author
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161
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1.47M
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---|---|---|---|---|
Ibarbourou,Juana_de | <XXI | Si_Todas_Las_Gaviotas_De_Esta_Orilla | Si todas las gaviotas de esta orilla
quisieran unir sus alas,
y formar el avión o la barca
que pudiesen llevarme hasta otras playas...
Bajo la noche enigmática y espesa
viajaríamos rasando las aguas.
Con un grito de triunfo y de arribo
mis gaviotas saludarían el alba.
De pie sobre la tierra desconocida
yo tendería al nuevo sol las manos
como si fueran dos alas recién nacidas.
¡Dos alas con las que habría de ascender
hasta una nueva vida! | es |
López_Velarde,Ramón | <XXI | En_Un_Jardín | Al decir que las penas son fugaces
en tanto que la dicha persevera,
tu cara es sugestiva y hechicera
y juegan a los novios los rapaces.
Al escuchar la apología que haces
del mejor de los mundos, se creyera
que lees a Abelardo...
En voz parlera
dialogas con los pájaros locuaces.
De pronto, sin que tú me lo adivines,
cual por un sortilegio se contrista
mi alma con la visión de los jardines,
mientras oigo sonar plácidamente
los trinos de tu plática optimista
y el irisado chorro de la fuente.
Al escuchar la apología que haces
del mejor de los mundos, se creyera
que lees a Abelardo...
En voz parlera
dialogas con los pájaros locuaces.
De pronto, sin que tú me lo adivines,
cual por un sortilegio se contrista
mi alma con la visión de los jardines,
mientras oigo sonar plácidamente
los trinos de tu plática optimista
y el irisado chorro de la fuente.
De pronto, sin que tú me lo adivines,
cual por un sortilegio se contrista
mi alma con la visión de los jardines,
mientras oigo sonar plácidamente
los trinos de tu plática optimista
y el irisado chorro de la fuente.
mientras oigo sonar plácidamente
los trinos de tu plática optimista
y el irisado chorro de la fuente. | es |
Cruz,Juana_Inés_de_la | <XXI | ¡Oh_Quién,_Amado_Anfriso,_Te_Ciñera | ¡Oh quién, amado Anfriso, te ciñera
del mundo las coronas poderosas!
Que a coronar tus prendas generosas
el círculo del orbe corto fuera.
¡Quién, para eternizarte, hacer supiera
mágicas confecciones prodigiosas,
o tuviera las yerbas milagrosas
que feliz gustó Glauco en la ribera!
Mas aunque no halla medio mi cuidado
para que goces de inmortal la palma,
otro más propio mi cariño ha hallado
que el curso de tu vida tenga en calma:
pues juzgo que es el más proporcionado
de alargar una vida, dar un alma. | es |
Diego,Gerardo | <XXI | Nada_Más | Nada más
Dejar la cabeza
sobre la mesilla
Y dormir con el sueño de Holofernes
Nada más
Dejar la cabeza
sobre la mesilla
Y dormir con el sueño de Holofernes | es |
Cadenas,Rafael | <XXI | Se_Creyó_Dueño | Se creyó dueño
y ella lo obligó a la más honda encuesta,
a preguntarse qué era en realidad suyo.
Después lo tomó en sus manos
y fue formando su rostro
con el mismo material del extravío, sin desechar nada,
y lo devolvió a los brazos del origen
como a quien se amó sin decírselo. | es |
Benedetti,Mario | <XXI | Yo_Soy_La_Secretaria | Yo soy la secretaria
ideal.
Mi jefe es elegante,
mi jefe es tan discreto,
es alto, es distinguido,
es un jefe completo.
Cuando viene y me ordena:
«una copia textual»,
yo soy la secretaria
ideal.
Mi jefe tiene esposa,
dos hijos y tres criadas.
La esposa por lo menos
no lo comprende nada.
Cuando él viene y me dice:
«somos tal para cual»,
yo soy la secretaria
ideal
Mi jefe tiene un mustang
y algún departamento
donde vamos a veces
yo y su remordimiento.
Entonces lo conformo:
«es pecado venial»,
yo soy la secretaria
ideal.
Mi jefe se comporta
como un tipo maduro,
la panza disimula
cuando viste de oscuro.
Y si bosteza y dice:
«hoy no, me siento mal»,
yo soy la secretaria
ideal.
Cuando se va mi jefe,
mi jefe ese hombre viejo
yo me desarmo y quedo
sola frente al espejo.
Y a mí misma me digo
el cansado ritual:
«Yo soy la secretaria
ideal». | es |
Véner,Alonso | XXI | A_Veces,_Cuando_Te_Dibujas_Al_Viento | A veces, cuando te dibujas al viento,
deseo volarte como mi cometa de niño,
reír contigo hasta caer dormido,
esconderme en tu pelo de oficio de abejas,
y hacerte mía, como rocío
en mi piel de noche. | es |
Fernández_Rollán,César | XXI | Haiku | Esperando primaveras
en mi ventana triste,
sin macetas... | es |
Villamediana,Conde_de | <XXI | Amor_No_Es_Voluntad,_Sino_Destino | Amor no es voluntad, sino destino
de violenta pasión y fe con ella;
elección nos parece y es estrella
que sólo alumbra el propio desatino.
Milagro humano es símbolo divino,
ley que sus mismas leyes atropella,
ciega deidad, idólatra querella,
que da fin y no medio a su camino.
Sin esperanza, y casi sin deseo,
recatado del propio pensamiento,
en ansias vivas acabar me veo.
Persuasión eficaz de mi tormento,
que parezca locura y devaneo
lo que es amor, lo que es conocimiento. | es |
Morales,Rafael | <XXI | Vivir | Nadie detuvo el tiempo
en su hermosura.
Efímero es vivir,
breve es el gozo
del presuroso instante,
breve la entrega
del día que derrama
su desnudez triunfal
en nuestros ojos. | es |
Rensoli,Lourdes | XXI | —¿Qué_Se_Esconde_En_Tus_Ojos,_Mi_Gacela | —¿Qué se esconde en tus ojos, mi gacela,
qué secreto te niegas a contarme
y marchita tus noches
cuando el vino reúne a los amigos
en la suntuosa cámara
donde cada rincón es un espejo
en el que tus miradas arrancan
las más bellas canciones
al laúd y la darbûka?
—He confiado en mis fuerzas, demasiado,
y me he paseado sola por el bosque,
lejos de las seguras
verjas de los jardines del palacio,
buscaba a los derviches,
a los sabios ascetas
que apagan sus dolores y sus cuitas
en un giro infinito,
y un venablo me ha herido en el costado.
No sé de quién partió,
qué mano tensó el arco
y alimentó la sierpe con mi sangre,
pero mi voz, antaño fuerte y honda,
se ha quebrado
y mis fuerzas se apagan.
—¿Qué aleyas recitar, gacela mía,
para ahuyentar la muerte que te ronda?
¿Cómo llenar de nuevo tu aposento
con los más dulces trinos,
el color delicado de los pájaros,
los reflejos del ámbar
y la honda resonancia de las rosas
o el incienso que invade poco a poco
recuerdos y tristezas?
—Nada puedes hacer, amigo fiel,
para evitar el golpe
traidor y ponzoñoso del destino,
sin saberlo, nací para este instante.
Alguna antigua culpa de mis padres
debo pagar con el dolor que agota
sin brindar el descanso de la muerte.
—Puedo curarte con la bella música
que Dios mismo ha compuesto,
anotada en el libro de los árboles,
los rosales y prados, en las marmóreas fuentes
que ofrecen el descanso al peregrino
cuando cumple su viaje.
Puedo llenar de plumas
la sala abandonada
por cuantos acudían diariamente
a beber tu belleza de una copa,
a aspirar tu virtud en un arpegio.
—Lo pondré todo, amigo,
en las manos de Dios, el gran poeta
que escribe con las risas y las lágrimas
de todo el universo,
porque aguardar la curación es vana
esperanza de incrédulos
si su voz no la otorga.
Pide en mi nombre a los amigos
que beben a la luz de las estrellas
que derramen sus copas
por amor de la llama que se apaga.
—Habías nacido libre y venturosa,
llena de magia y fuerza,
tu canto atravesaba los ríos y desiertos
y encendía la noche con luciérnagas,
pero todo el saber y la ventura
se doblegan humildes
ante esa inmensidad que nos deslumbra
casi hasta aniquilarnos.
Mira, te han preparado
el diván más mullido,
magnolias y jazmines lo rodean,
los pebeteros calman con su aroma
el llanto más amargo.
Duerme ahora, descansa,
y olvida la traición que en tu costado anida.
Yo cantaré a la luna esas canciones
que una vez aprendimos de un poeta
ebrio y errante, solitario y pobre.
Tal vez ella lo llame
y él conozca el consuelo para ti.
—Me refugio en el sueño más amable,
preludio del Encuentro,
dí adiós a los amigos,
que algún día cercano
entonen mis canciones
y pueda revivir, cuando sus copas
se alcen hacia el Cielo.
—He confiado en mis fuerzas, demasiado,
y me he paseado sola por el bosque,
lejos de las seguras
verjas de los jardines del palacio,
buscaba a los derviches,
a los sabios ascetas
que apagan sus dolores y sus cuitas
en un giro infinito,
y un venablo me ha herido en el costado.
No sé de quién partió,
qué mano tensó el arco
y alimentó la sierpe con mi sangre,
pero mi voz, antaño fuerte y honda,
se ha quebrado
y mis fuerzas se apagan.
—¿Qué aleyas recitar, gacela mía,
para ahuyentar la muerte que te ronda?
¿Cómo llenar de nuevo tu aposento
con los más dulces trinos,
el color delicado de los pájaros,
los reflejos del ámbar
y la honda resonancia de las rosas
o el incienso que invade poco a poco
recuerdos y tristezas?
—Nada puedes hacer, amigo fiel,
para evitar el golpe
traidor y ponzoñoso del destino,
sin saberlo, nací para este instante.
Alguna antigua culpa de mis padres
debo pagar con el dolor que agota
sin brindar el descanso de la muerte.
—Puedo curarte con la bella música
que Dios mismo ha compuesto,
anotada en el libro de los árboles,
los rosales y prados, en las marmóreas fuentes
que ofrecen el descanso al peregrino
cuando cumple su viaje.
Puedo llenar de plumas
la sala abandonada
por cuantos acudían diariamente
a beber tu belleza de una copa,
a aspirar tu virtud en un arpegio.
—Lo pondré todo, amigo,
en las manos de Dios, el gran poeta
que escribe con las risas y las lágrimas
de todo el universo,
porque aguardar la curación es vana
esperanza de incrédulos
si su voz no la otorga.
Pide en mi nombre a los amigos
que beben a la luz de las estrellas
que derramen sus copas
por amor de la llama que se apaga.
—Habías nacido libre y venturosa,
llena de magia y fuerza,
tu canto atravesaba los ríos y desiertos
y encendía la noche con luciérnagas,
pero todo el saber y la ventura
se doblegan humildes
ante esa inmensidad que nos deslumbra
casi hasta aniquilarnos.
Mira, te han preparado
el diván más mullido,
magnolias y jazmines lo rodean,
los pebeteros calman con su aroma
el llanto más amargo.
Duerme ahora, descansa,
y olvida la traición que en tu costado anida.
Yo cantaré a la luna esas canciones
que una vez aprendimos de un poeta
ebrio y errante, solitario y pobre.
Tal vez ella lo llame
y él conozca el consuelo para ti.
—Me refugio en el sueño más amable,
preludio del Encuentro,
dí adiós a los amigos,
que algún día cercano
entonen mis canciones
y pueda revivir, cuando sus copas
se alcen hacia el Cielo.
No sé de quién partió,
qué mano tensó el arco
y alimentó la sierpe con mi sangre,
pero mi voz, antaño fuerte y honda,
se ha quebrado
y mis fuerzas se apagan.
—¿Qué aleyas recitar, gacela mía,
para ahuyentar la muerte que te ronda?
¿Cómo llenar de nuevo tu aposento
con los más dulces trinos,
el color delicado de los pájaros,
los reflejos del ámbar
y la honda resonancia de las rosas
o el incienso que invade poco a poco
recuerdos y tristezas?
—Nada puedes hacer, amigo fiel,
para evitar el golpe
traidor y ponzoñoso del destino,
sin saberlo, nací para este instante.
Alguna antigua culpa de mis padres
debo pagar con el dolor que agota
sin brindar el descanso de la muerte.
—Puedo curarte con la bella música
que Dios mismo ha compuesto,
anotada en el libro de los árboles,
los rosales y prados, en las marmóreas fuentes
que ofrecen el descanso al peregrino
cuando cumple su viaje.
Puedo llenar de plumas
la sala abandonada
por cuantos acudían diariamente
a beber tu belleza de una copa,
a aspirar tu virtud en un arpegio.
—Lo pondré todo, amigo,
en las manos de Dios, el gran poeta
que escribe con las risas y las lágrimas
de todo el universo,
porque aguardar la curación es vana
esperanza de incrédulos
si su voz no la otorga.
Pide en mi nombre a los amigos
que beben a la luz de las estrellas
que derramen sus copas
por amor de la llama que se apaga.
—Habías nacido libre y venturosa,
llena de magia y fuerza,
tu canto atravesaba los ríos y desiertos
y encendía la noche con luciérnagas,
pero todo el saber y la ventura
se doblegan humildes
ante esa inmensidad que nos deslumbra
casi hasta aniquilarnos.
Mira, te han preparado
el diván más mullido,
magnolias y jazmines lo rodean,
los pebeteros calman con su aroma
el llanto más amargo.
Duerme ahora, descansa,
y olvida la traición que en tu costado anida.
Yo cantaré a la luna esas canciones
que una vez aprendimos de un poeta
ebrio y errante, solitario y pobre.
Tal vez ella lo llame
y él conozca el consuelo para ti.
—Me refugio en el sueño más amable,
preludio del Encuentro,
dí adiós a los amigos,
que algún día cercano
entonen mis canciones
y pueda revivir, cuando sus copas
se alcen hacia el Cielo.
—¿Qué aleyas recitar, gacela mía,
para ahuyentar la muerte que te ronda?
¿Cómo llenar de nuevo tu aposento
con los más dulces trinos,
el color delicado de los pájaros,
los reflejos del ámbar
y la honda resonancia de las rosas
o el incienso que invade poco a poco
recuerdos y tristezas?
—Nada puedes hacer, amigo fiel,
para evitar el golpe
traidor y ponzoñoso del destino,
sin saberlo, nací para este instante.
Alguna antigua culpa de mis padres
debo pagar con el dolor que agota
sin brindar el descanso de la muerte.
—Puedo curarte con la bella música
que Dios mismo ha compuesto,
anotada en el libro de los árboles,
los rosales y prados, en las marmóreas fuentes
que ofrecen el descanso al peregrino
cuando cumple su viaje.
Puedo llenar de plumas
la sala abandonada
por cuantos acudían diariamente
a beber tu belleza de una copa,
a aspirar tu virtud en un arpegio.
—Lo pondré todo, amigo,
en las manos de Dios, el gran poeta
que escribe con las risas y las lágrimas
de todo el universo,
porque aguardar la curación es vana
esperanza de incrédulos
si su voz no la otorga.
Pide en mi nombre a los amigos
que beben a la luz de las estrellas
que derramen sus copas
por amor de la llama que se apaga.
—Habías nacido libre y venturosa,
llena de magia y fuerza,
tu canto atravesaba los ríos y desiertos
y encendía la noche con luciérnagas,
pero todo el saber y la ventura
se doblegan humildes
ante esa inmensidad que nos deslumbra
casi hasta aniquilarnos.
Mira, te han preparado
el diván más mullido,
magnolias y jazmines lo rodean,
los pebeteros calman con su aroma
el llanto más amargo.
Duerme ahora, descansa,
y olvida la traición que en tu costado anida.
Yo cantaré a la luna esas canciones
que una vez aprendimos de un poeta
ebrio y errante, solitario y pobre.
Tal vez ella lo llame
y él conozca el consuelo para ti.
—Me refugio en el sueño más amable,
preludio del Encuentro,
dí adiós a los amigos,
que algún día cercano
entonen mis canciones
y pueda revivir, cuando sus copas
se alcen hacia el Cielo.
—Nada puedes hacer, amigo fiel,
para evitar el golpe
traidor y ponzoñoso del destino,
sin saberlo, nací para este instante.
Alguna antigua culpa de mis padres
debo pagar con el dolor que agota
sin brindar el descanso de la muerte.
—Puedo curarte con la bella música
que Dios mismo ha compuesto,
anotada en el libro de los árboles,
los rosales y prados, en las marmóreas fuentes
que ofrecen el descanso al peregrino
cuando cumple su viaje.
Puedo llenar de plumas
la sala abandonada
por cuantos acudían diariamente
a beber tu belleza de una copa,
a aspirar tu virtud en un arpegio.
—Lo pondré todo, amigo,
en las manos de Dios, el gran poeta
que escribe con las risas y las lágrimas
de todo el universo,
porque aguardar la curación es vana
esperanza de incrédulos
si su voz no la otorga.
