdad de su luz. Nadie escucha su música veloz, que canta siempre cubierta por el rumor de una sangre escondida. Nadie, nadie te conoce, oh Amor, que arribas por una escala silenciosa, por un camino de otra tierra invisible. Pero yo te sentí, yo te vi, yo te adiviné. A ti, hermosura mortal que entre mis brazos luchaste, mar transitorio, impetuoso mar de alas furiosas como besos. Mortal enemigo que cuerpo a cuerpo me venciste, para escapar triunfante a tu ignorada patria.
es
Pardo_García,Germán
<XXI
Creación
Ansío reposar unos instantes, cual motor del espacio que voltea sin cesar y produce en su tarea, orugas y luceros crepitantes. Contra todos mis números constantes se arroja con furor una marea de gérmenes y formas, que desea sumergirse en sus aguas inundantes. Mi jornada comienza al concluirse otra jornada, y crece al erigirse delante de un delirio otro delirio. Mundos nacen y mueren en mis manos, y otros mundos renacen inhumanos, a pesar de la Nada y del martirio.
es
Álvarez_Quintero,Hermanos
<XXI
La_Mejor_Copla
En el descanso de una jornada, que si fue dura, si fue sangrienta, por ha Victoria fue coronada, junta a la hoguera que los calienta, enardecidos y decidores con fe en la vida y alma contenta, varios soldados cantan amores, como quien quiere buscando flores borrar el daño de la tormenta. Harto seguro de su donaire, toca uno de ellos una guitarra, y una garganta que se desgarra lanza esta copla, que roba el aire: La heridita que me han hecho es chiquitita y es roja: ¡bendiga Dios esta herida, que me recuerda tu boca! Con recios gritos y ¡oles! ardientes al que ha cantado premia el cornillo: porque la copla lleva a las frentes, en su lenguaje puro y sencillo la imagen viva de las ausentes cuyo retrato guarda el hatillo. Y aun no repuestos los campeones de esta alegría que en sentimiento tiene anegados los corazones cuando quejosa como un lamento de ha vihuela siempre a los sones, salta otra copla que roba el viento: Aquel base de mi madre me dio miedo de la guerra, y en la guerra soy valiente por devolvérselo a ella ¡Amor de madre! Rico tesoro que late dentro de las entrañas, como en el centro de las montañas oculto el oro: al evocarte con voz dolida, sienten los héroes como encendida sobre su rostro la intensa huella de aquellos besos de despedida que da tan sólo la boca de ella. En algún pecho brota un sollozo; algunos ojos anubla el llanto; y al advertirlo sagaz el mozo de las cantares, por el quebranto volver en gozo, para la patria tiene este canto: Que cuál patria era su patria le preguntaron a Dios, y sin pararse a pensarlo, Él dijo que era español. Estallan risas frescas y locas de honda alegría; gritan a un tiempo todas las bocas, y amortiguando la algarabía con su apostura serena y pía, pasa una virgen de blancas tocas. Lleva en sus ojos, dulces y bellos, por el insomnio martirizados de amor cristiano dulces destellos; lleva sus dedos ensangrentados, porque amorosos tocaron ellos en las heridas de los soldados. ¡Amor de todos! Este as su emblema, éste es su norte y éste su aliento, y amando a todos viva el poema de la ternura y el sufrimiento. La mira el mozo, su ardor extrema, y con el alma puesta en su acento, canta esta copla, que luego el viento lleva a más alta región suprema: La caridad no pregunta ni las nombres ni las tierras: como la mar llama al río, el llanto la llama a ella. Canto de penas del mundo entero, por generoso, por lastimero, conmueve a todos... Noble y augusta sigue la hermana por el sendero. Y otro muchacho dice al coplero con voz velada, pero robusta: —Tengo una patria por la que muero, tengo una novia que es un lucero, tengo una madre cristiana y justa, y, sin embargo, mi compañero,. ése es el canto que yo prefiero, ¡ésa es la copla que más me gusta!