Pide en mi nombre a los amigos
que beben a la luz de las estrellas
que derramen sus copas
por amor de la llama que se apaga.
—Habías nacido libre y venturosa,
llena de magia y fuerza,
tu canto atravesaba los ríos y desiertos
y encendía la noche con luciérnagas,
pero todo el saber y la ventura
se doblegan humildes
ante esa inmensidad que nos deslumbra
casi hasta aniquilarnos.
Mira, te han preparado
el diván más mullido,
magnolias y jazmines lo rodean,
los pebeteros calman con su aroma
el llanto más amargo.
Duerme ahora, descansa,
y olvida la traición que en tu costado anida.
Yo cantaré a la luna esas canciones
que una vez aprendimos de un poeta
ebrio y errante, solitario y pobre.
Tal vez ella lo llame
y él conozca el consuelo para ti.
—Me refugio en el sueño más amable,
preludio del Encuentro,
dí adiós a los amigos,
que algún día cercano
entonen mis canciones
y pueda revivir, cuando sus copas
se alcen hacia el Cielo.
—Puedo curarte con la bella música
que Dios mismo ha compuesto,
anotada en el libro de los árboles,
los rosales y prados, en las marmóreas fuentes
que ofrecen el descanso al peregrino
cuando cumple su viaje.
Puedo llenar de plumas
la sala abandonada
por cuantos acudían diariamente
a beber tu belleza de una copa,
a aspirar tu virtud en un arpegio.
—Lo pondré todo, amigo,
en las manos de Dios, el gran poeta
que escribe con las risas y las lágrimas
de todo el universo,
porque aguardar la curación es vana
esperanza de incrédulos
si su voz no la otorga.
Pide en mi nombre a los amigos
que beben a la luz de las estrellas
que derramen sus copas
por amor de la llama que se apaga.
—Habías nacido libre y venturosa,
llena de magia y fuerza,
tu canto atravesaba los ríos y desiertos
y encendía la noche con luciérnagas,
pero todo el saber y la ventura
se doblegan humildes
ante esa inmensidad que nos deslumbra
casi hasta aniquilarnos.
Mira, te han preparado
el diván más mullido,
magnolias y jazmines lo rodean,
los pebeteros calman con su aroma
el llanto más amargo.
Duerme ahora, descansa,
y olvida la traición que en tu costado anida.
Yo cantaré a la luna esas canciones
que una vez aprendimos de un poeta
ebrio y errante, solitario y pobre.
Tal vez ella lo llame
y él conozca el consuelo para ti.
—Me refugio en el sueño más amable,
preludio del Encuentro,
dí adiós a los amigos,
que algún día cercano
entonen mis canciones
y pueda revivir, cuando sus copas
se alcen hacia el Cielo.
Puedo llenar de plumas
la sala abandonada
por cuantos acudían diariamente
a beber tu belleza de una copa,
a aspirar tu virtud en un arpegio.
—Lo pondré todo, amigo,
en las manos de Dios, el gran poeta
que escribe con las risas y las lágrimas
de todo el universo,
porque aguardar la curación es vana
esperanza de incrédulos
si su voz no la otorga.
Pide en mi nombre a los amigos
que beben a la luz de las estrellas
que derramen sus copas
por amor de la llama que se apaga.
—Habías nacido libre y venturosa,
llena de magia y fuerza,
tu canto atravesaba los ríos y desiertos
y encendía la noche con luciérnagas,
pero todo el saber y la ventura
se doblegan humildes
ante esa inmensidad que nos deslumbra
casi hasta aniquilarnos.
Mira, te han preparado
el diván más mullido,
magnolias y jazmines lo rodean,
los pebeteros calman con su aroma
el llanto más amargo.
Duerme ahora, descansa,
y olvida la traición que en tu costado anida.
Yo cantaré a la luna esas canciones
que una vez aprendimos de un poeta
ebrio y errante, solitario y pobre.
Tal vez ella lo llame
y él conozca el consuelo para ti.
—Me refugio en el sueño más amable,
preludio del Encuentro,
dí adiós a los amigos,
que algún día cercano
entonen mis canciones
y pueda revivir, cuando sus copas
se alcen hacia el Cielo.
—Habías nacido libre y venturosa,
llena de magia y fuerza,
tu canto atravesaba los ríos y desiertos
y encendía la noche con luciérnagas,
pero todo el saber y la ventura
se doblegan humildes
ante esa inmensidad que nos deslumbra
casi hasta aniquilarnos.
Mira, te han preparado
el diván más mullido,
magnolias y jazmines lo rodean,
los pebeteros calman con su aroma
el llanto más amargo.
Duerme ahora, descansa,
y olvida la traición que en tu costado anida.
Yo cantaré a la luna esas canciones
que una vez aprendimos de un poeta
ebrio y errante, solitario y pobre.
Tal vez ella lo llame
y él conozca el consuelo para ti.
—Me refugio en el sueño más amable,
preludio del Encuentro,
dí adiós a los amigos,
que algún día cercano
entonen mis canciones
y pueda revivir, cuando sus copas
se alcen hacia el Cielo.
Mira, te han preparado
el diván más mullido,
magnolias y jazmines lo rodean,
los pebeteros calman con su aroma
el llanto más amargo.
Duerme ahora, descansa,
y olvida la traición que en tu costado anida.
Yo cantaré a la luna esas canciones
que una vez aprendimos de un poeta
ebrio y errante, solitario y pobre.
Tal vez ella lo llame
y él conozca el consuelo para ti.
—Me refugio en el sueño más amable,
preludio del Encuentro,
dí adiós a los amigos,
que algún día cercano
entonen mis canciones
y pueda revivir, cuando sus copas
se alcen hacia el Cielo.
Duerme ahora, descansa,
y olvida la traición que en tu costado anida.
Yo cantaré a la luna esas canciones
que una vez aprendimos de un poeta
ebrio y errante, solitario y pobre.
Tal vez ella lo llame
y él conozca el consuelo para ti.
—Me refugio en el sueño más amable,
preludio del Encuentro,
dí adiós a los amigos,
que algún día cercano
entonen mis canciones
y pueda revivir, cuando sus copas
se alcen hacia el Cielo.
Yo cantaré a la luna esas canciones
que una vez aprendimos de un poeta
ebrio y errante, solitario y pobre.
Tal vez ella lo llame
y él conozca el consuelo para ti.
—Me refugio en el sueño más amable,
preludio del Encuentro,
dí adiós a los amigos,
que algún día cercano
entonen mis canciones
y pueda revivir, cuando sus copas
se alcen hacia el Cielo.
—Me refugio en el sueño más amable,
preludio del Encuentro,
dí adiós a los amigos,
que algún día cercano
entonen mis canciones
y pueda revivir, cuando sus copas
se alcen hacia el Cielo. | es |
Bolaño,Roberto | <XXI | He_Soñado_Labios | He soñado labios
(¿Solitarios y abiertos? ¿Partidos por el viento?
Labios como corazón de ornitorrinco
Se mueven entre las ramas Nada se escucha
(¿Han quitado el sonido? ¿El sonido bajo los árboles?)
Labios húmedos que sonríen al final de mi sueño
Sobre un fondo de hojas El empapelado
de esta pieza de hotel Dibujo tenaz
Rumor del medievo | es |
Pellicer,Carlos | <XXI | Retórica_Del_Paisaje | En el tiempo compacto
de los dos mil trescientos metros de la altura,
los paisajes están en un solo acto.
El aire es siempre exacto
en su tiempo tonal; sabe escultura
porque un pintor en tan vastos andamios
puede fraguar los delirantes cadmios
y acompasar geométricas figuras.
(Los claros adjetivos
ecuestres en caballos sustantivos...)
Porque la realidad es cosa mía,
es decir, lo que usted nunca verá,
en un plato le da Santa Lucía
los ojos convenientes. (Cortesía
de la Iglesia Romana que usted devolverá).
Veamos:
la flora es intocable; en cutis verde
la aguja del tatuaje, defensiva
punza el tacto a distancia.
Chillan flores carnales
sobre el nopal que sesga sus etapas
rimadas en elipse. Si hundo los pedales
surge en esbelto prisma el cactus órgano,
cuyo bisel alfiletero agarra
pequeñas nubes de heno.
El cactus cuya fálica erección
límite varonil marca al terreno.
El maguey en hileras militares
alerta el armamento y en su espera
endulza al agua de su sed de guerra
y emborracha al ladrón de sus panales.
Cuando se rinde al tiempo alza una lanza
de heroica flor.
Con su sombra metálica
endosela el mezquite siestas largas.
Un toro y una nube y el arbusto.
(Se hace el ojo al espacio, juega y carga).
Así es el verde quieto, la esperanza
de escultórico juego en el paisaje.
En los cambios de cielo hay un celaje
inmóvil, que se borra en su constancia.
Sólo el árbol pirú, primo del sauce,
su copa vuelca en el mantel del llano,
y en ramos de coral tiende la mano
junto a los lavaderos de algún cauce.
El verde cae en la trampa de los grises.
Cien pueblos apedrearon este valle
y por eso las casas y la calle
son de una sola pieza.
Se reduce el lenguaje y la tristeza
es sobria como sombra de detalle.
El amarillo seco se encamina,
ya entre la milpa vieja que el viento papelea,
o en la resbaladiza llaga de la mina
de arena.
Si echo la cara atrás de lo que digo,
la cordillera sube hasta las nieves
perpetuas.
Detrás de ellas el sol desnuda el cielo
y cuando le abandona sus soberbios harapos,
las dos enormes cumbres echan su historia al fuego.
Y hay águilas que cambian huracanes
por resonantes víboras,
aunque hayan de cogerlas en nopales.
La prodigiosa juventud del aire
convida a estar desnudo.
Y en un modesto orgullo de silencio
ganarse loterías de momentos
para costear los oros del escudo.
La escenografía de las quietudes.
Ya no importa el color, sino lo claro.
Sola sabiduría de los grises
que está bien en la huerta y en el teatro.
¿Para qué el adjetivo si las cosas
todas, claras, se ven por cuatro lados?
¡Los nombres de las cosas!
De este valle,
es toda la retórica. | es |
Mañoso,José | XXI | El_Tiempo_Comenzó_Con_El_Hambre | el tiempo comenzó con el hambre
antes era la calma nutritiva
luego fue el inquietante mañana
y la preocupación no fue la muerte
fue la necesidad de vivir | es |
Reina_Palazón,José_Luis | XXI | Noche_De_Verano | La noche los sostiene
sin que lo sepan. Una
pareja son. Y es sólo
el pensamiento lo que aún
los separa quizás para siempre.
Es bueno comenzar. Es bueno seguir.
Los cuerpos sienten. La noche calla.
La luz de la terraza es fría y eterna
en su techo celeste. LA puerta está cerrada.
La ventana espera con un brillo silente.
La prudencia se apoya en los brazos.
Su corta falda es rosa. Blancos
los zapatos del joven. Más allá el campo muerto.
Las miradas fijas —hacia sí misma, hacia el cuello—
no se contemplan. La noche los ignora un instante. | es |
Unamuno,Miguel_de | <XXI | Tú_Me_Levantas,_Tierra_De_Castilla | Tú me levantas, tierra de Castilla,
en la rugosa palma de tu mano,
al cielo que te enciende y te refresca,
al cielo, tu amo,
Tierra nervuda, enjuta, despejada,
madre de corazones y de brazos,
toma el presente en ti viejos colores
del noble antaño.
Con la pradera cóncava del cielo
lindan en torno tus desnudos campos,
tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro
y en ti santuario.
Es todo cima tu extensión redonda
y en ti me siento al cielo levantado,
aire de cumbre es el que se respira
aquí, en tus
páramos.
¡Ara gigante, tierra castellana,
a ese tu aire soltaré mis cantos,
si te son dignos bajarán al mundo
desde lo alto!
Tierra nervuda, enjuta, despejada,
madre de corazones y de brazos,
toma el presente en ti viejos colores
del noble antaño.
Con la pradera cóncava del cielo
lindan en torno tus desnudos campos,
tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro
y en ti santuario.
Es todo cima tu extensión redonda
y en ti me siento al cielo levantado,
aire de cumbre es el que se respira
aquí, en tus
páramos.
¡Ara gigante, tierra castellana,
a ese tu aire soltaré mis cantos,
si te son dignos bajarán al mundo
desde lo alto!
Con la pradera cóncava del cielo
lindan en torno tus desnudos campos,
tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro
y en ti santuario.
Es todo cima tu extensión redonda
y en ti me siento al cielo levantado,
aire de cumbre es el que se respira
aquí, en tus
páramos.
¡Ara gigante, tierra castellana,
a ese tu aire soltaré mis cantos,
si te son dignos bajarán al mundo
desde lo alto!
Es todo cima tu extensión redonda
y en ti me siento al cielo levantado,
aire de cumbre es el que se respira
aquí, en tus
páramos.
¡Ara gigante, tierra castellana,
a ese tu aire soltaré mis cantos,
si te son dignos bajarán al mundo
desde lo alto!
¡Ara gigante, tierra castellana,
a ese tu aire soltaré mis cantos,
si te son dignos bajarán al mundo
desde lo alto! | es |
López_Meléndez,Teódulo | XXI | Las_Palmas_De_La_Espuma | El terror arranca en la mañana al mirarse al agua. Al volver sobre ella
simplemente miedo.
2
Las palmas de la espuma oscurecen todo y el amor
abstruso.
Las palmas de la espuma oscurecen todo y el amor
abstruso. | es |
Buesa,José_Ángel | <XXI | Pequeña_Canción_2 | Aún alegran tu calle los viejos mediodías
y la sombra del álamo refresca tu portal,
todo está como entonces, cuando tú me querías,
pero ya no me quieres, y todo sigue igual.
Sin embargo, no importa, yo sé que me quisiste
más allá de aquel beso, de aquel que no te di,
y sé que alguna noche te irás quedando triste
al ponerte un vestido que me gustaba a mí. | es |
Machado,Antonio | <XXI | Todo_Narcisismo | Todo narcisismo
es un vicio feo,
y ya viejo vicio. | es |
Parra,Nicanor | <XXI | Juro_Que_No_Recuerdo_Ni_Su_Nombre, | Juro que no recuerdo ni su nombre,
Mas moriré llamándola María,
No por simple capricho de poeta:
Por su aspecto de plaza de provincia.
¡Tiempos aquellos!, yo un espantapájaros,
Ella una joven pálida y sombría.
Al volver una tarde del Liceo
Supe de la su muerte inmerecida,
Nueva que me causó tal desengaño
Que derramé una lágrima al oírla.
Una lágrima, sí, ¡quién lo creyera!
Y eso que soy persona de energía.
Si he de conceder crédito a lo dicho
Por la gente que trajo la noticia
Debo creer, sin vacilar un punto,
Que murió con mi nombre en las pupilas.
Hecho que me sorprende, porque nunca
Fue para mí otra cosa que una amiga.
Nunca tuve con ella más que simples
Relaciones de estricta cortesía,
Nada más que palabras y palabras
Y una que otra mención de golondrinas.
La conocí en mi pueblo (de mi pueblo
Sólo queda un puñado de cenizas),
Pero jamás vi en ella otro destino
Que el de una joven triste y pensativa
Tanto fue así que hasta llegué a tratarla
Con el celeste nombre de María,
Circunstancia que prueba claramente
La exactitud central de mi doctrina.
Puede ser que una vez la haya besado,
¡Quién es el que no besa a sus amigas!
Pero tened presente que lo hice
Sin darme cuenta bien de lo que hacía.
No negaré, eso sí, que me gustaba
Su inmaterial y vaga compañía
Que era como el espíritu sereno
Que a las flores domésticas anima.
Yo no puedo ocultar de ningún modo
La importancia que tuvo su sonrisa
Ni desvirtuar el favorable influjo
Que hasta en las mismas piedras ejercía.
Agreguemos, aún, que de la noche
Fueron sus ojos fuente fidedigna.
Mas, a pesar de todo, es necesario
Que comprendan que yo no la quería
Sino con ese vago sentimiento
Con que a un pariente enfermo se designa.
Sin embargo sucede, sin embargo,
Lo que a esta fecha aún me maravilla,
Ese inaudito y singular ejemplo
De morir con mi nombre en las pupilas,
Ella, múltiple rosa inmaculada,
Ella que era una lámpara legítima.
Tiene razón, mucha razón, la gente
Que se pasa quejando noche y día
De que el mundo traidor en que vivimos
Vale menos que rueda detenida:
Mucho más honorable es una tumba,
Vale más una hoja enmohecida.
Nada es verdad, aquí nada perdura,
Ni el color del cristal con que se mira.
Hoy es un día azul de primavera,
Creo que moriré de poesía,
De esa famosa joven melancólica
No recuerdo ni el nombre que tenía.
Sólo sé que pasó por este mundo
Como una paloma fugitiva:
La olvidé sin quererlo, lentamente,
Como todas las cosas de la vida. | es |
Lugones,Leopoldo | <XXI | En_La_Llama_Del_Verano | En la llama del verano,
Que ondula con los trigales,
Sus regocijos triunfales
Canta el jilguerillo ufano.
Canta, y al son peregrino
De su garganta amarilla,
Trigo nuevo de la trilla
Tritura el vidrio del trino.
Y con repentino vuelo
Que lo arrebata, canoro,
Comouna pavesa de oro
Cruza la gloria del cielo. | es |
Medrano,Francisco_de | <XXI | Ya_Sopla_Turbio_El_Ábrego,_Ya_Hinchado | Ya sopla turbio el ábrego, ya hinchado
se encona sordo y turba el golfo Argío,
ya el aquilón arrebatado y frío
crece en montes las olas, ensañado.
Rómpense unas con otras y erizado
brama espantable el mar, lanzando impío
espumas contra el cielo, y tu navío
vacila entre las ondas, afanado.
¿Qué? Depón el temor, a humilde playa
Dios el que admiras piélago insolente
rindió, «y esta, le dijo, sea tu raya,
jamás de aquí con ambicioso antojo
oses pasar; aquí tu vanamente
espantosa hinchazón rompe y tu enojo». | es |
Flórez,Julio | <XXI | Terriblemente_Pálida,_A_Tu_Lecho | Terriblemente pálida, a tu lecho
te llevé... y vi, por la hemorragia rojos
tus labios mustios; tus abiertos ojos
grandes y acuosos, fijos en el techo.
Te entrelacé las manos sobre el pecho,
y tus miembros, aún tibios flojos,
palpé aturdido... y ante tus despojos,
permanecí de un hálito en acecho.
Fue lentamente, congelando el frío
tus facciones augustas y serenas;
quedó tu cuerpo rígido y... vacío;
porque, bajo tu carne de azucenas,
también huyó, con el sangriento río,
hasta el azul del cauce de tus venas. | es |
Peña_del_Bosque,Leopoldo | XXI | La_Cascadita_De_Aquel_Riachuelo_Que_Va_A_La_Ermita | La cascadita de aquel riachuelo que va a la ermita,
Ermita mi alma, que tu has dejado, sola y sin ti,
Y ya no emergen límpidas aguas que ahí nacían,
La cruel sequía de tus ausencias ya la secó.
La blanca espuma de aquellas aguas llenas de flores,
Que las magnolias como suspiros hacían caer,
Hasta las piedras lloran muy tristes por tus ausencias,
Ya se han secado, ruedan de pena, penas de amor.
Y ya no pasan inquietas aguas por las riberas,
Ya solo hay polvo, polvo de olvido, de soledad,
Y si volvieras como los trinos por las mañanas,
Vendrían las lluvias y las magnolias a florecer.
El viejo sauce de nuestra ermita no se ha secado,
Tiene raíces que van ahondando en su dolor,
Dolor tan triste como esta pena que me has dejado,
Que duele tanto, que llora tanto, de estar sin ti.
Y nuestros nombres siguen grabados en su corteza,
Los corazones entrelazados siguen ahí,
Y de esa herida que guarda el sauce de tu recuerdo,
Brotan mis penas, lloros de olvido, penas de amor,
Brotan mis penas, ríos de ausencia, de soledad... | es |
García_Vargas,Antonio | XXI | Alzó_Las_Alas | Alzó las alas,
se posó en mi boca;
espiga de paz | es |
Castañeda_Aragón,Gregorio | <XXI | La_Canción_Del_Marinero | Con la primera luz surgió la clara
canción de un marinero. Un fresco canto
que venía de lejos, de los montes
cubiertos de verdor.
Y soplaba tan recia la ancha ráfaga,
que inquietando la voz áspera y ruda
la hacían tornar a los nativos montes
como un pájaro loco.
Así tu alma salvaje, oh marinero
que fuiste labrador, torna a la tierra
húmeda y negra donde echaste el grano.
Y los ramajes fértiles, regados
con tu sangre, ahora sienten la frescura
de tu canto en la brisa mañanera. | es |
Madrid,Marco_Antonio | XXI | Remanso | El hombre pasa.
Su palabra queda templando
un instante sobre el agua,
un instante,
después es una lágrima.
Un instante nada más,
un instante sobre el agua.
El hombre pasa.
El sol es alto en sus pupilas
y el viento robusto
en su mirada.
¿No escuchas el incesante batir
de unas olas en su sangre?
¿El canto transitorio de las aves
surcando la memoria?
¿El reproche de unas huellas,
el antiguo rencor de sus pisadas?
El hombre pasa.
El sol se apaga
dejando un remanso de sombras
en sus labios,
y no hay sueños,
ni mundos que pueda redimir,
ni credos que lo salven.
Tan sólo hay una herida
que sangra en su costado,
y sus palabras,
lágrimas disueltas sobre el agua.
Un instante nada más,
un instante sobre el agua.
El hombre pasa.
El sol es alto en sus pupilas
y el viento robusto
en su mirada.
¿No escuchas el incesante batir
de unas olas en su sangre?
¿El canto transitorio de las aves
surcando la memoria?
¿El reproche de unas huellas,
el antiguo rencor de sus pisadas?
El hombre pasa.
El sol se apaga
dejando un remanso de sombras
en sus labios,
y no hay sueños,
ni mundos que pueda redimir,
ni credos que lo salven.
Tan sólo hay una herida
que sangra en su costado,
y sus palabras,
lágrimas disueltas sobre el agua.
El hombre pasa.
El sol es alto en sus pupilas
y el viento robusto
en su mirada.
¿No escuchas el incesante batir
de unas olas en su sangre?
¿El canto transitorio de las aves
surcando la memoria?
¿El reproche de unas huellas,
el antiguo rencor de sus pisadas?
El hombre pasa.
El sol se apaga
dejando un remanso de sombras
en sus labios,
y no hay sueños,
ni mundos que pueda redimir,
ni credos que lo salven.
Tan sólo hay una herida
que sangra en su costado,
y sus palabras,
lágrimas disueltas sobre el agua.
El sol es alto en sus pupilas
y el viento robusto
en su mirada.
¿No escuchas el incesante batir
de unas olas en su sangre?
¿El canto transitorio de las aves
surcando la memoria?
¿El reproche de unas huellas,
el antiguo rencor de sus pisadas?
El hombre pasa.
El sol se apaga
dejando un remanso de sombras
en sus labios,
y no hay sueños,
ni mundos que pueda redimir,
ni credos que lo salven.
Tan sólo hay una herida
que sangra en su costado,
y sus palabras,
lágrimas disueltas sobre el agua.
¿No escuchas el incesante batir
de unas olas en su sangre?
¿El canto transitorio de las aves
surcando la memoria?
¿El reproche de unas huellas,
el antiguo rencor de sus pisadas?
El hombre pasa.
El sol se apaga
dejando un remanso de sombras
en sus labios,
y no hay sueños,
ni mundos que pueda redimir,
ni credos que lo salven.
Tan sólo hay una herida
que sangra en su costado,
y sus palabras,
lágrimas disueltas sobre el agua.
El hombre pasa.
El sol se apaga
dejando un remanso de sombras
en sus labios,
y no hay sueños,
ni mundos que pueda redimir,
ni credos que lo salven.
Tan sólo hay una herida
que sangra en su costado,
y sus palabras,
lágrimas disueltas sobre el agua.
El sol se apaga
dejando un remanso de sombras
en sus labios,
y no hay sueños,
ni mundos que pueda redimir,
ni credos que lo salven.
Tan sólo hay una herida
que sangra en su costado,
y sus palabras,
lágrimas disueltas sobre el agua.
Tan sólo hay una herida
que sangra en su costado,
y sus palabras,
lágrimas disueltas sobre el agua. | es |
Agustini,Delmira | <XXI | La_Luna_Es_Pálida_Y_Triste,_La_Luna_Es_Exangüe_Y_Yerta | La luna es pálida y triste, la luna es exangüe y yerta.
La media luna figúraseme un suave perfil de muerta...
Yo que prefiero a la insigne palidez encarecida
De todas las perlas árabes, la rosa recién abierta,
En un rincón del terruño con el color de la vida,
Adoro esa luna pálida, adoro esa faz de muerta!
Y en el altar de las noches, como una flor encendida
Y ebria de extraños perfumes, mi alma la inciensa rendida.
Yo sé de labios marchitos en la blasfemia y el vino,
Que besan tras de la orgia sus huellas en el camino;
Locos que mueren besando su imagen en lagos yertos...
Porque ella es luz de inocencia, porque a esa luz misteriosa
Alumbran las cosas blancas, se ponen blancas las cosas,
Y hasta las almas más negras toman clarores inciertos! | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | No_Digáis_Que_Conocéis | No digáis que conocéis
el pueblo de La Matanza
si sólo la carretera
bordeáis sobre la marcha.
El pueblo está más arriba,
más corazón de su casa,
más atril del sol poniente,
más pájaro de su jaula,
donde le nació una muerte
de tanta solera y casta
que jamás nadie ha podido
entrar a descabellarla.
Entre vía y caserío
las pendientes dan la cara
y los caminos se tensan
como cuerdas de guitarra.
Todos te dicen adiós
silos subes o los bajas
y sientes como el saludo
hace las cuestas más llanas.
Por la carretera, en cambio,
no te dirán nunca nada,
que el asfalto no se ha hecho
para transitar palabras.
¡Qué dos mundos tan distintos
a tan mínima distancia:
el de la estrella fugaz
y este que medita en calma
higueras de soledades
y viñedos de esperanza.
Y entre estos polos, la calle
de una intimidad que alarga
el bies del silencio a hombros
de la mar y la montaña.
Una calle que no evoca
el calvario de una espada,
la ráfaga de una onda
ni la momia de una lágrima.
Una calle con el aire
del pasillo de una casa;
el puro fiel del sosiego
pesando un tiempo de brasas.
El barranco de Cabrera,
platillo de esta balanza,
es solemne como un órgano
cargado de resonancias.
Aquí el peso de la muerte
cortó los trinos del agua
y sólo queda el recuerdo
de una fuente abandonada.
Mis ojos leen en ella
oscuras letras cifradas,
vencedoras del olvido,
entre viñetas de zarzas.
Sabed que un poblado guanche
tengo en la cuevas del alma
que la sombra de un barranco
se me mete en las entrañas
y que el cáliz de mi sangre
se arrodilla en La Matanza. | es |
Borges,Jorge_Luis | <XXI | 1972 | Temí que el porvenir (que ya declina)
sería un profundo corredor de espejos
indistintos, ociosos y menguantes,
una repetición de vanidades,
y en la penumbra que precede al sueño
rogué a mis dioses, cuyo nombre ignoro,
que enviaran algo o alguien a mis días.
Lo hicieron. Es la Patria. Mis mayores
la sirvieron con largas proscripciones,
con penurias, con hambre, con batallas,
aquí de nuevo está el hermoso riesgo.
No soy aquellas sombras tutelares
que honré con versos que no olvida el tiempo.
Estoy ciego. He cumplido los setenta;
no soy el oriental Francisco Borges
que murió con dos balas en el pecho,
entre las agonías de los hombres,
en el hedor de un hospital de sangre,
pero la Patria, hoy profanada quiere
que con mi oscura pluma de gramático,
docta en las nimiedades académicas
y ajena a los trabajos de la espada,
congregue el gran rumor de la epopeya
y exija mi lugar. Lo estoy haciendo. | es |
Blanco,Andrés_Eloy | <XXI | Segundo_Soneto_Del_Crepúsculo | Fue como el esqueleto de Don Quijote. Tísica,
la torre en sus campanas cantaba su dolor;
por los dos ojos negros le entraba el sol al alma
con cada campanada se iba un rayo de sol...
Negra como la torre del viejo Galileo,
negra como la negra frente de Saint Germain—
la que agitó en sus bronces el alma de los Médicis,
el alma shakespeareana de San Bartolomé.
Los ojos me miraron melancólicamente
el sol en su agonía le dio un beso en la frente,
sonó en la torre un Ángelus como un golpe de tos;
Un vómito de sangre fue el crepúsculo rojo...
Creí ver a la luna que se entraba en un ojo
de la mística torre, como una extremaunción. | es |
Jiménez,Juan_Ramón | <XXI | Madrugada | El viento rinde las ramas
con los pájaros dormidos.
—Abre tres veces el faro
su ojo verde—. Calla el grillo.
¡Qué lejos, el huracán
pone, uno de otro, los sitios!
¡Qué difícil es lo ficil!
¡Qué cerrados los caminos!
Parece que se ha trocado
todo. Pero al claror íntimo
se ven arenas y flores,
donde ayer tarde las vimos. | es |
Pombo,Rafael | <XXI | El_Alma_Y_El_Niño | «¿Dónde está Papá Divino?
Preguntó a su niño el ama;
Te daré un dulce en la cama
Si me respondes con tino».
Y él, con sonrisa de cielo.
Repúsole: «Y yo, bah! bah!
Te daré un rizo de pelo
Si dices dónde no está».
¿Dónde está Papá Divino?
dónde no está» | es |
Agustini,Delmira | <XXI | La_Ruptura | Érase una cadena fuerte como un destino,
Sacra como una vida, sensible como un alma;
La corté con un lirio y sigo mi camino
Con la frialdad magnífica de la Muerte... Con calma
Curiosidad mi espíritu se asoma a su laguna
Interior, y el cristal de las aguas dormidas,
Refleja un dios o un monstruo, enmascarado en una
Esfinge tenebrosa suspensa de otras vidas. | es |
Vadillo_Omaña,Gabriela | XXI | Volvamos_A_Encontrarnos | Volvamos a encontrarnos, por favor
me haces mucha falta,
y no quiero decir con esto
que antes no te extrañara,
es que no me atrevía a decírtelo...
tu sabes por que cosa.
Hubiera querido dejar de quererte
en este tiempo... y sabes,
es que no he podido.
Ni siquiera alejarme físicamente de ti
me sirvió, al contrario
te hecho tanto de menos.
Nadie ni nada ha logrado
consolarme de no estar contigo,
he buscado personas y lugares,
y situaciones diferentes,
y en cada lugar, algo insignificante
me remonta a ti.
Y apenas me acuerdo
de que me dijiste que no me querías,
o mas bien no quiero acordarme,
y quiero volverte a ver
para que creas que si me quieres,
y poder besarte, como quiero besarte.
Volvamos a encontrarnos,
en un terreno neutral,
que no este ligado a nuestro pasado,
tal vez si me ames y no te acuerdes,
o tal vez yo ya no te ame...
y me de cuenta.
Hubiera querido dejar de quererte
en este tiempo... y sabes,
es que no he podido.
Ni siquiera alejarme físicamente de ti
me sirvió, al contrario
te hecho tanto de menos.
Nadie ni nada ha logrado
consolarme de no estar contigo,
he buscado personas y lugares,
y situaciones diferentes,
y en cada lugar, algo insignificante
me remonta a ti.
Y apenas me acuerdo
de que me dijiste que no me querías,
o mas bien no quiero acordarme,
y quiero volverte a ver
para que creas que si me quieres,
y poder besarte, como quiero besarte.
Volvamos a encontrarnos,
en un terreno neutral,
que no este ligado a nuestro pasado,
tal vez si me ames y no te acuerdes,
o tal vez yo ya no te ame...
y me de cuenta.
Nadie ni nada ha logrado
consolarme de no estar contigo,
he buscado personas y lugares,
y situaciones diferentes,
y en cada lugar, algo insignificante
me remonta a ti.
Y apenas me acuerdo
de que me dijiste que no me querías,
o mas bien no quiero acordarme,
y quiero volverte a ver
para que creas que si me quieres,
y poder besarte, como quiero besarte.
Volvamos a encontrarnos,
en un terreno neutral,
que no este ligado a nuestro pasado,
tal vez si me ames y no te acuerdes,
o tal vez yo ya no te ame...
y me de cuenta.
Y apenas me acuerdo
de que me dijiste que no me querías,
o mas bien no quiero acordarme,
y quiero volverte a ver
para que creas que si me quieres,
y poder besarte, como quiero besarte.
Volvamos a encontrarnos,
en un terreno neutral,
que no este ligado a nuestro pasado,
tal vez si me ames y no te acuerdes,
o tal vez yo ya no te ame...
y me de cuenta.
Volvamos a encontrarnos,
en un terreno neutral,
que no este ligado a nuestro pasado,
tal vez si me ames y no te acuerdes,
o tal vez yo ya no te ame...
y me de cuenta. | es |
Buesa,José_Ángel | <XXI | Canción_Al_Olvido | Aquel amor que se nos fuera
no lo debemos recordar:
Árbol que muere en primavera
ya nunca vuelve a retoñar.
Perla que en el humo se disuelve,
peregrina de la emoción,
la ilusión que se va, no vuelve
jamás a nuestro corazón.
Vanamente, pretenderemos
dar a una rosa mustia color.
Así tampoco logramos
dar nueva vida a un muerto amor.
Aquel amor que se nos fuera
no lo debemos recordar:
Árbol que muere en primavera
ya nunca vuelve a retoñar.
Cuando el amor se siente extraño
en el pecho, ya no es amor,
y retenerlo es un engaño
que tortura al engañador...
Déjalo ir... deja vacío
ese hueco en tu corazón,
en las cenizas de tu hastío
pon la brasa de otra ilusión...
Aquel amor que se nos fuera
no lo debemos recordar:
Árbol que muere en primavera
ya nunca vuelve a retoñar...