es
Pombo,Rafael
<XXI
—¿En_Qué_Piensas_Todo_El_Día
—¿En qué piensas todo el día Tendido sobre la yerba? Parécesme un gran doctor Embelesado en su ciencia. —La ciencia, niño querido No es lo que a mí me alimenta; Esa es fruta del estudio, Con que Dios al hombre obsequia. Fuera el pensar para mí, Pobre animal, ardua empresa; Prefiero hacer treinta surcos Antes que aprender dos letras. Mascar bien, me importa más Que una lección en la escuela. Con las muelas masco yo, Tú, niño, con la cabeza. Pero si anhelas ser sabio Ojalá viéndome aprendas A rumiar, y rumiar mucho, Cada bocado de ciencia. El digerir, no el comer, Es lo que al cuerpo aprovecha, Y el alma, cuerpo invisible, Tiene que seguir tal regla. Sin rumiarlo bien, no engullas Ni una línea, ni una letra; El que aprende como un loro, Loro ignorante se queda.
es
González_Martínez,Enrique
<XXI
¡Oh_Noches_Tristes,_Noches_Silenciosas
¡Oh noches tristes, noches silenciosas cuyo silencio dice tantas cosas de ayer, y que del seno del olvido, que es hondo mar, en pescas milagrosas sacáis a flote lo que ha tiempo es ido!... Cuando sois estelares, los luceros son como misteriosos pebeteros que arden en el altar de las pasadas y muertas ilusiones... Si la luna os baña con su luz, una por una, en blanca teoría, van pasando visiones olvidadas... Y vosotras, oh noches enlutadas, que evocáis el misterio y el encanto de la vida interior, cuando se abisma el alma a dialogar consigo misma, ¡cuántas cosas lejanas y secretas decís al corazón de los poetas! Y cuando rasga el velo nocturno el sol en el confín del cielo ¡cómo se odia la luz, cómo intimida regresar al estruendo de la vida!... ¡Si pudierais reinar sobre las cosas eternamente, noches silenciosas!...
es
Guillén,Nicolás
<XXI
¡Ya_No_Volveré_Al_Cuartel
¡Ya no volveré al cuartel, suelto por calles y plazas, yo mismo, Pedro Cortés! Yo mismo dueño de mí, ya por fin libre de guardias, de uniforme y de fusil. Podré a mi pueblo correr, y gritar, cuando me vean: ¡aquí está Pedro Cortés! Podré trabajar al sol, y en la tierra que me espera, con mi arado labrador. Ser hombre otra vez de paz, cargar niños, besar frentes, cantar, reír y saltar. ¡Ya no volveré al cuartel, suelto por calles y plazas, yo mismo, Pedro Cortés!
es
Valente,José_Ángel
<XXI
Un_Canto
Quisiera un canto que hiciera estallar en cien palabras ciegas la palabra intocable. Un canto. Mas nunca la palabra como ídolo obeso, alimentado de ideas que lo fueron y carcome la lluvia. La explosión de un silencio. Un canto nuevo, mío, de mi prójimo, del adolescente sin palabras que espera ser nombrado, de la mujer cuyo deseo sube en borbotón sangriento a la pálida frente, de éste que me acusa silencioso, que silenciosamente me combate, porque acaso no ignora que una sola palabra bastaría para arrasar el mundo, para extinguir el odio y arrasarnos... La explosión de un silencio. Un canto nuevo, mío, de mi prójimo, del adolescente sin palabras que espera ser nombrado, de la mujer cuyo deseo sube en borbotón sangriento a la pálida frente, de éste que me acusa silencioso, que silenciosamente me combate, porque acaso no ignora que una sola palabra bastaría para arrasar el mundo, para extinguir el odio y arrasarnos... Un canto nuevo, mío, de mi prójimo, del adolescente sin palabras que espera ser nombrado, de la mujer cuyo deseo sube en borbotón sangriento a la pálida frente, de éste que me acusa silencioso, que silenciosamente me combate, porque acaso no ignora que una sola palabra bastaría para arrasar el mundo, para extinguir el odio y arrasarnos...
es
Iriarte,Juan_de
<XXI
La_Mariposa
La luz hermosa del fuego a la mariposa engaña: el sol mismo la fomenta, la imagen del sol la mata.
es
Paz,Octavio
<XXI
Entre_Ahora_Y_Ahora
Entre ahora y ahora entre yo soy y tú eres la palabra puente. Entras en ti misma al entrar en ella: como un anillo el mundo se cierra. De una orilla a otra siempre se tiende un cuerpo, un arcoiris. Yo cantaré por sus repechos, yo dormiré bajo sus arcos.