Muerto está el amor al que envuelve
en llamas la imaginación:
La ilusión que se va, no vuelve
jamás a nuestro corazón.
Es ley amarga de la vida
de todo sueño despertar:
Sobre las huellas de una huida
es inútil querer soñar...
Así, triste, pero sumisa,
aceptando el dolor, mujer,
di adiós con tu mejor sonrisa
a lo que nunca ha de volver...
Enigma que si se resuelve
nos desencanta, es la pasión:
La ilusión que se va, no vuelve
jamás a nuestro corazón...
Juntemos, pues, las manos frías,
y digamos una oración
por las pasadas alegrías
y por la actual desilusión.
Y con humilde voz, pidamos
pronto consuelo a este dolor,
por lo mucho que nos amamos
en lo breve de nuestro amor...
Como la mar, no vuelve
al río su agua, la ilusión,
una vez que se va, no vuelve
jamás a nuestro corazón.
Aquel amor que se nos fuera
no lo debemos recordar:
Árbol que muere en primavera
ya nunca vuelve a retoñar!...
Hay que vivir, hay que olvidar... | es |
García_Cabrera,Pedro | <XXI | Y_Amaneció_La_Posguerra | Y amaneció la posguerra
descabellando luceros.
Nadie la creyó cautiva
de un crepúsculo de gestos
ni quiso saberla nadie
empuñadura de acero.
La frente pensó del agua
que llegaría batiendo
con palomas mensajeras
el ala libre del cielo.
Pensamos el agua y yo:
dos palpitantes espejos
en cuyos fondos temblaban
los olivos del silencio.
Los ayer toros de lidia,
los toros bravos del fuego,
mugiendo por los caminos
y liberando los pueblos,
fueron del alba desnuda
los desmandados cabestros
que rumiaban de esperanza
dianas floridas de almendros.
Pero cruzaron los días
con un áspid en los senos,
un llanto de calabozos
y un acerico de trenos.
Las valvas de la ternura
cerradas permanecieron.
¿Dónde, dónde los refugios
de cálidos terciopelos?
Sin retoñar.hojas verdes
los horizontes siguieron.
De tu ilusión, larga cola
de un bizarro romancero,
sólo te restan las huellas
de un epitafio de sueños
embalsado en la mejilla
transparente del recuerdo.
A mí también me sollozas
coronas de crisantemos.
Y me miras y te miro,
lágrimas de un mismo duelo,
salmos de hiel y vinagre,
panales de un avispero.
Las antiguas golondrinas
las picotean los cuervos.
En las venas se me ahondan
los cristales del encierro
y volutas de corales
sostienen mi cautiverio.
El entredós de las horas
bordaremos con denuedo
aunque la sombra anochezca
en la gruta de mi cuerpo. | es |
Montobbio,Santiago | <XXI | Para_Una_Teología_Del_Insomnio | Minuciosamente sueño a Dios durante el día
para por la noche poder creer que me perdona.
Desde la culpa de no ser feliz, de no haberlo sido,
desencuaderno mis ojos huecos y de sobras sé
que no dormir es un rastro del infierno.
Desde la culpa de no ser feliz, de no haberlo sido,
desencuaderno mis ojos huecos y de sobras sé
que no dormir es un rastro del infierno. | es |
Machado,Antonio | <XXI | ¡Torreperogil! | ¡Torreperogil!
¡Quién fuera una torre, torre del campo
del Guadalquivir!
Sol en los montes de Baza.
Mágina y su nube negra.
En el Aznaitín afila
su cuchillo la tormenta.
En Garciez
hay más sed que agua;
en Jimena, más agua que sed
¡Qué bien los nombres ponía
quien Puso Sierra Morena
a esta serranía!
En Alicún se cantaba:
«Si la luna sale,
mejor entre los olivos
que en los espartales».
Y en la Sierra de Quesada;
«Vivo en pecado mortal:
no te debiera querer;
por eso te quiero más».
Tiene una boca de fuego
y una cintura de azogue.
Nadie la bese.
Nadie la toque.
Cuando el látigo del viento
suena en el campo: ¡amapola!
(como llama que se apaga
o beso que no se logra)
su nombre pasa y se olvida.
Por eso nadie la nombra.
Lejos, por los espartales,
más allá de los olivos,
hacia las adelfas
Y los tarayes del río,
con esta luna de la madrugada,
¡amazona gentil del campo frío!... | es |
Diego,Eliseo | <XXI | La_Eternidad_Por_Fin_Comienza_Un_Lunes | La eternidad por fin comienza un lunes
y el día siguiente apenas tiene nombre
y el otro es el oscuro, al abolido.
Y en él se apagan todos los murmullos
y aquel rostro que amábamos se esfuma
y en vano es ya la espera, nadie viene.
La eternidad ignora las costumbres,
le da lo mismo rojo que azul tierno,
se inclina al gris, al humo, a la ceniza.
Nombre y fecha tú grabas en un mármol,
los roza displicente con el hombro,
ni un montoncillo de amargura deja.
Y sin embargo, ves, me aferro al lunes
y al día siguiente doy el nombre tuyo
y con la punta del cigarro escribo
en plena oscuridad: aquí he vivido. | es |
García_Fernández,José_Ángel | XXI | Un_Momento_De_Aire | Suave llegas a mi lado, mariposa en la siesta,
siembras en mi costado todas tus dudas.
Metáfora de mí, hablas de mis cosas
mejor que yo mismo,
desde la experiencia de mi agua y de mi tierra.
Suave llegas y te quedas, mariposa en la tarde,
habitas mi silencio desamueblado.
Extranjera de mí, desarraigada,
buscas el billete
que te aleje del desorden del destino.
Suave llegas a mi lado, mariposa, tan breve,
y sé que amo tu errático vuelo.
Extensión de mi voz, te desvaneces
en un momento de aire,
después otro...
y te pierdo de nuevo. | es |
Hahn,Óscar | <XXI | Emergió_De_Aguas_Tibias | Emergió de aguas tibias
y maternales
para viajar a heladas
aguas finales.
A las aguas finales
de oscuros puertos
donde otra vez son niños
todos los muertos. | es |
Fuertes,Gloria | <XXI | No_Sé_Escupir | No sé escupir,
pero voy a aprender
para escupir sobre las tumbas
de todos los culpables de las guerras.
No tengo uñas,
pero quisiera tener garras
para atrapar desde mi altura
a los hombres reptiles.
No tengo poder,
pero tengo la fuerza de los pueblos
que sufren.
No tengo cultura,
pero tengo el corazón sabio
de estar con los que no tienen nada. | es |
Cárdenas_Saldivia,José_Luis | XXI | Sombras | Rostro maligno oculto entre apariencias, recorres largas distancias llevando contigo inesperada verdad;
Desapareces de las visiones comunes, alquilando un cuarto en el rincón de las tres añoranzas;
Sobre el papel te ensucias a diario, revolcándote en desprecio sobre los que de mano en mano lo ven pasar;
Sobre el cuerpo engañas a tu antojo, cubriendo las realidades con reflejos y exiguos movimientos;
Lastimas de verdad maldita apariencia; en la formación espiritual...
En la difícil aceptación de la mutua confianza,
En el reconocimiento del buen sentido y los anhelos reservados,
En ese tramo martirizas, desilusionas, oprimes y apartas grandes ilusiones;
En ese plano revives tu alma enterrada... ciegamente lejana.
...¿Qué ignorante la vida que no acepta tu corta paciencia?;
...¿Qué trágico arrepentimiento preservan quienes sustentan a diario el reconocimiento absoluto de esta verdad?...
...Ciertamente, estarás respirando cerca, caminando cerca, observando quietamente la vergüenza, tu leal compañera;
Cuando atentas su avaro apetito, te libra de encierro y sombra plena,
Te abre el camino y te muestra la luz,
Permaneces entonces, bajo nuestro cuidado... hasta donde resista...
La arrinconada y desprevenida conciencia. | es |
Lugones,Leopoldo | <XXI | Mapamundi | Como delgado alambre, un aura fría
Por el aire de vidrio cruza a ratos.
La luna hunde entre escombros insensatos,
Tras los mares de mármol su agonía.
En constricción de enormes pugilatos,
Raya los lurtes acerada estría,
Cuajando largas venas de agua umbría
Inyectadas de lividos sulfatos.
Un gran reno lapón, hacia el aprisco
Vuelve sus belfos húmedos y tiernos;
Y erizado de amor su pelo arisco,
Brama en el corazón de los inviernos
A la luna glacial en cuyo disco
Inscribe el tosco ramo de sus cuernos. | es |
Alberti,Rafael | <XXI | Rubios,_Pulidos_Senos_De_Amaranta, | Rubios, pulidos senos de Amaranta,
por una lengua de lebrel limados.
Pórticos de limones, desviados
por el canal que asciende a tu garganta.
Rojo, un puente de rizos se adelanta
e incendia tus marfiles ondulados.
Muerde, heridor, tus dientes desangrados,
y corvo, en vilo, al viento te levanta.
La soledad, dormida en la espesura,
calza su pie de céfiro y desciende
del olmo alto al mar de la llanura.
Su cuerpo en sombra, oscuro, se le enciende,
y gladiadora, como un ascua impura,
entre Amaranta y su amador se tiende. | es |
Feijoo,Marcos | XXI | Tengo_Entre_Mis_Labios | Tengo entre mis labios
tus labios, entre mis manos
tus manos y entre mis piernas
tus piernas.
Te tengo a ti
entre mi cuerpo y el cielo
entre la Tierra y el universo. | es |
Maury,Juan_María | <XXI | La_Timidez | A las márgenes alegres
Que el Guadalquivir fecunda,
donde ostenta pomposo
El orgullo de su cuna,
Vino Rosalba, sirena
De los mares que tributan
A España, entre perlas y oro,
Peregrinas hermosuras.
Más festiva que las auras,
Más ligera que la espuma,
Hermosa como los cielos,
Gallarda como ninguna,
Con el hechicero adorno
De tantas bellezas juntas,
No hay corazón que no robe,
Ni quietud que no destruya.
Así Rosalba se goza,
Mas la que tanto procura
Avasallar libertades,
Al cabo empeña la suya.
Lisardo, joven amable,
Sobresale entre la turba
De esclavos que por Rosalba
Sufren de amor la coyunda.
Tal vez sus floridos años
No bien de la edad adulta
Acaban de ver cumplida
La primavera segunda.
Aventajado en ingenio,
Rico en bienes de fortuna,
Dichoso, en fin, si supiera
Que audacias amor indulta,
Idólatra más que amante,
Con adoración profunda,
A Rosalba reverencia,
Y deidad se la figura.
Un día alcanza a otro día
Sin que su amor le descubra;
El respeto le encadena
Y ella su respeto culpa.
Bien a Lisardo sus ojos
Dijeran que más presuma;
Pero él, comedido amante,
O los huye o no los busca.
Perdido y desconsolado,
Una noche en que natura
A meditación convida
Con su pompa taciturna,
Mientras el disco mudable,
En que ceñirse acostumbra,
Entre celajes de nácar
Esconde tímida luna;
Al margen del sacro río
La inocente suerte acusa,
Y así fatiga los aires
Con endechas importunas:
«Baja tu velo
Amor altivo,
Mira que al cielo
Osado va;
Buscas en vano
Correspondencia;
Amor insano,
Déjame ya.
»Déjame el alma
Que otra vez libre
Plácida calma
Vuelva a tener:
¡Qué digo, necio!
El cielo sabe
Si más aprecio
Mi padecer.
»Gima y padezca,
Una esperanza
Sin que merezca
A mi deidad;
Sin que le pida
Jamás el premio
De mi perdida
Felicidad.
»Tímida boca,
Nunca le digas
La pasión loca
Del corazón,
Adonde oculto
Está su templo,
Y ofrenda y culto
Lágrimas son».
Más dijera, pero el llanto,
En que sus ojos abundan,
Le interrumpe, y las palabras
En la garganta se anudan.
Cuando junto a la ribera,
En un valle donde muchas
Del árbol grato a Minerva
Opimas ramas se cruzan,
Süave cuanto sonora,
Lisardo otra voz escucha,
Que, enamorando los ecos
Tales acentos modula:
«Prepara el ensayo
De más atractivos
La rosa en los vivos
Albores de Mayo:
»Si al férvido rayo
Su cáliz expone,
Que el sol la corone
En premio ha logrado,
Y es reina del prado
Y amor de Dïone.
»¡Oh fuente! En eterno
Olvido quedaras
Si no te lanzaras
Del seno materno;
»Tal vez el invierno
Tu curso demora,
Mas tú, vencedora,
Burlando las nieves,
A tu ímpetu debes
Los besos de Flora.
»Y tú, que en dolores
Consumes los años,
Autor de tus daños
Por vanos temores,
»En pago de amores
No temas enojos,
Enjuga los ojos;
Que el dios que te hiere
Más culto no quiere
Que audacias y arrojos».
Rayo son estas palabras
Que al ciego joven alumbran,
Quien su engallo reconoce
Y la voz que las pronuncia.
Y al valle se arroja, adonde
Testigos de su ventura
Fueron las amigas sombras
De la noche y selva muda;
Mas muda la selva en vano
Y en vano la sombra oscura:
No sufre orgullosa Venus
Que sus victorias se encubran.
Lo que celaron los ramos
Las cortezas lo divulgan,
Que en ellas dulces memorias
Con emblemas perpetúan.
Las Náyades en los troncos
La fe y amor que se juran
Leyeron, y ruborosas
Se volvieron a sus urnas. | es |
Bañuelos,Juan | <XXI | Oboe_Nocturno | Nos lo dijo la noche reclinada como una mujer vieja
En aquella colina:
Partimos la soledad como el pan más amargo.
Y aun así hemos seguido viviendo.
Callamos puertas, deshojamos muros,
Nadie nos vio correr tras el último tranvía de la noche.
Repasé caminando las palabras de arena
Que les dije en el bar a los amigos,
Y era mi boca la boca del silencio
Mordiendo aquellas cosas.
(Me custodia la ira con su puño de rejas,
Con el sonido extinto de la sombra. Después,
Mi tardo andar imita la dirección de un río
O el camino de hormigas alrededor de un árbol).
Leo un anuncio de neón
Que besa obscenamente la espalda de una estatua,
Alguien hace el amor
Y el mundo es más hermoso,
Y es cierto que el sereno ronda su última vuelta
Porque yo empiezo a ser testigo de los sueños.
A estas horas hay muchos hombres que van y vienen
Alegres, preocupados, en el medio de la calle
O avanzando contra un muro.
Es la hora en que la fiebre sube a los enfermos
Como una hiedra sonámbula y flotante.
Con los ojos fijos la música de un viejo cabaret
Madura lentamente el deseo,
La quemadura busca querencia en la ceniza,
Y recuerdo que es jueves
Sólo por darle un nombre al tiempo.
Los silbatos de las fábricas cercanas
Me traen preocupación y frío,
Y me duele la noche y el auto que frena de repente
Y el llanto del recién nacido.
Lo ordena el viento oscuro
Para que tú recibas las balas
Del guerrillero fusilado,
Para que ames
Aun desangrando en luto.
Y grita.
Grita con toda tu piel como si fuera
La lengua del mar mezclada con la noche.
O aún mejor: ponla tensa como un tambor que suene
Y despierte a los hombres. | es |
Cetina,Gutierre_de | <XXI | Contra_El_Influjo_Del_Contrario_Cielo | Contra el influjo del contrario cielo
que a nuestra voluntad cegar porfía,
ha andado trabajando el alma mía
por defenderla de amoroso velo.
Y no bastando aquel divino celo
con que me ha desviado y me desvía,
pudo en el cuerpo más su fantasía,
como en cosa compuesta acá en el suelo.
No debe el alma ser reprehendida,
pues libre sin lesión ninguna queda
y sola la mortal parte ofendida.
Ni basta aquella que nos vuelve en rueda,
por ser elementada nuestra vida,
que contra el cielo defenderla pueda. | es |
Castañeda_Aragón,Gregorio | <XXI | Mar_De_Vidrio | Mar de vidrio,
mar de vidrios rotos,
este mar
de esta costa.
Las gaviotas
se rompen las alas
en las botellas verdes,
rotas,
de la taberna
del mar.
Vidrios
del Cantábrico,
vidrios
del golfo de México.
Catástrofe
de bar. | es |
Carriego,Evaristo | <XXI | Tu_Risa | Cuando escucho el rojo violín de tu risa,
en el que olvidados acordes evocas,
un cálido vino licor de bohemia
me llena el cerebro de músicas locas.
Un vino que moja tu noble garganta
una húmeda jaula de finos cristales,
cuyas orquestales invisibles rejas,
aprisionan raros divinos zorzales.
Y cuando lo escancias, cordiales de un ritmo
que roba caricias a los terciopelos,
caen en mi ropa, de espumas amargas,
cual lluvia de estrellas de líricos cielos.
¡Tu risa! Me encanta, me obsede el oído,
como un intangible sonoro teclado
sobre el que han volcado los duendes amables
un rico y bullente champaña dorado.
No sé por qué a veces, si en rápida fuga
tus polifonías se van diluyendo,
por mi éxtasis pasan tristes y jocosos
pierrots que muriesen llorando y riendo
No sé por qué a veces me quedo pensando
en óperas breves, donde colombinas
hermosas y rubias, fingiesen collares
de luz en las danzas de las serpentinas.
O, muy vagamente, bajo mecedores
gentiles ensueños de cosas francesas,
me creo en florido jardín de Versalles,
acechando un coro de lindas marquesas.
Si acaso disipa mis hondos mutismos,
con su leve magia de dulces misterios,
en la quietud vibra, como una sonata
de alegres clarines en un cementerio.
Cuando en el silencio, custodiando el Odio,
llegan del hastío las rondas crueles,
sobre esas heridas: flores de la sombra,
ella agita y vuelca su taza de mieles
Cuando en mis severas Misas taciturnas
se oye tu fanfarria, de sones ligeros,
el Genio, vencido por tu musa loca
suaviza del rito los bronces austeros.
Tus líricas flautas y tus ocarinas
anuncian la fiesta de las harmonías,
y mariposean por toda la gama
donde baila siempre, cautiva parlera.
Por eso, semeja tu boca un mineático
salón, decorado con frescos de notas,
donde baila siempre, cautiva parlera,
una roja dama, galantes gavotas.
Por eso, te ofrecen mis cisnes altivos,
que tus adorables alondras desdeñan,
la dulce agonía del último canto
y doblan el cuello y escuchan y sueñan.
Por eso, si bebo tu risa bohemia,
armónico vaso de néctares suaves
¡Mi pobre cabeza se llena de luna
y claudican todos sus órganos graves! | es |
Basso,Cristián | XXI | Suben_Los_Días_A_Un_Dolor_Sin_Ramas | Suben los días a un dolor sin ramas;
le grita a los de enfrente:
—¡No miren al suelo!—
Ya pasaste por aquí
y no miró nadie
ni vinieron a estrecharte otra vez.
Oliste la trizadura del cielo
y sus vidrios zanjaron tus mejillas.
Ni el viento esperó.
Amoratado el cuerpo sin respiro.
Una salvedad:
Yo te caía a pedradas. | es |
Gelman,Juan | <XXI | Había_Tomado_Como_Un_Beduino | había tomado como un beduino
conservaba no obstante el acento en la esdrújula
y su voz era como un desierto infinito
donde los animales más extraños se amaban
sus manos ascendían brevemente
a subrayar el gesto de amor de una esmerángula
o la danza nupcial de los promecos
el beduino se alzaba de sí mismo
y sacaba del fondo de su voz bellos casos
de amor entre las bestias un gran ejemplo jemplo
como un caramineco que a su caramineca
prometió serle fiel y lo fue por kilómetros
hasta que castigado por la sed del desierto
y el hambre rechazó pan y agua de la otra
y murió musitando caramineca mía
y ella enterada del fin del caramineco
desesperada loca de amor y de distancia
besó el retrato de él y se cortó las venas
y aún otros casos hubo en la voz del beduino
nosotros escuchábamos debajo de la tienda
tan sólo interrumpidos por piafar de caballos
y estrépitos de estrellas cayendo sobre el mundo
y un viento malhadado nos llenaba los ojos
de arenas como viejos olvidos
nunca disueltos siempre quedando un poco
al fondo de botellas nacidas ya después
de todo pero sabias ah las conocedoras
abrigadoras guardan tu boca como alcol
y el beduino tenía los ojos amarillos
como el pañuelo verde que te compré una tarde
sus ojos saludaban adiós todas las cosas
dicen adiós de un tiempo a esta parte ¿notaste?
los relojes el puerto los bodegones vos | es |
Castillo,Eduardo | <XXI | Bajo_Esta_Noche_Azul,_Todas_Las_Cosas | Bajo esta noche azul, todas las cosas
Que ven mis ojos: la dormida fuente,
Los árboles amigos, y las rosas,
Y el hechizo lunar, —todas las cosas
Que ven mis ojos, me hablan de la ausente.
¿En dónde están su gracia taciturna
Y sus manos traslúcidas? ¿En dónde
Su cabellera fértil y nocturna
Y su voz musical?
Nadie responde
Con mimo fraternal a mis acentos,
Y hay en mi corazón aletargado
La tristeza de aquellos aposentos
Donde se nos ha muerto un ser amado. | es |
D'Urgell_y_Rubió,Jaume | XXI | El_Mendigo | ¡Atrás quedaron tantas cosas!
Atrás, con mis errores,
mi familia que no es mía
y esas imágenes sin gobierno.
Atrás, junto a los sueños,
atrás, con la niñez,
junto al pupitre y mis amigos,
y los embates de la mentira.
Atrás quedó la inocencia,
atrás quedaron tantos sueños,
atrás, con los proyectos,
el deseo y la ilusión.
Atrás, junto al olvido,
atrás, como yo mismo,
atrás quedamos los errados,
incrédulos del mal.
Atrás, con los recuerdos,
las apariencias, el sexo,
la vida, el tiempo, Dios,
dinero, amor, ternura y fe.
Tiempo ha fui un bebé:
lloré y crecí como tú,
estudié, luché y amé,
pensé, aposté y perdí.
A veces anhelo tu vida,
como tú odias que yo exista,
como yo exijo mi justicia,
que tú pretendes poseer. | es |
Neruda,Pablo | <XXI | Un_Perro_Ha_Muerto | Mi perro ha muerto.
Lo enterré en el jardín
junto a una vieja máquina oxidada.
Allí, no más abajo,
ni más arriba,
se juntará conmigo alguna vez.
Ahora él ya se fue con su pelaje,
su mala educación, su nariz iría.
Y yo, materialista que no cree
en el celeste cielo prometido
para ningún humano,
para este perro o para todo perro
creo en el cielo, sí, creo en un cielo
donde yo no entraré, pero él me espera
ondulando su cola de abanico
para que yo al llegar tenga amistades.
Ay no diré la tristeza en la tierra
de no tenerlo más por compañero,
que para mí jamás fue un servidor.
Tuvo hacia mí la amistad de un erizo
que conservaba su soberanía,
la amistad de una estrella independienre
sin más intimidad que la precisa,
sin exageraciones:
no se trepaba sobre mi vestuario
llenándome de pelos o de sarna,
no se frotaba contra mi rodilla
como otros perros obsesos sexuales.
No, mi perro me miraba
dándome la atención que necesito,
la atención necesaria
para hacer comprender a un vanidoso
que siendo perro él,
con esos ojos, más puros que los míos,
perdía el tiempo, pero me miraba
con la mirada que me reservó
toda su dulce, su peluda vida,
su silenciosa vida,
cerca de mí, sin molestarme nunca,
y sin pedirme nada.
Ay cuántas veces quise tener cola
andando junto a él por las orillas
del mar, en el invierno de Isla Negra,
en la gran soledad: arriba el aire
traspasado de pájaros glaciales,
y mi perro brincando, hirsuto, lleno
de voltaje marino en movimiento:
mi perro vagabundo y olfatorio
enarbolando su cola dorada
frente a frente al Océano y su espuma.
Alegre, alegre, alegre
como los perros saben ser felices,
sin nada más, con el absolutismo
de la naturaleza descarada.
No hay adiós a mi perro que se ha muerco.
Y no hay ni hubo mentira entre nosotros.
Ya se fue y lo enterré, y eso era todo. | es |
Arciniegas,Ismael_Enrique | <XXI | La_Calle_Sola,_Plácido_El_Ambiente... | La calle sola, plácido el ambiente...
Un piano suena, y vibra con tristeza;
Y al compás de la música doliente
Mi pensamiento a divagar empieza.
¿Quién arranca esos ritmos que así gimen?
¿Qué alma en el mundo sin amor perdida
Vierte esas notas trémulas que exprimen
El dolor y el cansancio de la vida?
Y sigue divagando el pensamiento...
Y de la luna al moribundo brillo,
En alta roca donde silba el viento,
Miro las torres de ojival castillo.
Temblando llego al levadizo puente;
Dormitan en la sombra los arqueros,
Y del cielo en la bóveda luciente
Parpadean los pálidos luceros.
¡Oh edad lejana que en mis sueños lloro,
¿En dónde está mi negro ferreruelo,
Mi alto calzón y mis espuelas de oro,
Y mi jubón de suave terciopelo?
¿En dónde está la hermosa castellana?
¿En dónde está la soñadora rubia,
Que la escala no prende en la ventana,
Como en las noches de tristeza y lluvia?
Tiempo hace ya que tu presencia aguardo
Y la angustia en mi pecho se dilata;
Despierta ya que mi laúd de bardo
Quiere entonar la alegre serenata.
La última nota lánguida fenece,
Y de la luna al moribundo brillo,
En el lejano azul se desvanece
La sombría silueta del castillo. | es |
Berro,Adolfo | <XXI | La_Cárcel_Y_Los_Detenidos | La cárcel ne debe acarrear sufri-
miento alguno ni privación que no
sea indispensable, ni mucho menos
influir morarmente.
Allí en la ancha plaza do encumbra su frente,
Velado entre sombras, el templo inmortal,
Allí la morada se eleva, al Oriente,
Del hombre que sigue la senda del mal.
Pavor pone el verla de noche pasando
Al trémulo rayo de pálida luz;
Parece en el techo fantasma posando
Mirar con escarnio de Cristo la cruz.
Arrojan continuo palabras atroces
Sus labios malditos con risa febril;
Y se oyen al punto las lúgubres voces
Que exhalan los reos sujetos allí.
Con lívida mano la copa derrama
Que tiene en sus bordes escrito «dolor».
Y brillan sus ojos con súbita llama
Y arrojan destellos que arranca el furor.
Sin duda es la imagen del mismo demonio
Que en esa morada se viene a gozar;
En tanto que el Pueblo, de Dios patrimonio,
En danzas y orgías procura solaz.
Ríe ¡oh pueblo! tus placeres
No perturban esos seres
Que el delito avasalló:
Si entre muros y prisiones
Los sujetas a montones
Qué te importa su rencor?
Ríe, ríe, mientras lloran
Y piedad en vano imploran
Por el Santo Redentor;
O tal vez, en ira ardiendo,
Le blasfeman, maldiciendo
De la entera creación.
Tú en el cieno sumergidos,
Ahí los tienes abatidos,
Apurando amarga hiel:
Y cual fieras los domeñas;
Que eres fuerte y te desdeñas
De mostrarles do está el bien.
Tus verdugos les arrojan
Vil sustento, que no mojan
Con su llanto, ni una vez;
Pues de bronce fueron hechos
De esos bárbaros los pechos,
Solo abiertos al placer.
Tuyas son esas moradas
Por el arte engalanadas,
Con fragancia de azahar,
Donde ostentas tu riqueza
Y das culto a la belleza
Y al deleite mundanal.
De los seres que encadenas
Las moradas solo llenas
De miseria eterna están,
Donde el único alimento
Que se ofrece al pensamiento
Un veneno es infernal.
De tu seno los alejas
¡Miserables! y ahí los dejas
Sin que busques su salud.
Y querrás en tus locuras
Que sus almas salgan puras
Y sedientas de virtud!
¡Ay! de aquél que se levanta
Indignado a injuria tanta
Y da campo a su furor!
Que no tiemblas, inhumano,
Cuando pones en la mano
Del verdugo el hacha atroz.
Necio aquél que a la esperanza
Da lugar, — de tu venganza
¿Quién se libra, pueblo, quién?
Tú dominas en la tierra,
Y a los mismos haces guerra
Que al delito echas tal vez.
Tú, si sangre han derramado,
Les demandas indignado
Cuenta en nombre de la grey;
Y tú propio la derramas,
Y gozoso al punto exclamas:
«Satisfecha está mi ley».
Ríe: oh pueblo encrudecido!
De placer cada latido
Que te agita el corazón,
Llena el alma del culpable
De esa rabia inexplicable
Que sofoca a la razón.
Ríe, goza: en tus delirios
No recuerdes los martirios
Infecundos ¡ay! que das:
Si un cadalso se levanta,
Lleva allí tu torpe planta,
Leda, muestra allí tu faz. | es |
Darío,Rubén | <XXI | Yo_Sé_Que_Hay_Quienes_Dicen:_¿Por_Qué_No_Canta_Ahora | Yo sé que hay quienes dicen: ¿por qué no canta ahora
con aquella locura armoniosa de antaño?
Ésos no ven la obra profunda de la hora,
la labor del minuto y el prodigio del año.
Yo, pobre árbol, produje, al amor de la brisa,
cuando empecé a crecer, un vago y dulce son.
Pasó ya el tiempo de la juvenil sonrisa:
¡dejad al huracán mover mi corazón! | es |
Machado,Antonio | <XXI | Coplas_Mundanas | Poeta ayer, hoy triste y pobre
filósofo trasnochado,
tengo en monedas de cobre
el oro de ayer cambiado.
Sin placer y sin fortuna,
pasó como una quimera
mi juventud, la primera...
la sola, no hay más que una:
la de dentro es la de fuera.
Pasó como un torbellino,
bohemia y aborrascada,
harta de coplas y vino,
mi juventud bien amada.
Y hoy miro a las galerías
del recuerdo, para hacer
aleluyas de elegías
desconsoladas de ayer.
¡Adiós, lágrimas cantoras,
lágrimas que alegremente
brotabais, como en la fuente
las limpias aguas sonoras!
¡Buenas lágrimas vertidas
por un amor juvenil,
cual frescas lluvias caídas
sobre los campos de abril!
No canta ya el ruiseñor
de cierta noche serena;
sanamos del mal de amor
que sabe llorar sin pena.
Poeta ayer, hoy triste y pobre
filósofo trasnochado,
tengo en monedas de cobre
el oro de ayer cambiado.
Sin placer y sin fortuna,
pasó como una quimera
mi juventud, la primera...
la sola, no hay más que una:
la de dentro es la de fuera.
Pasó como un torbellino,
bohemia y aborrascada,
harta de coplas y vino,
mi juventud bien amada.
Y hoy miro a las galerías
del recuerdo, para hacer
aleluyas de elegías
desconsoladas de ayer.
¡Adiós, lágrimas cantoras,
lágrimas que alegremente
brotabais, como en la fuente
las limpias aguas sonoras!
¡Buenas lágrimas vertidas
por un amor juvenil,
cual frescas lluvias caídas
sobre los campos de abril!
No canta ya el ruiseñor
de cierta noche serena;
sanamos del mal de amor
que sabe llorar sin pena.
Poeta ayer, hoy triste y pobre
filósofo trasnochado,
tengo en monedas de cobre
el oro de ayer cambiado.
Pasó como un torbellino,
bohemia y aborrascada,
harta de coplas y vino,
mi juventud bien amada.
Y hoy miro a las galerías
del recuerdo, para hacer
aleluyas de elegías
desconsoladas de ayer.
¡Adiós, lágrimas cantoras,
lágrimas que alegremente
brotabais, como en la fuente
las limpias aguas sonoras!
¡Buenas lágrimas vertidas
por un amor juvenil,
cual frescas lluvias caídas
sobre los campos de abril!
No canta ya el ruiseñor
de cierta noche serena;
sanamos del mal de amor
que sabe llorar sin pena.
Poeta ayer, hoy triste y pobre
filósofo trasnochado,
tengo en monedas de cobre
el oro de ayer cambiado.
Y hoy miro a las galerías
del recuerdo, para hacer
aleluyas de elegías
desconsoladas de ayer.
¡Adiós, lágrimas cantoras,
lágrimas que alegremente
brotabais, como en la fuente
las limpias aguas sonoras!
¡Buenas lágrimas vertidas
por un amor juvenil,
cual frescas lluvias caídas
sobre los campos de abril!
No canta ya el ruiseñor
de cierta noche serena;
sanamos del mal de amor
que sabe llorar sin pena.
Poeta ayer, hoy triste y pobre
filósofo trasnochado,
tengo en monedas de cobre
el oro de ayer cambiado.
¡Adiós, lágrimas cantoras,
lágrimas que alegremente
brotabais, como en la fuente
las limpias aguas sonoras!
¡Buenas lágrimas vertidas
por un amor juvenil,
cual frescas lluvias caídas
sobre los campos de abril!
No canta ya el ruiseñor
de cierta noche serena;
sanamos del mal de amor
que sabe llorar sin pena.
Poeta ayer, hoy triste y pobre
filósofo trasnochado,
tengo en monedas de cobre
el oro de ayer cambiado.
¡Buenas lágrimas vertidas
por un amor juvenil,
cual frescas lluvias caídas
sobre los campos de abril!
No canta ya el ruiseñor
de cierta noche serena;
sanamos del mal de amor
que sabe llorar sin pena.
Poeta ayer, hoy triste y pobre
filósofo trasnochado,
tengo en monedas de cobre
el oro de ayer cambiado.
No canta ya el ruiseñor
de cierta noche serena;
sanamos del mal de amor
que sabe llorar sin pena.
Poeta ayer, hoy triste y pobre
filósofo trasnochado,
tengo en monedas de cobre
el oro de ayer cambiado.