es
Agustini,Delmira
<XXI
En_Un_Álbum
Cuando abriendo tu boca perfumada, La voz dulce y perlada De tu bella garganta haces brotar, En voces de sirenas ideales, Y en arpas de sonidos celestiales, A mí me haces pensar. Cuando miro tu cuello alabastrino Y tu cuerpo divino Que al de Venus la diosa ha de igualar, Del mármol la blancura, Y del cisne la olímpica figura, Me haces recordar. ¡Cuántas veces ligera como un hada, Te he visto yo ocupada En las dulces tareas del hogar, Y entonces a mi madre, Y Carlota de Werther heroína, Me has hecho recordar!
es
Díaz_Mirón,Salvador
<XXI
Viejas_Encinas_Clavan
Viejas encinas clavan Visibles garras en la riscosa escarpa de la montaña: parecen vastas y desprendidas patas de inmensas águilas. Sueño en sobre rasa mole, tamañas falcónidas pugnaban por arrancarla y al batir alas perdieron las hincadas piernas con zarpas. Un arroyuelo baja deshecho en plata: resulta filigrana que corre y pasa, que gime y canta, que semeja que arrastra risas y lágrimas. En planicie lejana gramosa y glauca, reses vacunas pastan y a trechos braman, diseminadas por la gula, y enanas por la distancia. EI crepúsculo acaba, y el cielo guarda matiz como de gama de luz en nácar. ¡La luna salta, como sangrienta y calva cabeza humana! A través de las ramas sube con pausa: su expresión es bellaca, burlona y sabia. ¡Oh, que sarcástica la roja, la macabra testa cortada! Al cinto la canana y al hombro el arma, cruzo con poca maña maleza brava, que me señala encuentros, con uñadas en las polainas. La sombra se dilata parduzca y áurea , con transparencias de ágata sutil y extraña: asume trazas de humareda que apaga tintas de llamas. EI ábrego, con ráfaga fina y helada, sopla; y una fragancia mística y agria cunde; y en marcha sigo, con tumefacta y urgida planta. Murmullo de plegarias confusas vaga, y una tristeza trágica me llena el alma. ¡Oh, que sarcástica la roja, la macabra testa cortada!
es
Bretón_de_los_Herreros,Manuel
<XXI
Mi_Dama
Licio, si quieres saber Cuál es la bella sin par Que en amor mi pecho enciende Y esculpida en él está, Oye: pintártela quiero, de inflexible metal Tu corazón es formado, O tú la conocerás. Erguida lleva la frente Que nunca supo inclinar Ni a los encantos del oro Ni a la lisonja venal. No adorna el negro cabello Con las perlas del Catay, Y antes la encina le anuda Que el nardo y el arrayán. Es hechicera su boca Por hermosa y por veraz; Grandes, rasgados sus ojos, Y atrevido su mirar. Vence su pie en ligereza Al Austro y al Vendaval: Su talle esbelto y airoso Desdeña el peto falaz. Su mano, blanda y süave A quien amante la da, También la lanza guerrera Sabe robusta empuñar. Verde manto prende al hombro, Y apenas leve cendal Cubre su nevado seno Que esconde ardiente volcán; Y aunque sus formas celestes No cuida de recatar, Es puro candor en ella Lo que en otras liviandad. Adoradores sin cuento Sacrifican en su altar, Y aunque a todos corresponde Nadie envidia a su rival. Sabe cual otro Proteo Mil y mil formas trocar; Que, a fuer de hembra, es caprichosa, Y a fuer de potente, audaz. Ora a Belona imitando Se ciñe el casco marcial; Ora Minerva la brinda Con el ramo de la paz. Ora la embriaga y la ciega El aplauso popular Y cambia la dulce oliva Por el tirso bacanal. Niña siempre por instinto, Bien que adulta por la edad, Si no la guían se pierde; Sin firme apoyo caerá. Mas la celan dos hermanas De mayor autoridad. ¡Plegue al cielo que las dos No la abandonen jamás! Una es de las grandes almas ídolo, a veces fatal; La otra forma los lazos De la humana sociedad. Venturosa la nación Do las tres unidas van; Que sin Gloria y sin Justicia ¿Qué vale la Libertad? Mas ya la nombré; ya sabes Cuál es la bella sin par Que enciende en amor mi pecho Y esculpida en él está.
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