Poeta ayer, hoy triste y pobre
filósofo trasnochado,
tengo en monedas de cobre
el oro de ayer cambiado. | es |
Peinador,Miguel_Ángel | XXI | Xxiii | Se presentará sin llamar
sin prolegómenos ni anuncios
dejará la piel morada
como el hábito de nazareno
vendrán cuatro médicos
con cuatro maletines
y te llevará con ella
con luces y con sirenas
abriendo paso en el atasco
para llegar donde ya no hay prisa
donde ya no hay vuelta
qué triste quedó la tarde
el cielo te está llorando
qué triste a veces la vida
¡qué solo el cielo te llora!
qué triste que ahí se queda
tu sangre sobre la arena
y a nadie le importe verla. | es |
Rugeles,Manuel_Felipe | <XXI | ¡Oh!_Ciudad_De_La_Sangre | ¡Oh! ciudad de la sangre,
con mariposas negras
y pájaros de incendio en el crepúsculo.
¡Oh! ciudad de la sangre,
con hormigas rojas
que lavan su hartazgo de muertos
en los pozos de lluvia.
¡Oh! ciudad de la sangre,
con voces rotas de clarines
y banderas desgarradas.
Escuchad este grito
de alerta entre las llamas:
Él hablaba de paz
y amor en sus parábolas.
Buscad su voz
perdida entre las rutas
altas de la montaña. | es |
Gómez_Avellaneda,Gertrudis | <XXI | Pobre_Y_Humilde_Violeta | Pobre y humilde violeta,
Que deshojada y perdida
Por el viento compelida
Sigues su impulso fatal;
Ayer entre verdes hojas
Pudorosa te ocultabas,
Y la imagen presentabas
De modestia virginal:
Te acariciaban las auras
En tu apacible retiro:
Secreto como el suspiro
De enamorada beldad.
Hoy de tu tallo arrancada
Vagas ¡ayl con rumbo incierto
Por el camino desierto
Do te impele el huracán:
Y sumisa te abandonas
Al poder que te arrebata,
Ya te eleve, ya te abata
Su caprichosa crueldad.
Mas no ¡cuitada! lamentes
De tu suerte los rigores,
Que la reina de las flores
La sufre, violeta, igual.
Hasta la soberbia palma
Cede humilde a tal destino,
Y en inquieto remolino
Contigo sus hojas van:
Que el huracán inclemente
Beldad ni orgullo respeta,
Y a rosa, palma, y violeta,
Un mismo sepulcro da. | es |
Valencia,Guillermo | <XXI | El_Triunfo_De_Nerón | Al jonio carro uncidos con áspera cadena
los férvidos corceles presienten la fatiga,
y el ojo atento al brazo del coronado auriga,
escarban el estadio, sacuden la melena.
De las broncíneas trompas por la candente arena
la voz el viento expande, que la inquietud mitiga;
y con los ojos fijos en la imperial cuadriga,
el pueblo de la Loba los ámbitos atruena.
Sobre el marfil luciente de la carroza erguido,
Nerón la gloria ostenta de su oriental vestido.
Alzando el haz de bridas, con indignada mano
vibra la fusta. El grito de la victoria sube...
y entre el dorado cerco de polvorosa nube
se borra el grupo móvil en el confín lejano... | es |
Flórez,Julio | <XXI | Pasa_Ya | Errante nube que pasas
por el cielo, ¿a dónde vas?
—¡Al sur!— Si a mi patria llegas,
y ves a mi amada, dile
que no la olvido jamás.
Desátate en densa lluvia
sobre su jardín, y ve
si están mustias por mi ausencia,
si sus flores están tristes,
y diles que volveré!...
Errante nube que pasas,
—¿de dónde vienes?—De allá—
—Viste a mi amada— ¡con otro!—
—¿Viste sus flores? —¡Alegres!
¡Nube negra! ¡Pasa ya! | es |
Pombo,Rafael | <XXI | Mirringa_Mirronga | Mirringa Mirronga, la gata candonga
Va a dar un convite jugando escondite,
Y quiere que todos los gatos y gatas
No almuercen ratones ni cenen con ratas.
«A ver mis anteojos, y pluma y tintero,
Y vamos poniendo las cartas primero.
Que vengan las Fuñas y las Fanfarriñas,
Y Ñoño y Marroño y Tompo y sus niñas.
»Ahora veamos qué tal la alacena.
Hay pollo y pescado, ¡la cosa está buena!
Y hay tortas y pollos y carnes sin grasa.
¡Qué amable señora la dueña de casa!
»Venid mis michitos Mirrín y Mirrón.
Id volando al cuarto de mamá Fogón
Por ocho escudillas y cuatro bandejas
Que no estén rajadas, ni rotas ni viejas.
»Venid mis michitos Mirrón y Mirrín,
Traed la canasta y el dindirindín,
¡Y zape, al mercado! que faltan lechugas
Y nabos y coles y arroz y tortuga.
»Decid a mi amita que tengo visita,
Que no venga a verme, no sea que enferme,
Que mañana mismo devuelvo sus platos,
Que agradezco mucho y están muy baratos.
»¡Cuidado, patitas, si el suelo me embarran
¡Que quiten el polvo, que frieguen, que barran
¡Las flores, la mesa, la sopa!... ¡Tilín!
Ya llega la gente. ¡Jesús, qué trajín!».
Llegaron en coche ya entrada la noche
Señores y damas, con muchas zalemas,
En grande uniforme, de cola y de guante,
Con cuellos muy tiesos y frac elegante.
Al cerrar la puerta Mirriña la tuerta
En una cabriola se mordió la cola,
Mas olió el tocino y dijo «¡Miaao!
¡Este es un banquete de pipiripao!»
Con muy buenos modos sentáronse todos,
Tomaron la sopa y alzaron la copa;
El pescado frito estaba exquisito
Y el pavo sin hueso era un embeleso.
De todo les brinda Mirringa Mirronga:
—«¿Le sirvo pechuga?» —«Como usted disponga,
Y yo a usted pescado, que está delicado».
—«Pues tanto le peta, no gaste etiqueta:
»Repita sin miedo». Y él dice:
—«Concedo».
Mas ¡ay! que una espina se le atasca indina,
Y Ñoña la hermosa que es habilidosa
Metiéndole el fuelle le dice: «¡Resuelle!»
Mirriña a Cuca le golpeó en la nuca
Y pasó al instante la espina del diantre,
Sirvieron los postres y luego el café,
Y empezó la danza bailando un minué.
Hubo vals, lanceros y polka y mazurca,
Y Tompo que estaba con máxima turca,
Enreda en las uñas el traje de Ñoña
Y ambos van al suelo y ella se desmoña.
Maullaron de risa todos los danzantes
Y siguió el jaleo más alegre que antes,
Y gritó Mirringa: «¡Ya cerré la puerta!
¡Mientras no amanezca, ninguno deserta!»
Pero ¡qué desgracia! entró doña Engracia
Y armó un gatuperio un poquito serio
Dándoles chorizo de tío Pegadizo
Para que hagan cenas con tortas ajenas. | es |
Jiménez,Juan_Ramón | <XXI | Perdida_En_La_Noche_Inmensa | Perdida en la noche inmensa.
¿Quien la encontrara?
El que muere, cada noche
mas lejos se va.
Lejos, a la no esperanza.
Para quien se fue,
aunque el que se queda implore,
no vale la fe.
Y morirnos tras la muerte,
no nos quita cruz,
que cada muerto camina
por destinta luz. | es |
Buesa,José_Ángel | <XXI | Los_Navegantes_Se_Bambolean_Sobre_Las_Rutas | Los navegantes se bambolean sobre las rutas
que en los inéditos mares rubrican las carabelas.
Las cuerdas vibran ante las ráfagas que hinchan las velas,
y el agua ruge cuando entreabre sus hondas grutas.
Gajos que muestran púrpuras y otros de extrañas frutas
prometen costas donde el inicio de sus estelas.
Cual roncos órganos, truenan las olas sus cantinelas,
peinando en tanto sus cabelleras verdes e hirsutas.
De su invisible coro de liras y de violines
la brisa aclara las voces tímidas en los confines
donde la niebla teje su espesa malla inquietante.
Las naves pasan, como un desfile de solitarios
que aún exorcizan los espectros de los corsarios
sobre la ruta que trazó a siglos el Almirante!... | es |
Coronado,Carolina | <XXI | Qué_Hermoso_Es_Dios,_Qué_Hermosa_Su_Cabeza! | ¡Qué hermoso es Dios, qué hermosa su cabeza!
¡Qué gallardo su andar, su voz qué suave!
Rasgos los cielos son de su belleza,
pasos los siglos de su marcha grave;
la voz de la inmortal naturaleza
de sus conciertos la sonora clave,
su acento arroba, su mirar abrasa,
tiembla el mundo a sus huellas cuando pasa.
Yo me enamoro dél: pobre doncella
a la ardiente pasión esclavizada,
la sangre a mi cerebro se atropella
a su paso, a su canto, a su mirada;
medito y me consumo con la estrella,
por el trueno me siento subyugada,
y al ver al tiempo transcurrir ligero
sufro, lo lloro, clamo, desespero.
Seres tranquilos vi sobre la tierra
que esta ansiedad febril nunca padecen,
ni están con los espíritus en guerra,
ni en éxtasis de amor se desvanecen:
cuatro páginas ¡ay!, su libro encierra;
nacen, medran, se nutren, envejecen,
y como nada amaron ni sintieron,
nunca se mueren porque no vivieron.
Repose en paz el corazón helado,
yo quiero ver lucir tu sol ardiente,
vagar tras de tu voz por el collado,
beber tu aspiración en el ambiente:
¡quiero mirar tu ceño en el nublado,
tu sonrisa en la luna transparente,
en las corrientes aguas tu armonía
y tus halagos en el alma mía!
Ése es el solo bien del sentimiento,
la sola dicha de la triste alma,
la sola gloria del mayor talento,
del martirio mayor la sola palma;
llevar por adorarte el sufrimiento,
por comprenderte renunciar la calma,
de la pasión en el delirio ciego
ser desgraciada por sentir su fuego.
Sé que al cantarte en mi ilusión suspensa
la trova que mi boca te improvisa,
de los pueblos tendrá por recompensa
desdeñosa y sarcástica sonrisa:
su atmósfera pesada, oscura y densa
no dejará volar tan dulce brisa,
pero en el valle puro en que la exhalo
sirve a las soledades de regalo. | es |
Pérez_Asensio,Miguel_Ángel | XXI | Mañana_Estaré_Cerrado_Por_Hastío | Mañana estaré cerrado por hastío
pero hoy
tengo de par en par abiertos mis abrazos,
mis besos,
mis caricias,
por si te quieres resguardar de esta tormenta
que está lloviendo soledad,
tristeza,
abatimiento,
y te has dejado en casa el parapenas | es |
Lugones,Leopoldo | <XXI | El_Oriente | Con irritados cobres se colora
La extensión de los densos arenales,
Y un humo de oro, en rizos irreales,
Flota sobre la brasa de la aurora.
En acerbos azules se evapora
El día. La palmera en los eriales,
Desgreña sobre ciegos manantiales
Lóbregas crenchas de mujer que llora.
Padece el dromedario macilento
La resolana cruel como una llaga.
Febril empieza a delirar el viento.
Pesa en los hombros una angustia aciaga.
Y en lento ascenso el sol, como un sangriento
Bostezo de león, las sombras traga. | es |
Mutis,Álvaro | <XXI | Tendido_En_Un_Jergón_De_La_Humilde_Morada | Tendido en un jergón de la humilde morada del escriba Fakhr-el-Din,
Luis de Francia, noveno de su nombre, ausculta la noche del delta.
Los pies descalzos de los centinelas
pisan el polvo del desierto que llega con el viento.
Insomne, el prisionero ha vigilado paso a paso la invasión
de las sombras. Los más leves susurros se han ido apagando
hasta dejarlo inmerso en el ámbito de tinieblas
que palpitan en un aleteo de lienzos sin límites.
Reza el Rey y pide a Dios que tenga clemencia
de su gente ahora que todo ha terminado.
Un sordo dolor corroe su vigilia. Por virtud de la encendida
palabra del Rey Santo, caballeros y siervos
burgueses y campesinos, gentes de a pie y de a caballo,
acudieron de todos los rincones de Francia.
Ahora quedan en el campo, ración para los buitres,
o gimen en las galeras del infiel.
Sólo algunos grupos en derrota consiguieron
embarcar rumbo a Malta y a Chipre.
Tal fue la batalla a orillas de Bar-al-Seghir.
Un servidor de la escritura, Dios lo bendiga,
ha dado asilo al más grande Rey de Occidente.
Prisionero del Sultán de Egipto, yace
en un mísero lecho al amparo de la morada
de Fakhr-el-Din en un oscuro arrabal de Al-Mansurâh.
El prisionero supo acoger la hospitalidad del escriba
con la clara sonrisa de los bienaventuradas
y la austera gentileza del abuelo de Borbones y Trastámaras.
La brega de varios días de incesante batallar
lo ha dejado sin más fuerzas que la de su alma
señalada por la mano del Altísimo.
La noche va borrando las heridas de su conciencia,
va disolviendo la desfallecida miseria de su desaliento.
Un centinela se asoma por la ventana
pero retira presuroso la mirada
al ver que Luis se ha vuelto hacia él.
De ese cuerpo desmayado y sin fuerzas
se desprende la inefable energía de los santos:
sin armas, con las ropas desgarradas, sucias de lodo y sangre,
es más sobrecogedora aún y más patente
la augusta majestad de su presencia.
Ningún trono podría realzar mejor
le especial condición de sus virtudes
que este desastrado jergón cedido
por Fakhr-el Din modesto escriba en Al-Mansurâh.
Reza el Rey y pide por su gente, por el orden de su reino,
porque se cumpla en él la promesa del Sermón de la Montaña.
El agua desciende por el delta
en un silencio de aceites funerales.
Se dijera que la noche ha confundido
el curso del tiempo en la red de sus tinieblas incansables.
Luis de Francia, noveno de su nombre, mueve apenas
los labios en callada plegaria y se entrega
en manos del que todo lo dispone
en la vasta misericordia de sus designios.
Su pecho se alza en un hondo suspiro
y comienza a entrar mansamente en el sueño de los elegidos. | es |
Guillén,Nicolás | <XXI | Tres_Canciones_Chilenas_-_I._Chile | Chile una rosa de hierro,
fija y ardiente en el pecho
de una mujer de ojos negros.
—Tu rosa quiero.
(De Antofagasta vengo,
voy para Iquique;
tan sólo una mirada
me ha puesto triste).
Chile: el salitral violento.
La pampa de puño seco.
Una bandera de fuego.
—Tu pampa quiero.
(Anduve caminando
sobre el salitre;
la Muerte me miraba,
yo estaba triste).
Chile: tu verde silencio
Tu pie sur en un estrecho
zapato de espuma y viento.
—Tu viento quiero.
(El ovejero ladra,
la tropa sigue;
la oveja mira al perro
con ojos tristes).
Chile: tu blanco lucero.
Tu largo grito de hielo.
Tu cueca de polvo pueblo.
—Tu pueblo quiero.
(En la cresta de un monte
la luna gime;
agua y nieve le lavan
la frente triste).
(De Antofagasta vengo,
voy para Iquique;
tan sólo una mirada
me ha puesto triste).
(Anduve caminando
sobre el salitre;
la Muerte me miraba,
yo estaba triste).
(El ovejero ladra,
la tropa sigue;
la oveja mira al perro
con ojos tristes).
(En la cresta de un monte
la luna gime;
agua y nieve le lavan
la frente triste). | es |
Góngora,Luis_de | <XXI | Pasos_De_Un_Peregrino_Son_Errante | Pasos de un peregrino son, errante,
Cuantos me dictó versos dulce Musa
En soledad confusa,
Perdidos unos, otros inspirados.
¡O tú que de venablos impedido
—Muros de abeto, almenas de diamante—,
Bates los montes que de nieve armados
Gigantes de cristal los teme el cielo,
Donde el cuerno, del eco repetido,
Fieras te expone, que — al teñido suelo,
Muertas, pidiendo términos disformes—
Espumoso coral le dan al Tormes!:
Arrima a un frexno el frexno, cuyo acero,
Sangre sudando, en tiempo hará breve
Purpurear la nieve;
Y, en cuanto da el solícito montero,
Al duro robre, al pino levantado
—Émulos vividores de las peñas—
Las formidables señas
Del oso que aun besaba, atravesado,
La asta de tu luciente jabalina,
—O lo sagrado supla de la encina
Lo Augusto del dosel, o de la fuente
La alta cenefa, lo majestuoso
Del sitïal a tu Deidad debido—,
¡O Duque esclarecido!
Templa en sus ondas tu fatiga ardiente,
Y, entregados tus miembros al reposo
Sobre el de grama césped, no desnudo,
Déjate un rato hallar del pie acertado
Que sus errantes pasos ha votado
A la real cadena de tu escudo.
Honre suave, generoso nudo,
Libertad, de Fortuna perseguida;
Que, a tu piedad Euterpe agradecida,
Su canoro dará dulce instrumento,
Cuando la Fama no su trompa al viento.
¡O tú que de venablos impedido
—Muros de abeto, almenas de diamante—,
Bates los montes que de nieve armados
Gigantes de cristal los teme el cielo,
Donde el cuerno, del eco repetido,
Fieras te expone, que — al teñido suelo,
Muertas, pidiendo términos disformes—
Espumoso coral le dan al Tormes!:
Arrima a un frexno el frexno, cuyo acero,
Sangre sudando, en tiempo hará breve
Purpurear la nieve;
Y, en cuanto da el solícito montero,
Al duro robre, al pino levantado
—Émulos vividores de las peñas—
Las formidables señas
Del oso que aun besaba, atravesado,
La asta de tu luciente jabalina,
—O lo sagrado supla de la encina
Lo Augusto del dosel, o de la fuente
La alta cenefa, lo majestuoso
Del sitïal a tu Deidad debido—,
¡O Duque esclarecido!
Templa en sus ondas tu fatiga ardiente,
Y, entregados tus miembros al reposo
Sobre el de grama césped, no desnudo,
Déjate un rato hallar del pie acertado
Que sus errantes pasos ha votado
A la real cadena de tu escudo.
Honre suave, generoso nudo,
Libertad, de Fortuna perseguida;
Que, a tu piedad Euterpe agradecida,
Su canoro dará dulce instrumento,
Cuando la Fama no su trompa al viento.
Arrima a un frexno el frexno, cuyo acero,
Sangre sudando, en tiempo hará breve
Purpurear la nieve;
Y, en cuanto da el solícito montero,
Al duro robre, al pino levantado
—Émulos vividores de las peñas—
Las formidables señas
Del oso que aun besaba, atravesado,
La asta de tu luciente jabalina,
—O lo sagrado supla de la encina
Lo Augusto del dosel, o de la fuente
La alta cenefa, lo majestuoso
Del sitïal a tu Deidad debido—,
¡O Duque esclarecido!
Templa en sus ondas tu fatiga ardiente,
Y, entregados tus miembros al reposo
Sobre el de grama césped, no desnudo,
Déjate un rato hallar del pie acertado
Que sus errantes pasos ha votado
A la real cadena de tu escudo.
Honre suave, generoso nudo,
Libertad, de Fortuna perseguida;
Que, a tu piedad Euterpe agradecida,
Su canoro dará dulce instrumento,
Cuando la Fama no su trompa al viento.
Honre suave, generoso nudo,
Libertad, de Fortuna perseguida;
Que, a tu piedad Euterpe agradecida,
Su canoro dará dulce instrumento,
Cuando la Fama no su trompa al viento. | es |
Guillén,Nicolás | <XXI | Tus_Guantes | Tus guantes
puestos en la punta de tu cuerpo de ardilla,
y el punch de tu sonrisa.
El Norte es fiero y rudo, boxeador.
Ese mismo Broadway,
que en actitud de vena se desangra
para chillar junto a los rings
en que tú saltas como un moderno mono elástico,
sin el resorte de las sogas,
ni los almohadones del clinch;
ese mismo Broadway
que unta de asombro su boca de melón
ante tus puños explosivos
y tus actuales zapatos de charol;
ese mismo Broadway,
es el que estira su hocico con una enorme lengua húmeda,
para lamer glotonamente
toda la sangre de nuestro cañaveral.
De seguro que tú
no vivirás al tanto de ciertas cosas nuestras,
ni de ciertas cosas de allá,
porque el training es duro y el músculo traidor,
y hay que estar hecho un toro,
como dices alegremente, para que el golpe duela más.
Tu inglés,
un poco más precario que tu endeble español,
sólo te ha de servir para entender sobre la lona
cuánto en su verde slang
mascan las mandlbulas de los que tú derrumbas
jab a jab.
En realidad acaso no necesitas otra cosa,
porque como seguramente pensarás,
ya tienes tu lugar.
Es bueno, al fin y al cabo,
hallar un punching bag,
eliminar la grasa bajo el sol,
saltar,
sudar,
nadar,
y de la suiza al shadow boxing,
de la ducha al comedor,
salir pulido, fino, fuerte
como un bastón recién labrado
con agresividades de black jack.
Y ahora que Europa se desnuda
para tostar su came al sol
y busca en Harlem y en La Habana
jazz y son,
lucirse negro mientras aplaude el bulevar,
y frente a la envidia de los blancos
hablar en negro de verdad. | es |
Unamuno,Miguel_de | <XXI | Puerta | Eres la blanca puerta del empíreo, Juan X, 9.
siempre abierta al que llama, y donde se abre Hebreos I, 3.
de las tinieblas—divinas entrañas—
el resplandor. De par en par sus hojas
—a la diestra justicia y a la izquierda
misericordia—ábrensenos propicias,
sobre los goznes del rosario al leño
de la cruz—rodrigón—envencijado.
¡El umbral de tu cruz de Adán la tumba,
y en su dintel se apoya cejijunto
Luzbel, a las tinieblas acechando!
¡Pobre Luzbel, estrella de la tarde,
en sombra de tinieblas convertido,
caído desde el cielo como un rayo!
¡Dale, Señor, tu mano, y se derrita
su sombra en las tinieblas de tu Padre,
y vuelva a ser lucero matutino!
¡Desgarrón de los cielos, abertura
Tú eres de Dios, y quien por Ti le mira
muere de verle, al fin, de amor se muere,
y muriendo de amor vida recobra,
vida que nunca muere. Y es el puente,
cimentado con lágrimas y sangre,
tu cruz que a Ti, que eres la blanca puerta
de la mansion de Dios, nos encamina
por sobre el foso de este bajo mundo
¡ceñidor del Castillo celestial! | es |
Arciniegas,Ismael_Enrique | <XXI | Junto_Al_Rhin,_El_Viejo_Río | Junto al Rhin, el viejo río,
El río de las leyendas,
Un castillo silencioso
Alza sus torres de piedra,
Del señor de la comarca
La sombría fortaleza.
La niña de ojos azules
Y rizada cabellera,
De tez de nieve y de grana,
Casto ideal de poeta;
La que mis sueños tranquilos
Cruza vaporosa, aérea,
Cual Holda cruza el espacio
En noches de primavera,
La adorada de mi vida
Que me ha jurado fe eterna,
Allí vive, para el mundo
Escondida su belleza.
Cuando las luces se apagan
En las sombrías almenas,
Y el castillo está embozado
En su manto de tinieblas,
Llego vestido de paje
A la marmórea escalera
Donde me aguarda mi amada,
La niña de rizas trenzas,
La de los ojos azules
Que me ha jurado fe eterna;
Y el paseo comenzamos
De brazo por la alameda;
Y ella al oído me dice,
Con voz apagada y trémula,
—En mi hombro, pensativa,
Reclinada la cabeza,—
Lo que ha soñado en sus noches,
Sus imposibles quimeras,
Las ternuras de su alma,
Sus recónditas tristezas;
Y yo, soñador, le narro
Cuentos de hermosas princesas
Enamoradas de pajes
Que han muerto de amor por ellas;
Y al decirle mis dolores,
Mis sueños y mis tristezas,
Melancólica me mira,
Llora, y las manos me estrecha.
Y cuando en el cielo pálido
Muriendo van las estrellas,
La dejo en la escalinata
Y repaso la alameda,
Cabizbajo, recordando
Lo que olvidé junto a ella,
Lo que pensaba decirle:
Más sueños y más promesas.
Y cruzo el Rhin en mi barca...
Y en tanto en las ondas crespas
Juegan con la blanca espuma
Las hadas de las leyendas. | es |
González,Ángel | <XXI | Viejo_Tapiz | Todo el mundo era pobre en aquel tiempo,
todos entretejían
sin saberlo
—a veces sonreían—
los hilos de tristeza
que formaba la trama de la vida
(inconsistente tela, pero
qué estambre terco, la esperanza).
Unas hebras
de amor doraban
un extremo de aquel tapiz sombrío
en el que yo era un niño que corría
no sé de qué o hacia dónde,
tal vez hacia el espacio luminoso
que urdían incansables
las obstinadas manos amorosas.
Nunca llegué a esa luz.
Cuando iba a alcanzarla,
el tiempo, más veloz,
ya la había apagado con su pátina. | es |
Jaimes_Freyre,Ricardo | <XXI | El_Camino_De_Los_Cisnes | «Crespas olas adheridas a las crines
de los ásperos corceles de los vientos;
alumbradas por rojizos resplandores
cuando en yunque de montañas su martillo bate el trueno.
»Crespas olas que las nubes oscurecen
con sus cuerpos desgarrados y sangrientos,
que se esfuman lentamente en los crepúsculos.
Turbios ojos de la noche, circundados de misterio.
»Crespas olas que cobijan los amores
de los monstruos espantables en su seno,
cuando entona la gran voz de las borrascas
su salvaje epitalamio como un himno gigantesco.
»Crespas olas que se arrojan a las playas
coronadas por enormes ventisqueros,
donde turban con sollozos convulsivos
el silencio indiferente de la noche de los hielos.
»Crespas olas que la quilla despedaza
bajo el rayo de los ojos del guerrero,
que ilumina las entrañas palpitantes
del Camino de los Cisnes para el Rey del Mar abierto» | es |
Ruiz,Felipe | XXI | Un_Poema._Una_Canción | sube a nacer conmigo hermano...
es un poema. es una canción.
es un poema
es una canción
poema!
canción!
me repetía la hippie mientras tarareaba:
no volverás desde...
una canción de Los Jaivas —decía—
del disco chileno más aplaudido en el mundo
un poema —decía yo— del poeta aplaudido en el mundo
yo vengo a hablar...
—un pobre huérfano
—pero lleno de mujeres
otro pobre huérfano que andaba buscando a su mami en sus amantes
como yo?
si, como tú
como yo en ti?
como tú en mí?
dejamos que el gato muerto maullara a través de la cinta
magnética
como los ojos de la hippie
como las piernas de la hippie
como los porros de la hippie
y nos quedamos pegados
mírame desde el fondo de las sombras...
qué busco entre esas piernas de hippie india?
una más para hacerme la América
un pacha mama? | es |
Altolaguirre,Manuel | <XXI | El_Vivero | Árboles sin infancia que ignoraron
la secreta niñez de la semilla,
como Eva, que nació de una costilla,
a ellos de troncos mil los arrancaron.
Para darles el ser nunca se amaron
las flores, ni entregaron a la arcilla
la semilla fecunda, fue una astilla
lo que en la tierra sin piedad clavaron.
Ya están crecidos pero, si una herida
y no el amor tuvieron como cuna,
¿qué nos puede extrañar que sea el vivero
tan triste, si sus plantas sin fortuna
al hacha deben el gozar de vida,
segunda vida sin nacer primero? | es |
Loynaz,Dulce_María | <XXI | Que_La_Vida_No_Vaya_Más_Allá_De_Tus_Brazos | Que la vida no vaya más allá de tus brazos.
Que yo pueda caber con mi verso en tus brazos,
que tus brazos me ciñan entera y temblorosa
sin que afuera se queden ni mi sol ni mi sombra.
Que me sean tus brazos horizonte y camino,
camino breve, y único horizonte de carne;
que la vida no vaya más allá... ¡Que la muerte
se parezca a esta muerte caliente de tus brazos!... | es |
Góngora,Luis_de | <XXI | Suspiros_Tristes,_Lágrimas_Cansadas, | Suspiros tristes, lágrimas cansadas,
Que lanza el corazón, los ojos llueven,
Los troncos bañan y las ramas mueven
De estas plantas, a Alcides consagradas;
Mas del viento las fuerzas conjuradas
Los suspiros desatan y remueven,
Y los troncos las lágrimas se beben,
Mal ellos y peor ellas derramadas.
Hasta en mi tierno rostro aquel tributo
Que dan mis ojos, invisible mano
De sombra o de aire me le deja enjuto,
Porque aquel ángel fieramente humano
No crea mi dolor, y así es mi fruto
Llorar sin premio y suspirar en vano.
Mas del viento las fuerzas conjuradas
Los suspiros desatan y remueven,
Y los troncos las lágrimas se beben,
Mal ellos y peor ellas derramadas.
Hasta en mi tierno rostro aquel tributo
Que dan mis ojos, invisible mano
De sombra o de aire me le deja enjuto,
Porque aquel ángel fieramente humano
No crea mi dolor, y así es mi fruto
Llorar sin premio y suspirar en vano.
Hasta en mi tierno rostro aquel tributo
Que dan mis ojos, invisible mano
De sombra o de aire me le deja enjuto,
Porque aquel ángel fieramente humano
No crea mi dolor, y así es mi fruto
Llorar sin premio y suspirar en vano.
Porque aquel ángel fieramente humano
No crea mi dolor, y así es mi fruto
Llorar sin premio y suspirar en vano. | es |
Bañuelos,Juan | <XXI | Recién_Despierto | recién despierto
el hombre
inclinado
como un pobre sastre
que hilvana una prenda
rasguea su guitarra.
los sonidos que pasan
abren la escena iv
que contiene
la mente de cuerpo entero
en diálogo
con las mujeres del tiempo/
las escenas i ii y iii
pertenecen al mostruo
y al espacio.
el final
es el hallazgo
del pensamiento real
inmóvil
en el frío de las variaciones.
ellas sólo dijeron:
«tu guitarra es azul
mas no tocas las cosas
como son».
el ojo despejado/
un puro ver
sin reflexión
el hombre dijo:
«las cosas como son
en mi guitarra son/
de otra manera:
umbilical
el yermo
es una farsa
de la lluvia/
en mi guitarra
la montaña camina
y la noche es de piedra».
una de las mujeres
suplicó: «toca un aire
que nos trascienda
y separe la palabra
de las cosas».
el guitarrista
se consagra
a pulsar sus sentidos
y las cuerdas desfloran
el resplandor del alba/
doma al monstruo
indecible
(que nos atañe por dentro)
y despliega su fuerza
hacia un cielo que piensa/
en el instante
en que al final del parecer
el vaso con la flor
el cuadro rojo
el hombre
peinándose a dos espejos
el escritorio y la ventana
son en la guitarra
como antes fueron
capturados en la piedra.
los sonidos
transfiguran la mente entera
como un periódico
arrastrado por el viento
cambia las noticias/
así
los muros levantados
son la perfección
del pensamiento/
y la quietud
parte de la página
sin ser observada.
el hombre
vuelve a inclinarse
—como el sastre que cose—
sobre su instrumento/
y es un hombre
en el cuerpo
de una bestia furiosa
sentado en una silla
al sol/
y es una guitarra
monstruosamente azul/
mientras
en la pieza contigua
la soprano coloratura
canta el aria
de la realidad
que es un pájaro
que nunca se posa
y deja fluir sus alas
como un río sin cauce.
esa profunda alondra
jamás
calumniará a la muerte.
Pervesidad de la separación
desautorizo
mi ternura/
vuélvanse
mis ojos
turbulencia/
pido castigo ejemplar
a mis palabras.
al alba
quito la escalera
para que ninguna luz
suba a las ventanas/
que sea
irreflexiva
como un perro
mi bondad
que en los charcos
sean glorificados
mis instintos
que la vida tropiece
y su pie herido
sea mutilado.
desautorizo
a mi sangre
y a mi sexo/
y para mis oídos
toda mi voz/
toda vez
toda sombra
todo siglo
sea mi espalda
una sábana
árida.
la ausencia es una unión definitiva.
todo
tengo prohibido:
incluso la amargura.
Poema interrumpido por un allanamiento
Aquí la sangre, aquí tal si saliera
de una enorme bestia destazada.
La humareda de los siglos ahogándome.
Golpeando atrás del alma, golpeado
en nombre de la puerta custodiada:
«Ten coraje, Bañuelos.
Valor, viejo».
Será en la cacería siguiente
cuando mi íngrimo horizonte
caiga bajo la zarpa estrujamiedo.
Será. Será.
Los nervios con sus patas de diarrea.
Será el ciempiés errante de las fosas
abiertas en los rostros.
Y hallándome acosado
parpadeó el espejo
detrás de mi memoria.
Jugué a tener memoria.
Ascendí ensacerdotado de juncia y de cafetos.
Corrí por los llanos de Colón.
Fuí huésped a los quince
de aquella cárcel municipal,
y luego él «considera que es tu hijo»
y «o das tu cuota o friegas los excusados»
y ese olor natal de Tuxtla y sus alrededores
cuando, leyendo bajo el puente, el agua era
una ave larga que volaba boca arriba.
Y ahora aquí, entre la producción y el miedo,
«bendito seas entre todos, bendito», «no te eches
a perder», «visita a tus tíos»...
Avergonzado de gastar todos estos años
en imágenes de aserrín, con los puños cerrados,
como el lagarto al acecho del mosco en la ribera.
Necio. El polvo de la persiana cae en mis hombros.
Qué quiere usted. Salmuera en mi ojo izquierdo
que rodea desgarrado el farallón
de lo que he podido soñar, de lo que tú no
soñarás:
«la vida práctica es astucia, mi amigo.
Jode, come y bebe. Entra al PRI»...
Y todavía habrá personas que se asombren
cuando cuentes que las hormigas
rezan su hastío, que el odio nunca está solo,
y que la sombra del durazno
huele lo mismo que su flor.
(Ay pequeño Sabinal de lavanderas
chorreando sol bajo las miradas
de las comadrejas y de la hierba
asustada).
Y hallándome acosado,
en tanto aplaco
mis nervios con sus patas de diarrea,
mientras enloquezco,
mientras muerdo estas paredes,
acuso a la luz
de que al abrir una granada
se despeñó hacia adentro
haciendo saltar su espuma roja
idéntica
a la que expulsa el azteca desollado. | es |
Novo,Salvador | <XXI | Llama_El_Invierno,_Tímido_Si_Puro | Llama el Invierno, tímido si puro,
muda voz de cristal, lágrima dura,
y hace temblar la llama que perdura
visible apenas en el monte oscuro.
Abrámosle la puerta. Halle el seguro
tibio recinto, dulce en la ventura
de la mano tendida en que madura
la semilla del Tiempo su conjuro.
Llegue a nosotros tímido y discreto.
Hablen sus nieves el lenguaje mudo
con que viene a confiarnos su secreto.
Ya nace un año más —niño desnudo—.
Que los catorce versos del soneto
vistan su cuerpo y sírvanle de escudo. | es |
Loynaz,Dulce_María | <XXI | Poema_Liii | Amado mío, dame la rosa de ayer o la de mañana...
¡Y guarda el resto de la primavera! | es |
Gómez_García,Elías_F. | XXI | En_La_Cafetería | En la cafetería
miro tu marfileña mano mínima
con su delicadísima osatura:
con sus uñas pintadas sin anillos
y la imagino en torno de mi tronco
apretando ese tronco susceptible
que nos hace distintos:
tú charlas y te ríes
y das un sorbo a una bebida nácar
pero me miras
y yo sé que tú sabes lo que pienso:
no sé por qué
algo me dice que sabes lo que pienso:
lástima de las cosas imposibles... | es |
Aleixandre,Vicente | <XXI | Un_Día_Para_Los_Hombres_Llegaste | Un día para los hombres llegaste.
Eras, quizá, la salida del sol.
Pero eras más el mar, el duro, el terso, el transparente, amenazante mar que busca orillas,
que escupe luces, que deja atrás sus peces sin espinas
y que rueda por los pies de unos seres humanos,
ajeno al dolor o a la alegría de un cielo.
Llegaste con espuma, furioso, dulce, tibio, heladamente
ardiente bajo los duros besos
de un sol constante sobre la piel quemada.
El bosque huyó, los árboles volaron.
Una sombra de pájaros oscureció un azul intangible.
Las rocas se cubrieron con un musgo de fábula.
Y allá remotamente, invisibles, los leones durmieron.
Delicado, tranquilo, con unos ojos donde la luz nunca todavía brilló,
ojos continuos para el vivir de siempre,
llegaste tú sin sombra, sin vestidos, sin odio,
suave como la brisa ligada al mediodía,
violento como palomas que se aman,
arrullador como esas fieras que un ocaso no extingue,
brillador en el día bajo un sol casi negro.
No, no eras el río, la fuga, la presentida fuga de unos potros camino del oriente.
Ni eras la hermosura terrible de los bosques.
Yo no podía cofundirte con el rumor del viento sobre el césped,
donde el rostro de un hombre oye a la dulce tierra.
Lejos las ciudades extendían sus tentaculares raíces,
monstruos de Nínive, megaterios sin sombra,
pesadas construcciones de una divinidad derribada entre azufres,
que se quema convulva mientras los suelos crujen.
Pero tú llegaste imitando la sencilla quietud de la
montaña.
Llegaste como la tibia pluma cae de un cielo estremecido.
Como la rosa crece entre unas manos ciegas.
Como un ave surte de una boca adorada.
Lo mismo que un corazón contra otro pecho palpita.
El mundo, nadie sabe donde está nadie puede decidir sobre la verdad de su luz.
Nadie escucha su música veloz, que canta siempre cubierta
por el rumor de una sangre escondida.
Nadie, nadie te conoce, oh Amor, que arribas por una escala silenciosa,
por un camino de otra tierra invisible.
Pero yo te sentí, yo te vi, yo te adiviné.
A ti, hermosura mortal que entre mis brazos luchaste,
mar transitorio, impetuoso mar de alas furiosas como besos.
Mortal enemigo que cuerpo a cuerpo me venciste,
para escapar triunfante a tu ignorada patria. | es |
Pardo_García,Germán | <XXI | Creación | Ansío reposar unos instantes,
cual motor del espacio que voltea
sin cesar y produce en su tarea,
orugas y luceros crepitantes.
Contra todos mis números constantes
se arroja con furor una marea
de gérmenes y formas, que desea
sumergirse en sus aguas inundantes.
Mi jornada comienza al concluirse
otra jornada, y crece al erigirse
delante de un delirio otro delirio.
Mundos nacen y mueren en mis manos,
y otros mundos renacen inhumanos,
a pesar de la Nada y del martirio. | es |
Álvarez_Quintero,Hermanos | <XXI | La_Mejor_Copla | En el descanso de una jornada,
que si fue dura, si fue sangrienta,
por ha Victoria fue coronada,
junta a la hoguera que los calienta,
enardecidos y decidores
con fe en la vida y alma contenta,
varios soldados cantan amores,
como quien quiere buscando flores
borrar el daño de la tormenta.
Harto seguro de su donaire,
toca uno de ellos una guitarra,
y una garganta que se desgarra
lanza esta copla, que roba el aire:
La heridita que me han hecho
es chiquitita y es roja:
¡bendiga Dios esta herida,
que me recuerda tu boca!
Con recios gritos y ¡oles! ardientes
al que ha cantado premia el cornillo:
porque la copla lleva a las frentes,
en su lenguaje puro y sencillo
la imagen viva de las ausentes
cuyo retrato guarda el hatillo.
Y aun no repuestos los campeones
de esta alegría que en sentimiento
tiene anegados los corazones
cuando quejosa como un lamento
de ha vihuela siempre a los sones,
salta otra copla que roba el viento:
Aquel base de mi madre me
dio miedo de la guerra,
y en la guerra soy valiente
por devolvérselo a ella
¡Amor de madre! Rico tesoro
que late dentro de las entrañas,
como en el centro de las montañas
oculto el oro:
al evocarte con voz dolida,
sienten los héroes como encendida
sobre su rostro la intensa huella
de aquellos besos de despedida
que da tan sólo la boca de ella.
En algún pecho brota un sollozo;
algunos ojos anubla el llanto;
y al advertirlo sagaz el mozo
de las cantares, por el quebranto
volver en gozo,
para la patria tiene este canto:
Que cuál patria era su patria
le preguntaron a Dios,
y sin pararse a pensarlo,
Él dijo que era español.
Estallan risas frescas y locas
de honda alegría;
gritan a un tiempo todas las bocas,
y amortiguando la algarabía
con su apostura serena y pía,
pasa una virgen de blancas tocas.
Lleva en sus ojos, dulces y bellos,
por el insomnio martirizados
de amor cristiano dulces destellos;
lleva sus dedos ensangrentados,
porque amorosos tocaron ellos
en las heridas de los soldados.
¡Amor de todos! Este as su emblema,
éste es su norte y éste su aliento,
y amando a todos viva el poema
de la ternura y el sufrimiento.
La mira el mozo, su ardor extrema,
y con el alma puesta en su acento,
canta esta copla, que luego el viento
lleva a más alta región suprema:
La caridad no pregunta
ni las nombres ni las tierras:
como la mar llama al río,
el llanto la llama a ella.
Canto de penas del mundo entero,
por generoso, por lastimero,
conmueve a todos... Noble y augusta
sigue la hermana por el sendero.
Y otro muchacho dice al coplero
con voz velada, pero robusta:
—Tengo una patria por la que muero,
tengo una novia que es un lucero,
tengo una madre cristiana y justa,
y, sin embargo, mi compañero,.
ése es el canto que yo prefiero,
¡ésa es la copla que más me gusta! | es |
Pombo,Rafael | <XXI | —¿En_Qué_Piensas_Todo_El_Día | —¿En qué piensas todo el día
Tendido sobre la yerba?
Parécesme un gran doctor
Embelesado en su ciencia.
—La ciencia, niño querido
No es lo que a mí me alimenta;
Esa es fruta del estudio,
Con que Dios al hombre obsequia.
Fuera el pensar para mí,
Pobre animal, ardua empresa;
Prefiero hacer treinta surcos
Antes que aprender dos letras.
Mascar bien, me importa más
Que una lección en la escuela.
Con las muelas masco yo,
Tú, niño, con la cabeza.
Pero si anhelas ser sabio
Ojalá viéndome aprendas
A rumiar, y rumiar mucho,
Cada bocado de ciencia.
El digerir, no el comer,
Es lo que al cuerpo aprovecha,
Y el alma, cuerpo invisible,
Tiene que seguir tal regla.
Sin rumiarlo bien, no engullas
Ni una línea, ni una letra;
El que aprende como un loro,
Loro ignorante se queda. | es |
González_Martínez,Enrique | <XXI | ¡Oh_Noches_Tristes,_Noches_Silenciosas | ¡Oh noches tristes, noches silenciosas
cuyo silencio dice tantas cosas
de ayer, y que del seno del olvido,
que es hondo mar, en pescas milagrosas
sacáis a flote lo que ha tiempo es ido!...
Cuando sois estelares, los luceros
son como misteriosos pebeteros
que arden en el altar de las pasadas
y muertas ilusiones... Si la luna
os baña con su luz, una por una,
en blanca teoría,
van pasando visiones olvidadas...
Y vosotras, oh noches enlutadas,
que evocáis el misterio y el encanto
de la vida interior, cuando se abisma
el alma a dialogar consigo misma,
¡cuántas cosas lejanas y secretas
decís al corazón de los poetas!
Y cuando rasga el velo
nocturno el sol en el confín del cielo
¡cómo se odia la luz, cómo intimida
regresar al estruendo de la vida!...
¡Si pudierais reinar sobre las cosas
eternamente, noches silenciosas!... | es |
Guillén,Nicolás | <XXI | ¡Ya_No_Volveré_Al_Cuartel | ¡Ya no volveré al cuartel,
suelto por calles y plazas,
yo mismo, Pedro Cortés!
Yo mismo dueño de mí,
ya por fin libre de guardias,
de uniforme y de fusil.
Podré a mi pueblo correr,
y gritar, cuando me vean:
¡aquí está Pedro Cortés!
Podré trabajar al sol,
y en la tierra que me espera,
con mi arado labrador.
Ser hombre otra vez de paz,
cargar niños, besar frentes,
cantar, reír y saltar.
¡Ya no volveré al cuartel,
suelto por calles y plazas,
yo mismo, Pedro Cortés! | es |
Valente,José_Ángel | <XXI | Un_Canto | Quisiera un canto
que hiciera estallar en cien palabras ciegas
la palabra intocable.
Un canto.
Mas nunca la palabra como ídolo obeso,
alimentado
de ideas que lo fueron y carcome la lluvia.
La explosión de un silencio.
Un canto nuevo, mío, de mi prójimo,
del adolescente sin palabras que espera ser
nombrado,
de la mujer cuyo deseo sube
en borbotón sangriento a la pálida frente,
de éste que me acusa silencioso,
que silenciosamente me combate,
porque acaso no ignora
que una sola palabra bastaría
para arrasar el mundo,
para extinguir el odio
y arrasarnos...
La explosión de un silencio.
Un canto nuevo, mío, de mi prójimo,
del adolescente sin palabras que espera ser
nombrado,
de la mujer cuyo deseo sube
en borbotón sangriento a la pálida frente,
de éste que me acusa silencioso,
que silenciosamente me combate,
porque acaso no ignora
que una sola palabra bastaría
para arrasar el mundo,
para extinguir el odio
y arrasarnos...
Un canto nuevo, mío, de mi prójimo,
del adolescente sin palabras que espera ser
nombrado,
de la mujer cuyo deseo sube
en borbotón sangriento a la pálida frente,
de éste que me acusa silencioso,
que silenciosamente me combate,
porque acaso no ignora
que una sola palabra bastaría
para arrasar el mundo,
para extinguir el odio
y arrasarnos... | es |
Iriarte,Juan_de | <XXI | La_Mariposa | La luz hermosa del fuego
a la mariposa engaña:
el sol mismo la fomenta,
la imagen del sol la mata. | es |
Paz,Octavio | <XXI | Entre_Ahora_Y_Ahora | Entre ahora y ahora
entre yo soy y tú eres
la palabra puente.
Entras en ti misma
al entrar en ella:
como un anillo
el mundo se cierra.
De una orilla a otra
siempre se tiende un cuerpo,
un arcoiris.
Yo cantaré por sus repechos,
yo dormiré bajo sus arcos. | es |
Agustini,Delmira | <XXI | En_Un_Álbum | Cuando abriendo tu boca perfumada,
La voz dulce y perlada
De tu bella garganta haces brotar,
En voces de sirenas ideales,
Y en arpas de sonidos celestiales,
A mí me haces pensar.
Cuando miro tu cuello alabastrino
Y tu cuerpo divino
Que al de Venus la diosa ha de igualar,
Del mármol la blancura,
Y del cisne la olímpica figura,
Me haces recordar.
¡Cuántas veces ligera como un hada,
Te he visto yo ocupada
En las dulces tareas del hogar,
Y entonces a mi madre,
Y Carlota de Werther heroína,
Me has hecho recordar! | es |
Díaz_Mirón,Salvador | <XXI | Viejas_Encinas_Clavan | Viejas encinas clavan
Visibles garras
en la riscosa escarpa
de la montaña:
parecen vastas
y desprendidas patas
de inmensas águilas.
Sueño en sobre rasa
mole, tamañas
falcónidas pugnaban
por arrancarla
y al batir alas
perdieron las hincadas
piernas con zarpas.
Un arroyuelo baja
deshecho en plata:
resulta filigrana
que corre y pasa,
que gime y canta,
que semeja que arrastra
risas y lágrimas.
En planicie lejana
gramosa y glauca,
reses vacunas pastan
y a trechos braman,
diseminadas
por la gula, y enanas
por la distancia.
EI crepúsculo acaba,
y el cielo guarda
matiz como de gama
de luz en nácar.
¡La luna salta,
como sangrienta y calva
cabeza humana!
A través de las ramas
sube con pausa:
su expresión es bellaca,
burlona y sabia.
¡Oh, que sarcástica
la roja, la macabra
testa cortada!
Al cinto la canana
y al hombro el arma,
cruzo con poca maña
maleza brava,
que me señala
encuentros, con uñadas
en las polainas.
La sombra se dilata
parduzca y áurea ,
con transparencias de ágata
sutil y extraña:
asume trazas
de humareda que apaga
tintas de llamas.
EI ábrego, con ráfaga
fina y helada,
sopla; y una fragancia
mística y agria
cunde; y en marcha
sigo, con tumefacta
y urgida planta.
Murmullo de plegarias
confusas vaga,
y una tristeza trágica
me llena el alma.
¡Oh, que sarcástica
la roja, la macabra
testa cortada! | es |
Bretón_de_los_Herreros,Manuel | <XXI | Mi_Dama | Licio, si quieres saber
Cuál es la bella sin par
Que en amor mi pecho enciende
Y esculpida en él está,
Oye: pintártela quiero,
de inflexible metal
Tu corazón es formado,
O tú la conocerás.
Erguida lleva la frente
Que nunca supo inclinar
Ni a los encantos del oro
Ni a la lisonja venal.
No adorna el negro cabello
Con las perlas del Catay,
Y antes la encina le anuda
Que el nardo y el arrayán.
Es hechicera su boca
Por hermosa y por veraz;
Grandes, rasgados sus ojos,
Y atrevido su mirar.
Vence su pie en ligereza
Al Austro y al Vendaval:
Su talle esbelto y airoso
Desdeña el peto falaz.
Su mano, blanda y süave
A quien amante la da,
También la lanza guerrera
Sabe robusta empuñar.
Verde manto prende al hombro,
Y apenas leve cendal
Cubre su nevado seno
Que esconde ardiente volcán;
Y aunque sus formas celestes
No cuida de recatar,
Es puro candor en ella
Lo que en otras liviandad.
Adoradores sin cuento
Sacrifican en su altar,
Y aunque a todos corresponde
Nadie envidia a su rival.
Sabe cual otro Proteo
Mil y mil formas trocar;
Que, a fuer de hembra, es caprichosa,
Y a fuer de potente, audaz.
Ora a Belona imitando
Se ciñe el casco marcial;
Ora Minerva la brinda
Con el ramo de la paz.
Ora la embriaga y la ciega
El aplauso popular
Y cambia la dulce oliva
Por el tirso bacanal.
Niña siempre por instinto,
Bien que adulta por la edad,
Si no la guían se pierde;
Sin firme apoyo caerá.
Mas la celan dos hermanas
De mayor autoridad.
¡Plegue al cielo que las dos
No la abandonen jamás!
Una es de las grandes almas
ídolo, a veces fatal;
La otra forma los lazos
De la humana sociedad.
Venturosa la nación
Do las tres unidas van;
Que sin Gloria y sin Justicia
¿Qué vale la Libertad?
Mas ya la nombré; ya sabes
Cuál es la bella sin par
Que enciende en amor mi pecho
Y esculpida en él está. | es |